Stars are in shock

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Han pasado al menos unos minutos desde que la morocha había ido en busca de su hijo. Todo parecía completamente extraño, la forma en que Emma había despertado de aquel extraño sueño profundo, la magia que la había rodeado por completo, la mirada tan fría que le había dedicado en cuanto ella había querido cerciorarse de que todo estuviese bien y luego, estaba esa maldita voz, esa jodida voz que claramente no era de la rubia. Suspiró pesadamente mientras miraba las estrellas, aquellas que eran testigos de su confundido corazón.

- ¿ hay algo que te inquieta, my lady ? - el hombre del bosque se sentó a su lado, ciertamente ya no le molestaba en lo absoluto su presencia o su traición con su hermana, ni mucho menos "su olor a bosque" . No, es más , podría decirse que hasta podría considerarlo ahora mismo, un amigo. - ¿tiene que ver con Emma? - le miró de reojo y suspiró por milésima vez en esa noche estrellada. - me e enterado de que a despertado - miró hacia el cielo estrellado nuevamente y asintió.

- estoy confundida Robin - le vió apretar sus manos sobre la pared de piedra que tenía la pequeña terraza de la habitación. - todo esto me está confundiendo por completo y me asusta, porque soy de ese tipo de personas que siempre tiene todo bajo control - sintió las lágrimas acumularse dentro de sus ojos mientras bajaba la mirada.

- tienes que darte cuenta de todo lo que sientes por ella - levantó su mirada, repleta de lágrimas y de confusión. - más allá de la amistad que vosotras decís sentir, existe un amor escondido, Regina - sus labios se quedaron entreabiertos cuando quiso rebatir aquello que el hombre le decía pero, apesar de que esperaba tener argumentos negativos para rebatir, fue todo lo contrario. En realidad, no tenía nada por lo que negarse a sus sentimientos, mucho menos sí esos iban hacia la rubia. Aunque para ella, ahora mismo, todo aquello que había estad sintiendo, ahora cobraba sentido tanto en su cabeza como en su corazón. - y a pesar de que queráis negarlo, no podéis porque al menos a mi parecer, con solo mirarse se delata su amor - observó nuevamente el cielo y sonrió levemente mientras sentía los latidos de su negro corazón, acelerarse dentro de su pecho.

- gracias por escucharme Robin - se viró para mirarlo con una pequeña sonrisa sobre sus labios y un sonrojo apenas notable en sus mejillas.

- debería correr a decirle a esa rubia, lo que usted siente por ella, my lady - su sonrojo se pronunció aún más y algo tímida pasó un mechón de cabello rebelde tras su ido mientras asentía levemente. - entonces , ¿Qué hace aquí todavía? - le miró, extrañada. - en vez de estar aquí, escuchando consejos de un arquero, debería estar corriendo a la habitación de Emma para confesársele - reaccionó con rapidez y entró rápidamente para luego ir en busca de la rubia hasta su habitación. Llevaba una mano sobre su pecho, justamente sobre el lugar donde estaba su oscuro corazón, que en ese mismo instante comenzaba a latir con demasiada fuerza y parecía querérsele salir.

- debo decírselo a Emma - repetía una y otra vez mientras corría por los pasillos poco alumbrados del castillo. - Emma tiene que saber lo que siento por ella - sonrió ampliamente cuando estaba a unos centímetros de la puerta de la rubia. Estaba a punto de abrirla, su mano casi a unos pasos de ella.

- entonces, esta hecho - su mano se quedó quieta al escuchar la voz de Arturo dentro de la alcoba. - el anuncio se hará esta misma noche, princesa - sus labios se curvaron en una pequeña mueca, al escuchar el mote tan meloso pero tan irónico. - la ceremonia se realizará mañana por la tarde, las invitaciones serán enviadas por el medio día y los preparativos estarán listos para cuando el sol llegue a su punto mas alto - escuchó el suspiro largo que salió de los labios de la rubia, quien aún no había dicho ni una sola palabra. - para mañana por la noche serás oficialmente la reina de Camelot y mi esposa - de pronto, los latidos de su corazón se detuvieron y sus ojos se llenaron completamente de lágrimas.

- me parece perfecto - pudo escuchar claramente los pasos de alguno de los dos, seguramente de Arturo y después el sonido, ese sonido que claramente era de un beso. - esperaré con ansias a que llegue el día de mañana... Mi rey - dió un paso atrás y después una media vuelta para correr hacia su propia habitación, aquellas palabras le habían destrozado el corazón por completo, pero la rubia no tenía la culpa, al menos no de todo.

A la mañana siguiente, así como había escuchado. Apenas el sol salió por el horizonte, atravesando las montañas hasta comenzar a iluminar el reino, sonaron las trompetas y todo mundo se reunió. Plebeyos, caballeros, sirvientes,clase media, todos frente al castillo, más bien, frente a la terraza donde estaban tomados de la mano, Emma y Arturo. Snow tenía al pequeño Neal sobre sus brazos mientras David tenía posadas sus manos sobre los hombros de ella. Robin, extrañamente estaba junto a Zelena, la abuelita estaba junto a Leroy y Killian, quienes parecían menos borrachos que siempre. Al menos de parte de Leroy porque Hook, apesar de no parecer ebrio, estaba realmente alcoholizado. Regina mantenía su mirada neutra mientras observaba al futuro matrimonio y Henry, solo negaba levemente ante lo que veía para después fingir una pequeña sonrisa sobre sus labios, sabía que sus madres se estaban equivocando, una por permitir que su otra madre se casará y no estuviera enterada de sus sentimientos, y la otra porque, aunque sabía que la magia oscura estaba recorriendo ahora mismo sus venas, ella era capaz de detener está locura pero parecía no desear hacerlo.

- buenos días queridos súbditos, amigos y allegados - Arturo pronunció en voz alta mientras aún sostenía de la mano a Emma. - hemos estado hablando, la princesa Emma Charming y yo, sobre nuestra boda - los murmullos comenzaron a escucharse por doquier - como ya sabréis desde tiempos de mi padre, el rey Urther, se tenía previsto que yo me casará con ella - las sonrisas en sus súbditos comenzaron a aparecer mientras en el rostro de Regina corría una lágrima por su mejilla. - así que hemos decidido que porque esperar, como sabéis todos sois bien venidos a nuestra boda, está misma tarde, cuando el sol toque el alba - los gritos de celebración no se hicieron esperar y pronto todo mundo corrió hacia sus casas, negocios, etc para encontrar ropajes dignos del acto que estaban por presenciar. Arturo inmediatamente ordenó preparar absolutamente todo lo necesario y prontamente, mando traer al cura que los casaría. Emma, por lo tanto, se excusó de mantener un fuerte dolor de cabeza y subió a su alcoba, siendo seguida por la mirada triste pero a la vez preocupada de Regina. La rubia caminaba por las escaleras del castillo hasta su habitación, el vestido de color salmón de finas costuras y bordeados siempre en dorado, arrastraba su retaguardia dándole un toque hermoso. Sus cabellos, aquella mañana habían sido peinados de forma lo más natural posible, unas cuantas trenzas se apreciaban sobre la mitad de su cabeza mientras sus rizos caían perfectamente por su espalda hasta el suelo. Regina, en cambio, llevaba puesto un vestido sencillo, a color azul celeste con solo una atadura al rededor de su fina cintura. Sus cabellos habían sido peinados simplemente con un partido por la mitad, haciendo resaltar los rasgos de su rostro. Se detuvo frente a la puerta de la habitación de la rubia, una vez está estuvo dentro. Soltó un suspiro y se acercó a la puerta con la intención de entrar, esperaba no fuera demasiado tarde y pudiese hacer reaccionar a la rubia.

- el plan está en marcha, mi señora - se detuvo frente a la puerta al escuchar aquella voz que tanto odiaba y puso su oído contra la madera para escuchar mejor. Parecía que ella estaba hablando con alguien más pero, desgraciadamente no podía ver con quién. - estamos a nada de tomar posesión del poder más grande de este mundo - pasó saliva y trató de escuchar si alguien realmente estaba con ella. - pronto toda la oscuridad volverá a su dueña original y escalibur por fin estará completa - su respiración comenzó a ir con rapidez. ¿Acaso la rubia pensaba dejar en completa oscuridad a todo el mundo? No, eso era imposible, ella no podría hacer eso. - pronto nos adueñaremos de toda la magia existente y seremos eternos, seremos los únicos con un poder inigualable - intentó agudizar su oído y a lo lejos pudo oír pequeños murmullos poco entendibles, parecían celebrar. No podía creer lo que escuchaba, Emma no podía hacer eso, su corazón era de lo más puro, hija de los Charming, los embajadores del amor verdadero e fruto del amor verdadero. Tenía que estar bajo algún encantamiento o manipulación de parte de la magia oscura, sí, tenía que ser pero...¿Ahora cómo iba a hacer para poder ayudar a Emma? Ella era la oscuridad en persona o más bien, una parte, si lo que había dicho era cierto, tenía que cuidar la espada de Arturo y evitar que estuviese cerca de la daga que mandaba sobre el ser oscuro, que también estaba bajo la mano de Emma. Suspiró, iba a ser difícil pero tenía que recuperarla a como diese lugar.

Las Lágrimas de Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora