Capitulo 26. El encuentro

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-Esa es mi mujer!-, decía Santiago mientras chocaba el cristal con Iván y otros socios.

Llegamos tan cabreados por lo que había sucedido en México y a la vez aliviados de haber salido en una pieza y juntos de ahí, que decidimos hacer una improvisada fiesta.

Bebimos whysky hasta el amanecer, irónicamente Santiago contrató unos mariachis para que me dieran una serenata, y dijo que "México debía celebrar que su princesa había salido enterita de ahí, o se hubiera encargado personalmente de desatar el infierno en ese país".

Dormimos la resaca y terminamos la tarde en la piscina. Debo decir que ver a Santiago en su traje de baño tipo bóxer negro ajustado, y con el agua corriéndole por el cabello y todo su escultural cuerpo era muy estimulante, perecía un modelo de Clavin Klein en ropa interior... y todo para mi solita.

Yo llevaba puesto un traje de baño con tanga brasilera color naranja neón, que resaltaba bastante mi piel bronceada.

-Vamos nena!, ven acá, me estoy aburriendo solo-, dijo Santi fingiendo lastima.

Me apresuré a entrar en la piscina, di un clavado y llegue a donde el estaba. Me rodeó con sus fuertes brazos y dio vueltas conmigo en brazos.

-Mi pequeña guerrera!, eres toda una cajita de sorpresas, fuiste dura con el tipo eh!-, se la estaba pasando en grande con el asunto, sonaba como un papa orgulloso.

-Dale las gracias a Ivan, el fue quien me enseñó, por ti, seguiría aquí en la casa esperándote como la princesa que dices que soy-, le dije sonriendo y con mis labios sobre los suyos.

Sus brazos me rodeaban por la cintura y sus manos acariciaban mi espalda, mientras que mis piernas rodeaban su cadera. El me dio un beso en el escote y gemí, Santiago se encendió de una y nos besamos apasionadamente, enredar nuestras lenguas se sentía como saborear ambrosía.

Entre juegos Santiago desanudó la parte de arriba de mi traje de baño y las cosas se salieron de control, cuando me di cuenta estábamos envueltos en las toallas camino a la habitación, porque era un día de semana y habían personas del servicio en la casa.

Fuimos directo a la ducha para quitarnos el agua de piscina de encima. Nos metimos en el chorro de agua tibia desnudos mientras nos besábamos como si no hubiera mañana, sus labios estaban hinchados y rojos de tanto besarnos, y su mirada traviesa mostraba unas pupilas dilatadas de placer.

Santiago me dio vuelta, quedando mi espalda contra su firme pecho, mientras me tocaba los pechos y el abdomen, el toque de sus manos hacían que mi piel ardiera como brasas. Llevo mis manos contra la fría porcelana de la pared e inclinó mi espalda, una de sus manos rodeaba mi pecho desde atrás y acariciaba ardientemente mis pechos, mientras la otra rodeaba mi cadera y masajeaba mi entrepierna.

Sentía su ereccion crecer en mi espalda baja mientras gemía de placer y el me besaba el cuello.

-Santi ya para de jugar!-, le dije entre jadeos y más lo encendió. Me tomo de la cintura y me embistió.

-Esto es lo que querías?-, susurró a mi oído con vos ronca.

-Aja-, fue lo único que fui capaz de decir mientras arremetía una y otra vez en mi hasta llevarme al cielo.

Santiago hizo que tuviera varios orgasmos antes de acabar el, giró mi rostro y me beso en los labios para continuar besando mi cuello y espalda antes de salir de mi.

Terminábamos de ducharnos cuando me soltó una de sus flamantes ocurrencias.

-Deberíamos de irnos de viaje, unos pocos días, solo los dos, a la playa... quiero hacerte el amor en el mar-, y con lo último ya me tenía.

Decidimos viajar a una isla cercana, Santiago tenía una modesta casa frente al mar ahí, ya la había conocido antes y siempre había querido volver.

***

Estuvimos 4 días de viaje. La isla es bastante pequeña y poco turística, por eso...y por mi situación...siempre viajamos con identidades falsas.

A pesar de no ser muy conocida, la isla tiene una de las playas más hermosas que hay, el agua es cristalina y desde lejos el mar se ve en varias tonalidades de azul, la arena es blanca y en la zona norte de la isla hay un área de mar profundo cercado por rocas, que dejan el mar sin oleaje, formando una especie de laguna y es perfecto para practicar snorkel.

Pasamos unos días espectaculares, fueron casi como un sueño, pero como todo sueño...tiene que terminar.

Estábamos en el aeropuerto, no llevábamos mucho equipaje, así que bajaríamos del avión directo al auto. Salíamos de la sala de abordaje y caminábamos por el pasillo del aeropuerto directo a la puerta de entrada cuando lo vi.

A unos escasos cuarto o cinco metros de distancia caminaba Andres, mi hermano mayor, venía tomado de la mano de su esposa Lina que llevaba un bebé de por ahí de un añito en sus brazos.

Sentí que el mundo se me vino encima, un nudo enorme subió desde mi estómago a mi garganta y los ojos me escocieron. Me quedé mirándolo fijamente como si fuera una aparición fantasmal, si hubiera podido verme en ese instante juraría que mi rostro estaba pálido, o verde limón por las nauseas que me produjo.

No sé si fue cosa de hermanos, pero justo cuando pasó por mi lado sentí una electricidad que recorrió mi cuerpo y el me llamo.

-Andrea?-, dijo más como preguntándose a si mismo. Yo estaba segura que el no me reconoció porque yo llevaba sombrero y lentes de sol, este era mi camuflaje para los lugares públicos, y Santiago llevaba una gorra deportiva y también tenía lentes oscuros.

Andres se había alejado unos pasos y volvió a llamarme en un tono más elevado para que lo alcanzará a escuchar y le decía algo a Lina que no pude distinguir bien.

Santiago había pasado su brazo por mi espalda y su mano descansaba en mi hombro, el quiso voltear a mirar pero alcance a ver su intención.

-No voltees, es Andres!-, sentí la tensión en el cuerpo de Santiago que apretó un poco la mano sobre mi hombro. Apresuramos el paso y nos perdimos entre la multitud. El auto nos esperaba en la entrada, Santiago había llamado a su hombre de seguridad para que estuviera pendiente. Di un vistazo antes de subirme al auto y no volví a ver a mi hermano.

Si me preguntan si fue duro ver a mi hermano?, si, lo fue. Andres y yo éramos inseparables cuando niños y fue mi mejor amigo en la adolescencia. Ver a Lina con aquel niño en brazos me hizo pensar que tal vez era mi sobrino, que otra explicación hubiera?, si iban solos!. Saber qué probablemente me perdí de uno de los momentos más importantes en la vida de mi hermano me hizo sentir muy triste, pero esta era mi vida ahora y estaba completamente segura que mi familia no aceptaría a Santiago...y cuanta razón tenía.

ESTOCOLMO la historia de Andrea y SantiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora