16. Agradecida.

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¡Holaaa! Lamento mucho la tardanza, pero aunque tenía el capítulo listo desde hace días, no estaba contenta con el resultado, no obstante ahora le añadí y quité un par de cosas y en verdad estoy contenta, así que espero les guste tanto como a mí.



Abrí mis ojos de golpe, y me encontré sumida en una completa oscuridad. El único rastro de luz que alcanzaba a percibir era la que pasaba por debajo de lo que supuse era una puerta.

Lo segundo que pude sentir fue el dolor. Mi cabeza ardía tanto que incluso acostada me provocaba mareos, era como si toda la sangre de mi cuerpo se hubiera acumulado ahí y ahora estuviera impidiendo el paso de cualquier rastro de oxígeno. Con cuidado y lentamente, intenté enderezarme y concentrarme para descifrar en dónde me encontraba exactamente. Pero cuando lo hice, me di cuenta de lo pesadas y adoloridas que se sentían mis extremidades, como si repentinamente mi sangre se hubiera transformado en plomo.

Mi padre.

La figura de mi padre llena mi cabeza y con ella un millar de imágenes descabelladas que resultan ser recuerdos batallando por penetrar en mi cabeza y hacerme volver a la realidad.

Mi cabeza ahora duele tanto que me planteo la idea de volver a recostarme. Los mareos se multiplican y de pronto ya no estoy tan segura de que deba levantarme.

Y es que, ¿por qué debería hacerlo? ¿Para qué levantarme? Para qué hacerlo si la peor de mis pesadillas se había materializado precisamente en mi casa.

Richard estaba en mi hogar, no cabía duda de que se trataba de él... ¿o había sido otro sueño? No, había sido demasiado real y esta vez no había personas que entraran y salieran de las llamas como si nada, lo cual concordaba mejor con la realidad... Aunque la parte de que Richard estuviera como invitado en la casa de mi padre era lo más ilógico que a alguien se le podría ocurrir.

Tragando saliva y con ella el vómito, junté la fuerza que se requería para poder salir de la cama. Estaba totalmente oscuro y por más que tanteaba el suelo no lograba encontrar mis zapatillas, pero pese a eso supuse que seguíamos en la mansión, y a juzgar por el espacio y colocación de las siluetas que formaban los muebles, me encontraba específicamente en lo que había sido mi habitación.

Con cuidado, me encaminé hacia la puerta y puse total atención para ver si lograba captar algún sonido del otro lado de la puerta, pero pasaron varios segundos y nada invadió mi audición.

Giré la manila lo más silenciosamente posible y saqué mi cuerpo de aquella habitación oscura.

Miré hacia ambos lados y al no encontrarme con nadie, ni si quiera un empleado, me arriesgué a bajar por las escaleras. En el camino me pregunté qué hora sería y dónde diablos estaba mi cartera, ya que según lo que recordaba, dentro de la misma se encontraba mi celular, pero las voces que escuché cuando estaba a punto de llegar a la planta baja lograron que no me concentrara en ninguna otra cosa que no fuera la conversación que mantenían Richard y mi padre.

No, no había sido un sueño... sólo la peor de mis pesadillas hecha realidad.

Mi cuerpo entero entró en tensión y me obligué a mí misma a no hacer ningún movimiento o sonido más, tanto que incluso respirar se había convertido en una ardua tarea.

Estaba espiando a mi propio padre, pero ya había aprendido la lección.

Meses atrás, cuando Richard me había llevado a su casa después del incendio, había estado en la misma situación. Jeremy, Richard y Gregory Russel estaban conversando, y de no ser porque me emocioné al escuchar la voz de mi hermano y salí en ese momento, en vez de ser paciente y prestar atención a lo que decían, hubiera podido prevenir toda la parte del secuestro.

Locos y enamorados (EDUI #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora