Capitulo 32. A sangre fria

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Esa noche no pude dormir, pase toda la noche sentada mirando por la ventana, a las 3:00 am salí a la cocina a prepararme una taza de café y los escuche.

-Lina, tú sabes que ella no debe andar sola, ella no está bien, está enferma!, es que no lo ves?-, Andres susurraba pero el silencio de la madrugada no jugaba a su favor.

-Yo no la veo enferma Andres, ella solo se involucró con ese sujeto para que no la maltratara!, es todo, ya está mejor, eso se ve-, Lina también susurro, pero en su vos se notaba el hastío por el tema.

Decidí no espiar más y regrese a mi habitación. Había quedado más que claro que mi familia no estaba dispuesta a olvidar lo sucedido, siempre sería la enferma que se enamoro de su secuestrador, y no la mujer que ama al hombre que la ama igual. Ya no quería seguir viviendo sin poder ver a Santiago, cada día que pasaba sin verlo y sin saber de él me sentía morir, debía esforzarme hasta para respirar. Santiago no podía ser extraditado y si alguien podía hacer algo al respecto era yo.

De Ariel: Dimitri voy a cambiar de residencia, necesito ayuda con los muebles, pasas por mi?

Uno, dos...cinco minutos después.

De Dimitri: Ariel por ti lo que me pidas, te veo mañana en la escuela, al medio día.

Mi familia había sobrevivido casi cuatro años sin mi y estaban bien, Andres había continuado con su vida y ahora tenía no sólo a su esposa sino también a su hijo. Claudia había terminado la Universidad, tenía un buen trabajo y hasta tenía un novio. Y mis padres estaban bien, habían regresado a la finca que ahora estaba mejor que cuando me había ido. La única que estaba mal era yo...y estaba dispuesta a remediarlo.

****

Desde la madrugada había organizado un maletín pequeño con algo de ropa y unas cuantas cosas personales. No salí de mi habitación, espere que Andres se fuera a trabajar y salí. Me aseguré que Lina me viera buscar una pastilla para el dolor de cabeza y volví a la habitación. Estuve al pendiente hasta que fue la hora de la ducha de mi sobrino, Lina se encerraría en el baño y no me escucharía salir...y así fue.

Esta vez nadie me llevaría en contra de mi voluntad y no me despediría de nadie, no es por ser mal agradecida, son mi familia y los quiero, pero ellos tenían su vida resuelta y no me comprendían, Santiago no tenia cabida en esta familia y mi lugar estaba con el, por lo que yo tampoco tenía cabida en ese lugar.

La escuela era en realidad la Universidad, llegue una hora antes de lo acordado y me senté en la cafetería, pedí un jugo y espere. En realidad tuve una hora para pensar en lo que estaba a punto de hacer y con cada minuto que pasaba estaba más segura de que esto era lo que debía hacer. No sabia si ante los ojos de la sociedad sería lo correcto, pero era yo la que iba a vivir con esa decisión y si eso significaba poder estar con Santiago, lo haría y estaba segura que nunca me arrepentiría.

Faltando pocos minutos para la hora acordada me acerqué a la puerta de entrada de la Universidad, un Audi A3 color blanco se detuvo y reconocí a Iván cuando bajo el vidrio del pasajero, me apresuré a entrar y a dar inicio al plan.

Ivan condujo hasta un edificio lujoso cerca del aeropuerto de la ciudad, al principio creí que se había vuelto loco, eso era como enjaularse a el mismo, luego me explicó que se debía a un plan de escape bien elaborado.

En cuestión de horas estaba al tanto de lo que había sucedido en mi ausencia, ya no teníamos dinero en el país pero las cuentas y propiedades del exterior estaban intactas y yo tenía el control de ellas. Ivan había desocupado un par de caletas y teníamos suficiente dinero en efectivo, me entregó un par de mis antiguas armas y nos pusimos manos a la obra... no teníamos tiempo que perder.

***

Habíamos convocado una reunión con los antiguos hombres de Santiago, la mayoría ahora estaban dispersos y solo unos pocos se habían quedado con Iván.

El punto de reunión fue un terreno abandonado en las afueras de la ciudad, teníamos personas a cargo de avisarnos si había algún movimiento de la policia y teníamos un plan de escape.

-Señores!, buenas tardes para todos, se preguntarán porque los hemos reunido. Verán, Santiago está temporalmente inhabilitado para dirigir la organización así que yo tomaré su lugar ahora y tengo un trabajo prioritario para ustedes-, hable fuerte y con vos de mando. Los hombres se miraban entre ellos y hablaban en vos baja...al parecer no les había gustado la novedad.

-Yo trabajaba para Santiago García no para su perra de turno!-, dijo Romero de forma despectiva.

-Uhhhhhh-, dijeron todos los hombres al unísono.

Hay Romero, Romero, Romero...que haré contigo?, la verdad nunca me había inspirado confianza y no me gustaba su forma de mirarme.

Ivan se había encaminado hacia Romero que tenía una sonrisa macabra en su rostro, tome del brazo a Iván y lo detuve. Llegue a un metro de distancia de Romero que me miraba con altivez.

-Ustedes trabajan para Santiago García y yo soy su mujer, así que ahora trabajan para mi, les guste o no!-, dije mientas sacaba el arma y le apunte a Romero en medio de las cejas. Todos los hombres se tensaron de inmediato.

El maldito del Romero escupió al suelo y volvió a verme elevando el mentón...muy desafiante no?...no lo pensé ni un segundo y le disparé, un tiro certero en medio de los ojos. Los hombres se quedaron inmóviles y el horror se veía en sus ojos.

Cargue de nuevo el arma estando aún al lado del cuerpo inerte del miserable del Romero, puse un pie encima de su cadaver y hable.

-A alguno de los presentes le queda duda que ahora yo estoy al mando?-, de nuevo hable fuerte y moví la cabeza para recorrer el lugar y verlos a todos. Ninguno dijo nada.

-Muy bien, siendo así, ustedes-, señale con el arma a un par de ellos, -desháganse de esto-, señale al cuerpo de Romero con la cabeza, -los demás vengan conmigo.

Ese día me di cuenta de lo que era capaz de hacer por Santiago García, por mi y por mi felicidad, había matado a un hombre a sangre fría...y lo peor de todo era que no me arrepentía.

ESTOCOLMO la historia de Andrea y SantiagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora