3 [ConociendO al EnemigO]

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Yûichirô POV {6 días después de su secuestro}

En estos días había conocido a todos los compañeros de Mikaela y Krul. Todos una banda de bichos raros a los que se les daban bien las armas de fuego. Ferid: esbelto, ojos violetas y pelo largo plateado recogido en una coleta simple. Un pedófilo, pervertido que no hacía más que acosarnos a los dos hermanos y a mí... También era bueno manejando el duom y la bisarma – cosa que daba bastante mal rollo... Crowley: musculoso y fuerte hasta el punto de poder aplastarte la cabeza con la mano, pero un buen tipo si lo conoces, ojos azules y pelo corto y rojo. Bueno manejando la espada. Lacus: pelo morado y ojos grises. Pervertido como Ferid, pero sin llegar a acosar a la gente. Se le dan bien las hachas. René: pelo negro y ojos ambar con ojeras. Callado y emo. A él también se le daban bien las espadas. No me sabía el apellido de ninguno ya que nunca me los habían dicho.

{N. A.: Ninguno tiene los ojos rojos ya que no son vampiros, a excepción de Krul. No sabía que color ponerle así que se los dejé así, pero, repito: NO son vampiros}
  
    Se habían ido turnando entre todos para vigilarme cada día. Estos últimos, no había dormido para nada bien. Por lo menos me habían dejado una manta y un tipo de almohada algo incómoda, pero las cadenas eran agotadoras. Pesaban y me hacían marcas rojas en la piel – incluso me habían echo heridas por las que salían finas gotas de sangre de vez en cuanto... –, aunque eso era mi culpa por intentar forzarlas. Aún no sabía ni donde me encontraba, pero necesitaba salir de ahí de inmediato. No pensaba quedarme de brazos cruzados para siempre, esperando a tener una oportunidad siquiera. De repente, la puerta de la habitación en la que estaba encerrado se abrió dejando ver la pequeña figura de Krul. Anduvo en mi dirección y se sentó frente a mí con las piernas cruzadas.

    - ¿Cómo te encuentras, Yûichirô? —preguntó alegre con una gran sonrisa pintada en el rostro. 

    - Estoy encerrado y encadenado en una habitación, en algún lugar remoto de Japón, ¿cómo crees tú que me encuentro...? —respondí descortés. Krul me respondió con un bufido. Puse los ojos en blanco—. Perdona...

    - ¿Mika ya te ha dado la cena? 

    - Sí. ¿Esta vez serás tú quién te quedes esta noche haciéndome compañía?

    - No, hoy le toca a mi hermano.

    Hice una mueca de disgusto. Su hermano era al único al que no le había visto el rostro y el que menos me hablaba – y eso que René era callado. No le aguantaba, pero su hermana quería que no llevásemos bien. Por alguna causa desconocida una parte de mí obedecía a Krul. Aunque la conociese desde hace poco, ya la veía como una hermana pequeña. Seguramente, era porque la veía como... a ella... El sonido de la puerta me sacó de mis pensamientos mientras Krul se incorporaba. La persona que acababa de entrar era Mikaela que ahora se acercaba a nosotros.

    - Krul, Ferid te llama —dijo Mikaela a través de la máscara.

    - De acuerdo —respondió esta. Anduvo hacia la puerta, pero antes de salir se giró y nos miró a ambos con una sonrisa inocente en la cara—. Por cierto, chicos, quiero que empecéis a hablaros más y que os conozcáis.

    - ¿Y eso a qué viene ahora? —preguntó frío su hermano. Krul cambió su rostro a uno duro. No necesitaba amenazar para que le hiciéramos caso, con la mirada bastaba para acceder. Después, salió de la habitación. La verdad, me gustaría saber algo más que el nombre de su hermano, pero este parecía estar dispuesto a no hablar conmigo. Se dirigió hacia la ventana y la abrió para sentarse en el marco de esta con la espalda apoyada en un lateral y una pierna colgando como siempre solía hacer. Una agradable brisa de aire entró por la ventana acompañada de olor a hierba fresca y algún que otro cántico de pájaros.

Serial Killer {Mikayuu} [V. En Español] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora