Richard's POV.
—Novato, realmente debería considerar despedirte, atraes a pura mujer desquiciada —me comentó Andrew, con su usual tono aburrido mientras cerraba la puerta, en esta ocasión con llave.
—¿Y ahora qué? —pregunté en medio de una sonrisa.
Me sequé las manos en los pantalones de mezclilla que llevaba y agarré el trapo que llevaba colgando en el hombro para empezar a limpiar la barra. Ya había hecho lo mismo tres veces, pero en verdad quería quitar el olor a vómito que el último ebrio había dejado por ahí.
—Nada, llegó una rubia guapa a preguntar por ti —me dijo, volviéndose a dedicar a su tarea—. Pero cuando te llamé le dio tanta pena que salió corriendo. Deberías haber visto su cara, fue épica.
Fruncí el entrecejo, preguntándome qué le vería de épico a que una chica loca llegara a estas horas.
—Ya sabes que están fuera de mi interés, Drew —repliqué—. Y por cierto, deja de llamarme novato, llevo trabajando más de dos meses aquí.
—No uses ese tono conmigo, novato —contestó, haciendo énfasis—. Recuerda quién es el jefe aquí.
—¿Quién? ¿Tú? —me burlé—. Sólo eres el amigo mediocre del jefe que te dejó a cargo porque te tuvo lástima y se tuvo que ir de luna de miel.
Andrew se giró, y con una expresión maliciosa se fue acercando poco a poco hacia mí.
—Y tú sólo eres el novato perdedor al que le rompieron el corazón y aunque tiene cien chicas detrás de él, todas las noches llora por una.
Una sonrisa diminuta se instaló en mi rostro, y después de decidirme entre si tirarme y ponerme a llorar, o golpear a Andrew, dije:
—Touché. —Estiré y retorcí el trapo mugriento y mojado que tenía entre mis manos, y después lo solté con fuerza para que éste diera contra la cara de Andrew.
El chico exageró y se tumbó contra el suelo, quejándose y cubriéndose el ojo con sus manos como si de verdad se le fuera a salir o algo. Yo me dispuse a seguir cumpliendo con mi trabajo, pero secretamente estaba esperando el momento en que Andrew saltaría sobre la barra y me daría un par de golpes amistosos.
Esa era nuestra rutina. Tratarnos de la mierda.
Pero la verdad era que empezaba a tomarle cariño a ese idiota, aunque él no me conociera ni tantito.
Después de la pequeña pelea, seguí lavando y secando un par de copas y acomodando otro par de sillas, hasta que por fin fueron las doce y por lo tanto mi turno de irme.
—Nos vemos en la noche, Drew —dije cuando iba saliendo por la angosta puerta del bar.
El aire fresco y libre de olores propios de ebrios llenó mis pulmones, y casi me dieron ganas de agradecerle a Yisus por tan maravillosa oportunidad.
Seguí avanzando por la acera, que enseguida me hicieron decidirme por colocarme el suéter azul que llevaba atado a la cadera. No era nada que se comparara con Francia, o Inglaterra, pero definitivamente en Los Ángeles empezaba ya a hacer frío.
Había poca gente en las calles, por lo que se me hizo fácil caminar hasta una pequeña tienda que por lo general me servía para abastecerme.
Entré y empecé a recorrer los pasillos en busca de cualquier cosa que me hiciera falta en el departamento. Vivir solo tenía sus ventajas y desventajas: había pocos gastos, pero lo tenías que hacer todo por tu cuenta.
Me encogí de hombros mientras agarraba todo aquello que me pudiera servir para prepararme comidas que no requirieran de mucho tiempo. Últimamente no estaba de ánimos para ponerme de gran chef.
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Locos y enamorados (EDUI #2)
Teen FictionSegunda parte de Enamorada de un idiota. Han pasado meses desde que Giselle salió del campamento, y ahora de regreso en Los Ángeles lleva una vida adolescente completamente normal... o casi. Ha conseguido superar al idiota del que se enamoró... o ca...