Es la primera vez que veo así a Richard. Está en silencio, pero veo a través de su camisa que su pecho sube y baja con pesadez, como si le costara respirar. No deja de mirarme, y aunque siento la urgencia de desviar mi mirada, no lo hago.
Nuestros ojos están conectados, y creo que es así como sabe que estoy diciendo la verdad.
Abre la boca varias veces, pero nada sale de ella.
Soy consciente de las personas a nuestro alrededor, que nos miran extrañados, pero en ese momento lo único que existe son los ojos de Richard, que hoy parecen ser del azul más triste del mundo.
—Lo siento —susurro al cabo de unos minutos. Ni si quiera sé si eso que ha salido de mis labios es verdad, pero lo digo por instinto.
Me doy media vuelta cuando la intensidad de sus ojos se hace insoportable. No tengo idea de cómo me iré, pero no puedo pasar un segundo más con un Richard así de destrozado. Si esa iba a ser su técnica para despejar todo ese rencor que guardaba dentro de mí, debió haberla utilizado mucho antes.
Alguien me toma fuertemente por el brazo, pero no lo suficiente para hacerme daño. Sé que es él, así que al principio, dudó si debo girarme y volver a enfrentarlo o seguir mi camino.
—¿Quién?
No hace falta que formule la pregunta completa.
¿Debo decirle? ¿Debo decirle que aquel que ha hecho que mi corazón vuelva a latir desbocado es uno de sus amigos? No lo había pensado, pero hay la posibilidad de que estuviera separando una amistad y eso era de lo más bajo que podía hacer una mujer. ¿Sería capaz de hacerle algo a Paul? Ni si quiera sé si siguen en contacto.
Mi cabeza empieza a dar vueltas y trato de sacar esos pensamientos como si estuviera sacando agua de mi oído. No tiene ningún sentido preocuparme por eso ahora, para empezar, hasta el momento la cosa entre Paul y yo ni si quiera es una cosa.
Otro problema por solucionar para añadir a la lista.
—No es de tu incumbencia —respondo finalmente—. Te daré una oportunidad como amigos, ¿que acaso no es eso le que buscabas? Que volviera a confiar en ti y todo eso.
Richard suelta una carcajada irónica, aunque por su expresión puedo decir que lo último que se le antoja hacer en esos momentos es reír. Pasa su mano libre por su cara y se aprieta durante un segundo el tabique de su nariz. Está exasperado, parece un papá que le está explicando a su hijo por décima vez porque no puede comer dulces por la mañana.
—Sabes bien que eso no es suficiente, probablemente nunca tenga suficiente de ti —explica, y algo en mi estómago se retuerce—. Y sabes que no busco sólo tu amistad, ¿por qué no lo aceptas? ¿Por qué no puedes decir algo como «sé que estás enamorado de mí, pero yo de ti no»? Deja de tratar de ver las cosas como no son.
Las palabras se atascan en mi garganta y no planean seguir su camino. Que Richard esté enamorado de mí me sigue pareciendo una idea completamente aberrante. Una persona que está enamorada de ti no te traiciona, no despedaza tu corazón en mil pedazos, no de esa manera.
Me quedo en silencio hasta que un apretón en mi brazo me trae de vuelta a la realidad.
—¡¿Y cuál es el punto, eh?! —grito, perdiendo los estribos y los ojos vuelven a escocerme por la intensidad de la conversación—. ¿Por qué necesitas que lo acepte si de todos modos vas a ser rechazado?
Las aletas de su nariz se ensanchan y tiene los labios tan apretados en una fina línea que creo que van a desaparecer. Tengo la sensación de que para él me estoy perdiendo algo obvio.
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Locos y enamorados (EDUI #2)
Teen FictionSegunda parte de Enamorada de un idiota. Han pasado meses desde que Giselle salió del campamento, y ahora de regreso en Los Ángeles lleva una vida adolescente completamente normal... o casi. Ha conseguido superar al idiota del que se enamoró... o ca...