Capitulo 14. street fighter

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Dos mese después de mi confrontación a Santiago él seguía sin volver. Yo me sentía mejor, supongo que gracias a los antidepresivos, había recuperado el peso que perdí y continuaba saliendo a tomar el sol todos los días. Aprovechaba ese espacio para escribir en mi cuaderno, algunas veces Maria se sentaba a verme comer algo de fruta y hablaba conmigo, me contaba De Santiago cuando era niño, y otras veces solo me quedaba en silencio recordando nuestras charlas. Me negaba a admitirlo pero lo extrañaba.

Esa noche me quede frente a la ventana hasta las 2:00 am, no lograba conciliar el sueño por alguna extraña sensación en mi interior. Alrededor de las 4:00 am el sonido de la puerta al abrirse me sobre exaltó.

De pie frente a la puerta de mi habitación estaba el, uno de sus hombres de seguridad lo traía a rastras. Tenía sangre seca en el rostro y en las manos, y el olor a alcohol se percibía hasta un metro de distancia.

-Q-que fue lo que sucedió?-, le pregunté al hombre que lo acompañaba mientras lo dirigía a dejar a Santiago en mi cama.

-Se emborracho-, no me digas, -y se puso a pelear-, de verdad?, -después pidió que lo trajéramos aquí.

El hombre lo dejó en mi cama y se fue cerrando la puerta con llave. Humedecí una toalla de manos y limpie la sangre seca de su rostro. A pesar de la cortada en la ceja, los moretones y la hinchazón, seguía viéndose extremadamente sexy. Limpie sus manos y le quite los zapatos, lo cubrí con las sabanas y me senté a vigilar su sueño. Suena estupido al decirlo, pero me sentía en deuda con el por todo el tiempo que pasó conmigo y el cuidado que me dio cuando enferme, y aunque yo no me emborraché y me fui a buscar pelea, finalmente mi enfermedad también fue provocada.

Logre dormir muy poco aquella noche, desperté sintiendo un dolor agudo en mi espalda baja por la incomodidad de la silla. Santiago permanecía dormido cuando Maria entró a la habitación con el desayuno, se alarmó de verlo en esas condiciones y le pedí que trajera paquetes de hielo y toallas. Cuando regrese al lado de la cama Santiago estaba abriendo los ojos.

-Hola tu-, su vos adormilada resultaba más sexy aún.

-Hey street fighter!, espero que el otro se vea peor que tú-, intentó una sonrisa que se vio más como una mueca de dolor.

-Quién te dijo que era solo uno?-, levantó la cejas.

-Quieres decirme que sucedió?-, negó con la cabeza, -okay, vamos a revisarte.

Mientras le ayudaba a sentarse note que se estremeció por dolor. Le retire la camisa manchada de sangre mientras me obligaba a mí misma a mirar a otro lugar que no fuera su pecho y...santísimo Dios de los abdominales!, como era el mantra aquel?...lo olvide. Sentí como mi rostro se calentó y Santiago lo noto, es más, se estaba divirtiendo con eso, lo sé por la sonrisa retorcida que tenía.

-Oye!, que clase de enfermera eres si no me miras para revisarme-, ujum.

Tenía una gran área color violácea debajo del brazo izquierdo, y aunque dijera que no, pude ver el dolor reflejado en su rostro al palparla, cuando crujió, casi podía asegurar que tenía las costillas fracturadas por la dificultad que tenía al moverse y al respirar profundo. Le ayude a quitarse el pantalón de Jean y a llegar hasta el baño.

Después de ducharse le puse hielo y el ungüento para los golpes que trajo Maria. Estuvo el resto del día en mi cama, y se negó a que llamáramos al Doctor Herrera argumentando que yo estaba haciendo un buen trabajo.

Santiago estuvo durmiendo la mayor parte del tiempo ese día. En la noche me acomodé en el sofá turquesa de la sala y me cubrí con una cobija extra que trajo Maria con la cena. En la madrugada desperté escuchando ruidos y voces, fui a ver a Santiago quien parecía estar teniendo una pesadilla, su rostro estaba empapado de sudor y murmuraba cosas ininteligibles.

-Santiago!-, lo llame tocando suavemente su hombro, pero no respondió.

-Hey Santiago!, despierta-, volvía a llamarlo elevando un poco el tono de vos y palmeando suave su mejilla no inflamada. Abrió los ojos de par en par al tiempo que apretó fuerte mi muñeca.

-Shhhh, tranquilo, tenias una pesadilla-, le dije y me libero de ipso facto.

-Lo siento Andrea!-, su respiración estaba agitada a la vez que su pecho subía y bajaba rápidamente.

-Con que soñabas?-, no respondió, -Bien, vuelve a dormir-, me dispuse a regresar al sofá pero su mano me detuvo sujetando suavemente mi antebrazo.

-A-Andrea...yo...no quiero dormir solo, puedes quedarte?, por favor-, asentí y arrastre la silla de nuevo junto a la cama, -pero...no puedes dormir ahí otra vez, ven-, palmeo la cama, justo a su lado.

Sentí mi rostro palidecer y un frío me recorrió toda la columna, sin quererlo deje de respirar y trague la saliva que no tenía, pues mi boca estaba seca.

-Andrea, tú sabes que yo no sería capaz de dañarte!-, era verdad, en parte, desde que estaba cautiva me defendió del pervertido, trajo ayuda médica y me cuido cuando estaba enferma, nunca me había lastimado.

Regresé la silla a su lugar y me recosté en la cama, a su lado. Transcurrieron unos minutos de un cómodo silencio.

-Andrea?

-Ujum...

-Ayer fue el aniversario de la muerte de mis padres, fue por eso que bebí.

-Lamentó escucharlo, no pretendo saber tu dolor pero me enseñaste a no autodestruirme, deberías aplicarlo.

-Andrea?

-Ujum...

-Gracias!

-Porque?

-Por cuidarme, por escucharme y por acompañarme.

Sin palabras.

Santiago tomo mi mano y volvió a dormir.

ESTOCOLMO la historia de Andrea y SantiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora