22. El último beso.

17.5K 911 186
                                    

¡Hola! Yo sé, increíblemente, actualizo pronto, pero venga, se lo tienen más que merecido.

Agradezco mucho su paciencia, apoyo, votos y comentarios, en serio me hacen la más feliz.

Disfruten <3

                                                                                      ***

La chica en el reflejo me regresó la mirada, y aunque se parecía mucho a mí, no era la verdadera Gisselle Cleveland. Tenía una mirada algo desquiciada, temerosa, el cabello hecho un nido y un tic nervioso en el ojo derecho que la obligaba a cerrarlo de manera nerviosa cada par de segundos.

Ya me sentía mejor, mi corazón se había tranquilizado y mi mente se había despejado, sin embargo, estaba segura de que si saliera a caminar por la calle alguien se detendría a preguntarme si me encontraba bien.

Alcé nuevamente mi blusa para observar el enorme hematoma que se había formado en la zona de mis costillas derechas. Era grande, quizás de unos diez o quince centímetros de diámetro, con la forma del continente africano y comenzaba a tornarse de un color violeta y rojizo en los bordes.

Se veía feo, y se sentía peor.

—Ouch —Escuché la voz de Richard decir tras de mí, por lo que solté un brinco algo exagerado y me tapé como si esa zona de mi cuerpo fuera algo que él no había visto.

—Te dije que te largaras —comenté, enojada. Lo había corrido de mi departamento hace más de veinte minutos y encima él aparecía en mi habitación como si nada.

—No hasta que me dejes llevarte a un hospital —replicó rápidamente—. Podrías tener algo roto.

—Lo único roto aquí es tu cabeza —contesté, apartándolo de un empujón para poder salir—. Vete, no voy a volver a repetirlo.

—¿Y si no qué? —me retó, siguiéndome hasta la sala.

—Llamo a la policía —lo dije sin tantear, estaba demasiado cansada para andar jugando, y el hecho de que Richard Russel se encontrara pavoneando en mi departamento sólo conseguía ponerme los nervios más de punta.

Richard no contestó, lo cual me trajo la paz suficiente para dedicarme a buscar el botiquín de primeros auxilios. Estaba segura de que lo tenía en algún lado.

—Como quieras —respondió después de un rato—. Y de nada por haberte salvado.

Sonreí cuando encontré la cajita metálica y pude encontrar una de esas cosas desinfectantes. La tomé entre mis manos y se lancé rápidamente a Richard, que la atrapó sin dificultad alguna.

—Ahí tienes, para el corte en tu ceja —expliqué—. Ahora, déjame dejarte algo muy claro: no te debo nada, si he estado en peligro fue porque te conocí, así que no me has salvado, sólo estás intentando arreglar lo que hiciste. Yo tenía un plan, ¿de acuerdo? Si no aparecía a cierta hora alguien iría a buscarme, dejé las pistas suficientes para que más tarde pudieran averiguar qué me había pasado, así que el hecho de que hayas aparecido sólo fue algo que salió a mi favor, un poco de suerte para variar.

Tenía mi mirada puesta en él, y él en mí, no dijimos nada por varios segundos y lo único que podía hacer era sorprenderme por lo mucho que había resistido. Había pasado de no poder pronunciar su nombre a poder encararlo, y mi corazón no se había detenido, ni el mundo acabado, por ahora.

Creía que contestaría algo para llevarme la contraria, o quizás se enojaría o incluso daría media vuelta sin decirme nada. No esperaba que me sonriera y se mordiera el labio de forma provocadora.

Locos y enamorados (EDUI #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora