Everyday hope will go

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La luz solar destello sobre su rostro, comenzó a molestarle, su ceño se frunció mientras se giraba sobre la cama, intentó moverse aún más y la cama parecía eterna, pronto abrió sus ojos, extrañada de sentir la comodidad de su cama. Se sentó con rapidez infinita sobre la misma y se llevó una mano a la boca, sorprendida. Esto tenía que ser un sueño, debía serlo, no fue hasta que escuchó el grito de su hermana al entrar en su habitación. - ¡¿cómo es esto posible?! - tuvo que cubrir sus oídos al escucharla, pronto su mirada cayó sobre el abultado vientre de su hermana. Pronto palideció y corrió hacia la ventana de su habitación para correr las cortinas, la imagen del reloj y el pueblo, le dio en cara mientras temblaba. No podía ser cierto, lo último que recordaba era haber salido de la coronación tras la rubia. Se giró nuevamente para mirar a su hermana, no había pasado más de una noche. - Regina, esto no puede ser posible, no debería verse así - mencionaba su asustada hermana mientras señalaba su propio vientre, negó. Claro que no debía verse así, apenas si tenía unos dos meses de embarazo. Todo debía tener una explicación. Se pasó una mano temblorosa por el cabello y rápidamente bajó las escaleras al escuchar el timbre, en espera de que fuese Emma. Gran y decepcionante fue su sorpresa al encontrarse a los charming.

- ¿podemos pasar? - parecían tener mala mañana, pronto la morena les invitó a pasar, les indico la cocina y pronto la pelirroja apareció para unirse a ellos. - wow, entonces Gruñón tenía razón - dejó de mirar con extrañeza el vientre de Zelena y observó a la morocha.

- ¿en qué exactamente? Porque esto - señaló el vientre de su hermana - no debería verse aún - un suspiro salió de los labios de Nieves mientras le miraba y asintió.

- hemos estado fuera más de 4 meses - tuvo que hacer amago de tomarse de la esquina de la mesa para no caerse de espalda mientras escuchaba a su ex hijastra. - David y yo hemos llegado a la conclusión de que, debieron de haber lanzado una maldición sobre nosotros para volver y se nos ha privado de nuestros recuerdos de los últimos 4 meses, dejándonos sólo hasta el día en que Emma se convirtió en esposa y Reina de Arturo - la morena hizo una mueca al escuchar aquello. - despertamos está mañana con la misma incertidumbre que ustedes, nos preocupamos tanto que fuimos a revisar el cuarto de Neal, con el temor de que algo le hubiese pasado pero aún dormía sobre su cuna. Luego fuimos al de Emma - pasó saliva mientras desviaba la mirada. - Henry dormía ahí pero nuestra hija no estaba, la abuelita y Ruby estaban en granny's, Robin nos alcanzó en la calle principal pero estaba igual de perdido que nosotros - Nieves tomó la mano de Regina. - dijo que había personas del reino de camelot en el bosque, algunos desorientados y otros siendo ayudados por los hombres felices pero no encontramos ninguna señal de Emma o Arturo - aquello dibujo una señal de preocupación en el rostro de la morena mayor.

- ¿co... Cómo dices? - negó rotundamente, la rubia debía estar con ellos, cerca de ellos. No podían simplemente desaparecer. - Llama a todos y diles que nos veremos donde la abuelita, iremos a buscar a Emma, así sea hasta debajo de las piedras - poco le importaba si Arturo no aparecía, no le conocía y muchos menos quería conocerlo, lo quería lo más lejos posible, mientras supiera que Emma estaba sana y salva.

15 minutos después (Restaurante Granny's)

Bien, estaban todos, Los charming, la abuelita, ruby, Henry, Robin y Garfio que había ofrecido su ayuda en lo que necesitarán y uno que otro habitante de Camelot, dispuestos a encontrar a sus reyes.

- ¿crees que le haya pasado algo malo a mamá? - su hijo le miraba, preocupado. Le sonrió levemente, intentando tranquilizarlo mientras acomodaba un poco sus cabellos.

- es tu madre de quien estamos hablando hijo, ella es fuerte - el joven asintió mientras intentaba mantenerse lo más tranquilo posible. Se retiró de la mesa para pedir una taza de chocolate caliente con nata y canela a la abuelita, quien atendía mientras Ruby estaba sentada en la mesa junto a todos, ideando un plan para encontrar a su madre.

- debemos ocupar gran espacio, por lo cual será necesario que vayamos en equipos de mínimo 4 personas, así si algo sucede,no estaremos solo y debemos acatarnos al plan... - el sonido de algo rompiéndose detuvo la concentración del grupo que miraban un plano de todo lo que era el pueblo.

- mamá... - escuchó murmurar a su hijo, quien estaba a la otra esquina del local, su taza estaba derramada en el suelo, rota. Mientras el muchacho miraba temblando a la figura frente a él. Estaba de espaldas a ellos, una mano en la mejilla de su hijo, intentó conjurar una bola de fuego con la finalidad de apartarle lo más lejos posible pero su cuerpo estaba paralizado, entonces cayó en cuenta su mirada sobre la figura. Aquel vestido negro ceñido a su cuerpo, resaltando esas curvas, aquellos tacones de aguja que le quedaban como anillo al dedo, la piel brillante y de un color perlado, pero sobre todo su cabello blanco, tan blanco como la misma nieve, que a pesar de haber sido recogido en un moño con trenza, no dejaba de hacerle saber que era abundante y largo. Entonces sus ojos se abrieron deliberadamente, dándose cuenta de quien estaba frente a ellos, del porqué su magia no había podido soltarla del hechizo. La persona que había estado esperando encontrar toda la mañana. Emma, estaba ahí, a solo unos cuantos pasos, acariciando la mejilla de un tembloroso Henry.

- no es necesario que sigan buscando, ya estoy aquí - unas cuantas lágrimas saltaron de los ojos del joven moreno mientras rodeaba a su madre, ahora peliblanca, en un abrazo. Les miró de reojo mientras sostenía a su hijo contra su cuerpo, entonces él hechizo se deshizo.

- ¿estas bien Emma? - intentó acercarse a ella, sin embargo su mirada se tornó oscura, dejándola estática. Aún cuando no sentía miedo por ella, algo la detenía de acercarse.

- todo está perfectamente bien, Mills - acarició los cabellos del joven y luego besó su cabeza. - no deseaba veros aún pero dada la circunstancia de que mi hijo estaba con ustedes, me fue imposible no presentarme, no quería preocuparle - le sonrió dulcemente a Henry, quien había caído dormido en sus brazos, luego del besó en su cabeza. Le hizo desaparecer, haciendo temblar a cada uno de los presentes.

- ¿dónde lo has llevado? ¿Emma, donde has llevado a nuestro...? - la oscura negó mientras su mano se dirigía a su garganta, manteniendo callada a la morena.

- ¿no te han dicho que hablar de algo que no te interesa, es de mala educación, Sra Mills? - el silencio inundó el lugar, mientras la mirada antes oscura de la rubia, viajaba por el lugar, examinando a las personas dentro del pequeño local. - creo que es más que obvio que lo e llevado a un lugar seguro - Emma caminó con una elegancia que la morena desconocía que tenía. - y alcaldesa Mills - gruñó por lo bajo, la rubia jamás le había llamado así, tenía que ser culpa de la magia del oscuro. - cualquier cosa que deba resolver de mis súbditos, mi rey y yo estaremos encantados de recibirlos en nuestro hogar para ello - sin más la rubia desapareció.

- ¿esa era Swan? - rodó los ojos con fastidio ante la pregunta tan idiota del pirata, asintió de todas formas. Luego la tierra comenzó a temblar bajo sus pies, los gritos de la gente fuera del restaurante, les hizo reaccionar y corrieron a ver uqe sucedía.

Al final de la calle, cerca de las afuera del pueblo, en el bosque para ser precisos, se cernía con elegancia y temerosidad, un gran castillo, ocupaba la mayoría del terreno, su color, un gris perlado casi brillante, le hacia recordar la piel de la antes rubia.

- entonces... - le faltó el aire un momento al ver nuevamente a Emma frente a ellos. Su cabello caía nuevamente a cascadas, blanco, fino como un hilo. Su cuerpo enfundado en un vestido rojo vino con un corsé que era para morirse. Gritaba ¡mírame! desde el ángulo que lo vieras. - ¿quién será el primero en comenzar a quejarse? - aparecieron en lo que parecía una sala del trono, por supuesto había dos pero sólo Emma estaba frente a ellos. Caminando con elegancia hacia su trono. Los miraba indiferentes, y algunos se sentían tan pequeños. Esta vez, todo era distinto, frente a ellos había una Emma Swan distinta a la que había visto el día de su boda. ¿Qué mierda había sucedido durante los últimos 4 meses?

Las Lágrimas de Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora