Después de intentar salvar su vida toda la noche, los médicos se dieron por vencidos. Puede que sea dueño del hospital, que todos trabajen para él; pero la vida no está bajo su merced.
Orochimaru y la mayor parte de su equipo se encontraba en un letargo, una especie de shock, la noticia no podía ser cierta, por supuesto que no.
No podía estar muerto.
Un mes antes:
Era lunes, inicio de semana por demás agotador; los domingos por la noche suponían mucha acción para el chico, y a pesar de que ese fin de semana estuvo relajado, pareciera que un tractor le había pasado por encima. En su reloj las once de la mañana estaban marcadas, se acercaba al salón número tres del edificio "C" de su facultad, apenas le habían dado el cambio de profesor de una materia que sorprendentemente tuvo muchas ganas de inscribir a su semestre; pero ese leve y tintineante destello fue borrado de su cara en cuanto lo vio.
-"No puede ser" –pensó en automático cuando sus miradas se cruzaron. No pudo evitar dedicarle la más iracunda que tenía, pero sabía que el efecto no era el esperado. Simplemente recibió una sonrisa profesional y educada, aunque nadie mejor que ese chico sabía que no era más que una finta. Detrás de ella, se encontraba el sádico y hambriento monstruo que estaba acechándolo- "de todas las posibilidades, ¿por qué él? –Lanzó un suspiro largo al pasar por delante del mayor y subir los escalones hasta llegar a la cuarta fila y sentarse en la esquina. No planeaba estar cerca suyo, pero, ¿cómo evitarlo? ¿Por qué tenía que ser profesor? ¿Por qué tenía que dar clases ahí? ¿Por qué en verdad dios no lo quiere?
-"Es mi día de suerte" –Se dijo a sí mismo Minato en cuanto vio al menor cruzar la puerta. Las cosas no podrían estar saliéndole mejor, todo estaba a pedir de boca. Y si Sasuke pretendía si quiera hacer el útlimo intento por respirar en su clase, entonces él se encargaría de sofocarlo hasta que no pudiera inhalar más. En cuanto estuviera exhausto como una presa herida, él como su depredador, estaría esperando; al final tenían cuatro largos meses de clases más dos semanas de exámenes finales-
Ahí estaban, a punto de iniciar las clases de la materia de Fisiología microbiana. Originalmente el grupo al que Sasuke se había inscrito, tenía a otro profesor al mando, pero después a causa de problemas técnicos, lo dieron de baja y el grupo se quedó con profesor pendiente hasta ese lunes donde por lo que veía, Minato tomaría el puesto para su muy mala suerte. Solo bastaron algunos minutos más para que el rubio comenzara con su presentación; a pesar de que el clima estaba muy relajado, solo se necesitaban ver las miradas que se dedicaban para notar que tal vez ya se conocían desde antes, o tuvieran un problema sin resolver.
-Bien chicos –el hombre esbozaba una sonrisa metódica, podría que estuviera de buen humor, pero no debía dejar de ser algo serio, esencialmente para que sus nuevos alumnos le tuvieran el adecuado respeto- ya que estamos todos aquí, procederé a lo que para muchos de ustedes ya es rutinario; las presentaciones. Para aquellos despistados –en esos momentos, su mirada se posaba en la mayoría de jóvenes que se encontraban ya poniendo atención a la clase, pero poco faltó para que buscara los ojos que realmente le importaban- soy Minato Namikaze y me encargaré de darles la clase de Fisiología microbiana –hasta ese momento, el rubio se había mantenido parado al centro del salón; enseguida y con pasos cortos procedió a ir directo a su escritorio para continuar- lo más importante para todos aquí –sonreía levemente- es la manera en la que vamos a calificar el semestre; el porcentaje de exámenes, tareas, si hay trabajos finales o no y con cuanto exento –se rascaba la cabeza- y ahorita se los voy a decir, pero antes de eso me gustaría recordarles que el viernes pasado fue el último día para dar de baja materias, así que si me vieron y estaban decididos a dejar la materia o darla de baja –de nuevo su mirada se enfocaba en la mayoría del grupo, pero luego el vacío lo inundó para dirigirse a Sasuke, las indirectas estaban por demás marcadas ese día- lamento decirles que ya es tarde. Ya no hay cambios ni devoluciones, así que nos tendremos que aguantar –de nuevo una suave sonrisa galante que lo arreglaba todo. No. Un simple disfraz para parecer normal- pero no se preocupen, les aseguro que será un buen semestre y lo más importante de todo es que aprenderán mucho y pasarán fácil –una risa gentil emanaba de sus labios produciendo que el resto del grupo también riera. Todo pintaba como cualquier año, a excepción de Sasuke por supuesto. Solo estaba ahí sentado, observándolo sin emoción, como siempre le había gustado, que no hubiera expresión en sus víctimas. Atado de pies y manos, sujeto a su merced, a lo que quisiera hacerle. Definitivamente no descansaría hasta que el chico se arrastrara a sus pies para pedirle clemencia, rogarle para que no dijera nada, hasta que estuviera dispuesto a hacer lo que fuera.
-Me sorprende que hayas venido por tu propia cuenta, considerando el tan poco tiempo que ha pasado, Sasuke –Minato se encontraba en su cubículo, sentado en una silla de piel negra. Recién estaba revisando algunos papeles con respecto a su titularidad en los grupos de clase que tenía a su cargo. Eran alrededor de las cinco de la tarde; a esa hora en el departamento de biología casi todos se habían ya retirado. Colocó ambos codos en el escritorio para a su vez posar su rostro en las manos y mirarlo sonriente-
-Acabemos con esto de una vez –el chico yacía en el marco de la puerta; se cercioró de que nadie lo viera entrar y que el pasillo donde se encontraban estuviera vacío- ¿Qué quieres?
-Me pregunto cómo será que tengas que esconderte todo el tiempo, es decir, puedes huir detrás de mister catatonic, pero aquí... -el hombre dejaba unos segundos al aire, mientras tomaba del escritorio un lápiz comenzando a jugar con él- no eres más que un simple alumno; mi alumno... -el rubio era interrumpido bruscamente por el chico. Dio unos pasos al frente para entrar completamente al lugar, cerrando la puerta tras de sí con seguro, a lo que el otro simplemente sonrió-
-Vayamos al grano –la mirada fría de Sasuke hacía que Minato gozara más el momento. El rostro de ese chico era divino, esculpido por dios, magnífico, hilarante, sublime- ¿qué quieres a cambio? ¿Qué quieres que alguien como yo te dé para que estés en paz?
-Así que la pequeña joya de Orochimaru ha venido a negociar, ¿qué diría si se entera que te vi la cara ese día? ¿Qué sé quién eres?
-Deja de actuar como un idiota –le hablaba con enojo. Ciertamente Sasuke no es una persona muy paciente y Minato lo enfermaba- dame los lentes y tu silencio... -ahora el interrumpido era él-
-¿Qué estarías dispuesto a darme tu a mí? Al final sería un verdadero problema que la prensa nacional, mejor dicho, internacional, se enterara de la doble vida que lleva el adorado hijo del primer ministro, ¿no? –La diversión del hombre no cabía por si sola en la habitación; el menor simplemente suspiró con pesadez, no había más opción, ¿para qué molestarse? Igual hacía eso todo el tiempo para conseguir todas sus cosas ¿por qué debería ser diferente? a pesar de que quería lo que todos quieren, Minato no era igual a ellos-
-Te daré lo que más quieres –el moreno se cruzaba de brazos, intentaría actuar como lo había hecho con los demás antes, aunque en esta ocasión casi vomitara, era su obligación hacerlo; fue su error y tenía que arreglarlo. Su actitud cambió- conozco muy bien a los hombres como tú –su voz se escuchaba mucho más atrayente, seductora- y sé que solamente tienes un deseo, hay algo único que quieres...
-¿Y qué es según tú, lo que más quiero? –El mayor giraba en el eje de su silla mientras seguía sentado, esperando por la respuesta del Uchiha. No le quitaba los ojos de encima, al contrario, seguramente ya lo estaba violando de alguna forma dolorosa en su mente-
-A mí –sentenció con rudeza-
-Acércate –el rubio murmuró en un gesto apenas perceptible por Sasuke. El chico sabía que había comenzado; esperaba todo y de todo, un golpe, un escupitajo, una zarandeada, una violación severa, cualquier cosa. Y aunque en el fondo por primera vez se sentía nervioso de saber qué clase de cosas ese hombre podría hacerle, ya nada importaba. Estaba hecho.
Con pasos irregulares e inseguros, llegó hasta donde se encontraba el de ojos azules, colocándose a un lado de él. Pasaron unos segundos, Minato no le hablaba ni lo miraba, mientras que Sasuke contaba el tiempo que tardaba en actuar, estaba esperando, esperando a una orden o a que sus actos impulsivos llegaran. No tuvo que esperar mucho por ello- quítate la ropa –esta vez el rubio hacía contacto visual con él- quédate solo con la corbata –el menor acepto sin decir nada, simplemente lo hizo y ya. Primero se abrió el saco azul de gamuza que llevaba consigo para proseguir con el cinturón sujeto a su cintura. Continuó sacándose los zapatos y calcetines, botándolos en un mueble que estaba cercano a él; tiró de la bragueta de su pantalón y lo bajó junto con su ropa interior. Aflojó la corbata negra que llevaba a juego para desabrochar los botones de la camisa blanca y quitarla con facilidad. La escena completa tardó cerca de siete minutos, al fin estaba como Minato lo había pedido- buen chico –susurró. Con ambas manos delineaba cada parte de ese cuerpo tan delicado y grácil, pero lleno de cicatrices y moretones viejos- pareciera que siempre te portas tan mal, gatito –Minato jaló de la corbata para atraer más a Sasuke; teniéndolo ya tan cerca, aprovecho para colocar ambas manos en cada uno de sus glúteos y apretarlos con fuerza; le daban tantas ganas de azotarlos que no dudó en hacerlo, sacándole un leve grito a Sasuke- supongo que tendré que castigarte –sonreía lascivo- ¿quieres que te castigue? –a lo que el chico con la cabeza asintió. Inmediatamente el rubio volvió a jalarlo de la corbata para que esta vez se arrodillara mientras él se ponía de pie- chúpala hasta que esté bien dura para que pueda cogerte –sentenció. El chico hizo lo propio; una vez que abrió el pantalón del mayor, sacó su miembro aun dormido para masajearlo suavemente y meterlo en su boca de una estocada. Primero movía su lengua y hacía uso de toda su gesticulación para que a Minato comenzara a gustarle, era obvio que tantos años de práctica le enseñaron a como satisfacer a un hombre; cuando el rubio se hartó de los movimientos elegantes, lo sujetó de la cabeza con fuerza jalándole del cabello para que le doliera, y sin más metía su miembro ya erecto hasta el fondo de su garganta, haciéndolo casi vomitar; pero incluso ese sonido excitaba tanto al rubio- Mírame cuando te lo hago por la boca- aunque el chico asintió y elevó su mirada para verlo, no recibió más que unas bofetadas que marcaron sus mejillas de carmín, aunque fuera por un breve periodo de tiempo- me pregunto cuántas personas te han tenido de este modo; no cabe duda que eres la mejor golfa de esa pocilga, solo mira como me dejas con unas chupadas... vamos Sasuke, sé mi puta personal...
Sasuke no escuchaba aunque fingiera que sí. Sasuke no sentía aunque pareciera que sí. Sasuke no estaba aunque actuara que sí. El tiempo pasaba, a pesar de que Minato fuera diferente, implementaba las rutinas de siempre con él. Sabía cuándo gemir, cómo moverse, cómo mirarlo. Mientras lo penetraba con fuerza y lo doblaba sin importarle si le causaba daño, Sasuke permanecía a salvo, en su mundo; a dónde nadie llegaría jamás, el único lugar a donde podía escapar. No era más que un muñeco vacío dejándose hacer todo acto aberrante que existiera, pensando tal vez en que en algún momento sintiera verdadero placer.
Una hora más tarde, el mayor lo dejó ir, esta vez tuvo que contenerse dado que no tenía a la mano los juguetes que le gustaba utilizar y además no podía golpearlo como quisiera hasta que se arreglara con Orochimaru, sin mencionar lo sospechoso y peligroso que sería hacer esas cosas en la escuela. De cualquier forma ya lo tenía en su bolsillo, podría verlo cuando se le diera la gana y lo obligaría a que lo aceptara de nuevo en Foxy seven, sólo requería tiempo y dinero, de los cuales contaba con mucho de ambos.
-Te veo el viernes Sasuke-kun, puedes venir aquí a tomar las asesorías que gustes –le decía mientras se acomodaba el nudo de la corbata- me has demostrado el interés suficiente en la materia como para desperdiciar tu entusiasmo. ¿Vienes después de clases? –Sin ni siquiera esperar una respuesta, sonrió para sí mismo y continuó- que bueno que tu madre no está viva para ver en lo que te has convertido. Tu padre es el que debe estar orgulloso –le habló con burla. Si bien a Sasuke ya ni eso lo alteraba, un recuerdo le llegaba a la cabeza- el tercero... –susurró para sí mismo, algo que Minato no pudo escuchar, pero para el menor entonces ya tenía sentido-
-Te veo el viernes –el moreno confirmó para salir del cubículo. Mientras caminaba en el pasillo no podía evitar apretar sus puños con fuerza, en cuanto vio el baño, corrió hacia él para lavarse la cara con todo el jabón que hubiera en él. Cuando pensó que había terminado, se miró en el espejo, tan lúgubre su rostro como siempre, divisaba el dolor con el que había cargado todos esos años. La depresión estaba en su punto más alto, otra vez quería morir, de nuevo quería suicidarse. Esa sensación lo embargaba, extrañamente comenzó a temblar y a pasos mal dados regresó al escusado para vomitar. Minato le daba mucho asco, él y cualquier cosa que saliera de él.
En ese momento su celular comenzó a sonar, lo sacó y tiró al suelo, cuando se dio cuenta que se trataba de Orochimaru, ni siquiera esperó a que el mayor hablara, simplemente optó por ser claro y directo.
-Ven por mí –decía con voz apagada. Solo quería desaparecer-
-¿Sucedió algo? ¿Estás bien? ¿Sigues en la escuela? –Al otro lado de la línea el mayor de nuevo sonaba alarmado. ¿Qué era lo que faltaba? El chico nunca pedía cosas, favores, lo que fuera, y en ese instante estaba haciendo algo casi imposible, ¿le hicieron algo? ¿Qué pasó como para que él, Orochimaru, fuera el primero con el cual buscara ayuda? ¿Pedía ayuda? Claro que sí-
-Sólo, necesito que vengas –suspiraba en un intento por tranquilizarse. El haber visto al rubio le trajo recuerdos que ya ni siquiera recordaba que tenía. Quería correr, pero, ¿hacia quién? No hay nadie. No le queda más que la persona que conoce desde hace diez años, a quién reconoce mejor que a su propio padre. Pues sí, Orochimaru-
-Voy para allá –sentenció, a la par que le daba indicaciones con sus manos a sus ya conocidos Neji y Shikamaru. Sabía que algo estaba pasándole, a pesar de que ni él mismo lo creyera. Conocía a Sasuke, incluso mejor que a su propia palma de la mano; tanto física como emocionalmente, de pies a cabeza, y últimamente estaba de nuevo en el fondo de su depresión, o al menos así el mayor lo llamaba. Ya lo había visto así antes, pero esta vez era más severa a las anteriores.
Ambos colgaron a la par y cuarenta minutos después, el chico ya estaba en la camioneta. Pidió que lo llevaran al departamento del de cabello negro; eran cerca de las ocho de la noche, solo quería recostarse y pensar en lo que fuera. Se sentía preocupado, por momentos dudaba en si decirle a Orochimaru o no, si por primera vez alguien había visto la cara de Mister catatonic, era claro que se molestaría y mucho pero ¿igual qué? Solo había razones banales para nunca verle a la cara. Ciertamente era más divertido para todos y era una forma de ocultar su identidad por el estatus político que tenía, pero de ahí en fuera, no existía una verdadera razón por la cual no le tuvieran que ver el rostro, así que, ¿qué más daba? Pero por otro lado, algo dentro le imploraba para que no dijera nada, como si esta vez de verdad Orochimaru estuviera dispuesto a hacerle daño.
Pero, ¿por qué requería ayuda esta vez? ¿Sólo por qué se trata de Minato? ¿A pesar de que ha lidiado con gente peor y más demente? ¿A caso se estaba haciendo débil? Esta vez sentía que no iba a aguantar, ¿por qué? Esa extraña necesidad de tener a alguien que lo respaldara, ¿serán los recuerdos que merman su mente? De cualquier modo el daño ya está hecho, ahora había que aguantar hasta que encontrara una solución; mientras, si tendría que usar a Orochimaru para después, entonces tendría que portarse bien con él-
-¿Sasuke? –El hombre en cuestión entraba a la habitación donde el menor estaba descansando. Realmente esos días había logrado que fuera un manojo de nervios y ahora con esa actitud más errática de lo normal, le preocupaba pensar de nuevo en que el menor intentara suicidarse otra vez. El verlo así le traía tantos recuerdos que aunque lucieran que fueron de ayer, en realidad ya tienen más años de lo que pudiera imaginar-
-¿Qué? –el menor respondió suavemente sin dejar de fuera su tono normal de molestia. Bueno, al menos le contestó-
-¿Tuviste problemas con alguien? –El hombre preguntaba con seriedad, pero dentro de todo con gestos amables- ¿Quieres que nos deshagamos de alguien? Sabes qué puedo hacerlo, ¿te peleaste con algún estudiante? Yo... -Orochimaru era interrumpido por el chico en cuestión-
-Simplemente no tenía ganas de regresar por mi propio pie. ¿Acaso tengo que darte explicaciones de todo?
-Es sólo que nos pareció extraño –sentenció de nuevo- tomando en cuenta que nunca pides esa clase de favores
-Vete acostumbrando –suspiraba mientras seguía dándole la espalda. A pesar de todo, el mayor quería quedarse un rato más con él, los negocios podrían sobrevivir solos hasta el día de mañana. Era obvio que esas palabras llevaban una connotación mayor, una plática más seria, por decirlo de algún modo-
-Bien –Orochimaru se recostaba a un lado de él. Sasuke se sintió oprimido y con ciertas violaciones a su espacio vital, pero posiblemente sería la única y mejor oportunidad que tendría para tantear terreno-
-He hecho demasiadas cosas mal –de nuevo ese vacío sin sentimientos que helaba el corazón de quién estuviera escuchando. Una obra maestra- ¿por qué no me has matado?
-¿De verdad quieres esta plática? –Comentaba del mismo modo, a lo que el otro asintió esperando respuesta- ¿Tu por qué crees?
-Si realmente lo supiera, no estaría aquí preguntándote –el chico giraba un poco la cara para mirarlo de reojo- incluso desde el principio, me negué a hacer las cosas que querías, intenté huir demasiadas veces, hice que perdieras tantos clientes, que casi la policía te atrapara... estuve a punto de hundirte tantas veces que no puedo creer que me mantengas con vida
-Te dije que las cosas cambian, que nunca se mantienen estáticas... siempre creí que nunca había espacio para sentimentalismos o emociones innecesarias típicas de humanos aburridos, pero supongo que me equivoqué. Supongo que la mejor respuesta que tengo para eso, es que en un principio no podía asesinarte por ser el hijo del primer ministro, e hijo de uno de mis mejores amigos –suspiraba- todos sabemos que la forma en la que terminaste aquí ni yo la esperaba, además eras tan joven, ¿cómo podrías acatar reglas? Ciertamente abusaste de mi paciencia hasta que no quedó más para nadie... después fue culpa... y hoy quisiera pensar que es por otra cosa que ni siquiera yo puedo decir porque no estoy seguro a ciencia cierta de que se trate de ello
-Comprendo –el joven cerraba los ojos. Los detalles de esa noche alumbraban su cabeza-
-Contéstame algo... -el menor daba pauta para que hiciera lo que tuviera que hacer- ¿todavía piensas que puedo matarte?
-¿Tú que crees? –Lanzaba una burla al aire- ¿enserio piensas que soy idiota? Porque si lo piensas así entonces el verdadero idiota aquí, eres tú. Por supuesto que sí –de nuevo ese apagón en el alma- eres capaz de hacer todo. Siempre espero el día en que lo hagas, de ahí proviene mi curiosidad por saber porque no lo has intentado antes
-Lo intenté –frío de nuevo- pero nunca salió bien como podrás notarlo –cálido ahora- pero ciertamente, ahora mismo dudaría en volver a hacerlo
-¿Por qué? –se giraba a verlo-
-Porque eres tú...
-De cualquier modo, nunca se puede bajar la guardia contigo
-¿Qué pasó hoy Sasuke? –La sorpresa en el Uchiha se hizo notar- ¿vas a seguir con eso? –Contestó- seguiré hasta que lo escupas...
-Mikoto –susurraba tratando de restarle importancia- hoy estuvo muy presente en mi cabeza –y de nuevo a darle la espalda- eso es todo –un hueco en el estómago se formó en el mayor. Por demás fue la parte más traumática de la vida de Sasuke; la que lo hizo ser como es hoy por hoy-
-Comprendo –respondió a secas-
-¿A dónde ha estado Fugaku? –Preguntó sin más, cambiando sin cambiar la conversación-
-Está en una gira por Europa, regresa en tres días
-Entiendo...
-Sólo dime cuando quieras ir a verlo –ante lo dicho, de los labios de Sasuke una risa burlona salió otra vez-
-¿En verdad crees, que aún quiero hacerlo? No me pongas de malas. Por la culpa de ambos es que estoy aquí
-Lo sé... -contestaba sin emoción-
-Aunque trate de fingir, simplemente no puedo actuar como si te quisiera, más aún porque no puedo creer en los sentimientos que según tú, tienes por mí
-También lo sé, y nunca te lo he pedido, ¿cómo podría hacerlo? Recuerda que quererte, no es lo mismo que tenerte –y robándole un beso en la mejilla, se levantó con brusquedad para salir de la habitación.
El chico hundió su cabeza en la almohada, y las memorias brotaron como sangre de una estocada con un puñal.
Cuando se es joven, entre los diez y catorce años puedes creer que conoces el mundo, que nada va a dañarte porque ya tienes mucha experiencia y has vivido a marchas forzadas todos los escenarios posibles de cualquier caso. Pero no es verdad. Y aunque no te importe, la vida se encarga de alcanzarte, ya sea para bien o para mal.
Esa noche como cualquier otra, Sasuke se durmió cerca de las diez. Su casa era la mansión de Fugaku Uchiha que recién se había postulado por su partido para ser primer ministro del país. Por la misma razón si de por sí nunca estaba en casa, desde que empezó la campaña política, era rara la vez que tan si quiera podía saludar a su padre.
Si bien su relación no era la típica entre padre e hijo, al menos era tolerable y nunca le faltaba nada. Todo lo que quería siempre lo obtenía a la brevedad posible y debido a que le daba todo el apoyo que necesitaba para sobresalir en lo académico y en las cosas que le gustaban, no es que se pudiera quejar mucho. Para ese entonces, Sasuke lo veía más bien como una especie de cajero. Su amor a cambio de todo lo que quisiera siempre, realmente era un precio bajo en comparación a la manera tan garrafal en la que lo explotaba. Pero así estaba bien y así funcionaba.
Por otro lado su padre por sí solo estaba siempre ocupado, buscaba algo que le quitara más el tiempo para no tener que llegar a casa. Desde la muerte de su esposa, la relación con su hijo se fragmentó en miles de pedazos... más de lo que siempre estuvo. Fugaku era un hombre estricto, rudo y hasta cierto punto necio; pero con un alto sentido de responsabilidad, objetividad y disciplina, mismas que intentó forjar en Sasuke con el paso de los años. Aunque probablemente no lo logró al cien por ciento; y aunque a la luz pública ambos daban una cara de familia perfecta, en la vida real distaban de ser perfectos.
Y así como Minato, sus gustos culposos lo llevarían a destruir a su propia familia, a la que tanto trabajo le costó construir.
Se tituló de la licenciatura en Derecho como el mejor de su generación, con el promedio más alto y con mención honorífica en su haber. Casi de inmediato consiguió entrar a uno de los partidos políticos del país y hacerse un nombre dentro de él. Entre uno de esos pilares, fue que conoció a su esposa Mikoto, con la que dos años después de conocerse, decidió pedirle matrimonio.
Los años pasaron rápidamente, dando pie a ese vacío existencial que el hombre tenía, dado que el mismo tiempo había pasado de que no tenía acción de verdad. Armándose de valor un día, incitó a Mikoto a participar en sus extremas aventuras para que sólo tiempo después, la tragedia sucediera. Sasuke tenía alrededor de cinco años cuando lo vio. Que finja olvidarlo es muy diferente.
Y después, hay un salto de más de seis años en la historia, hasta esa noche donde Sasuke se despertó alrededor de las dos de la mañana. Escuchó algunos ruidos desde la planta baja que llamaron su atención, por lo que decidió ir a ver pensando en que su padre habría llegado. Efectivamente había llegado, pero nadie, ni siquiera la escena de su madre muerta en medio del estudio con una bolsa en la cabeza, lo preparó nunca para ver lo que estaría frente a él al llegar al final de las escaleras.
Un gritó hundido salió de sus labios cuando le encontró forma a lo que sea que estaba frente a la chimenea y en la sala tapizada de sus finas alfombras persas; dio unos pasos para atrás intentando subir a su habitación, pero no contó que dentro de su horror, olvidó que detrás de él, estaba una pequeña estatua de mármol que tiró y rompió en el acto. En cuanto su padre y alguien más lo vieron, no hubo vuelta de hoja. Así que corrió, corrió y corrió más rápido para intentar esconderse, en ese momento no podía pensar. Solo había una palabra circulando en su mente: miedo. Al recorrer toda la planta baja, subió por las escaleras ocultas del ala sur, y siguió hasta el segundo piso; ahí intentó abrir algunas puertas a las cuales su padre siempre le había prohibido la entrada o bien, se encontraban bajo llave. El chico siempre tuvo la idea de que si no podía entrar a esas habitaciones, era porque fue la parte de la casa donde Mikoto falleció y donde se encontraban todas sus cosas; tanto él como su padre, nunca quisieron deshacerse de ellas.
Retomando su terror, el muchacho podía escuchar los pasos de los hombres que estaban buscándolo y la confusión lo abrumó lo suficiente como para cuestionarse realmente sobre su padre. Con lo que vio, se daba cuenta de que nunca supo en realidad de la clase de monstruo psicópata con el que estuvo viviendo tantos años. Simplemente era atroz, no podía ser. Esa cosa no podía ser su padre.
Al fin, pudo encontrar una puerta abrirse, sin percatarse que era el estudio donde su mamá había fallecido y que según Fugaku, había clausurado por completo; no fue hasta que al intentar esconderse en ese lugar, vio la cereza del pastel echado a perder de la vida secreta de su padre. En el escritorio y en todas las paredes, pegados por todos lados, cintas y videos regados por doquier, siempre era lo mismo, más y más macabro. Tomó algunas fotos del escritorio, y conforme las cambiaba una a una, cayéndose al suelo, vomitó.
No pasaron más de diez minutos cuando dieron con él. Simplemente alzó la mirada, el estado de shock en el que entró, fue el causante de fijar el trauma que lo acompañaría para siempre. El que se encargó de empezar a inhibir sus sentimientos y emociones... Su padre estaba frente a él, con una simple mirada triste, y entonces fue cuando el segundo sujeto se acercó y acertó en su rostro un golpe tan fuerte que de inmediato vio oscuridad.
En cuanto despertó, el infierno desatado en su más puro estilo carmesí. Era solo el principio. De ahí en más, solamente escuchaba un nombre, el mismo todos los días. Orochimaru. El mismo que abusó, ultrajó y pervirtió todos los días. El causante de castigos humillantes, dolorosos, aberrantes. El perpetrador de actos sucios, depravados y asquerosamente sádicos. Su jefe, su dueño y su amante.
-¿Cómo esperas si quiera, que olvide las cosas que me hiciste? –Sasuke hablaba en voz alta para sí mismo. Después de haberse quedado dormido un rato y no tener más que esas pesadillas espantosas de las que tanto pretendía huir todas las noches, miró el reloj despertador, eran cerca de las tres y cuarto de la mañana. Todo estaba en silencio.
Ni siquiera se había metido a la cama, simplemente se quedó como recordaba una vez que terminó de platicar con Orochimaru; se llevó una mano a la frente, estaba sudando mucho. Decidió levantarse para hacerse un cambio de ropa; inmediatamente dejó la mojada en el suelo, a un lado del ropero y sacó su pijama, una vez puesta, prefirió ir a la cocina por un vaso de agua; todo estaba oscuro, pero caminando a tientas llegó a su destino para poder cumplir su objetivo deseado. Su sorpresa fue al ver a ese hombre de cabello negro que tanto miedo le dio en algún momento, acostado en el sillón con un par de mantas y una almohada ¿acaso le estaba dando su espacio a Sasuke? ¿De verdad no dormiría con él? Al menor no le extrañaba que a veces no lo encontrara en la cama al despertar, especialmente por el trabajo y las cosas que tenía que hacer en ocasiones, pero... eso... últimamente todos estaban actuando como unos desquiciados y posiblemente él no era la excepción. De cualquier modo, lo miró unos segundos desde el marco de la cocina. Incluso desde esa perspectiva no lucía mal. Para aquellas personas que no lo conocían, Sasuke podría jurar que pasaba como una buena persona, pero no. Jamás podría engañarse a sí mismo, el día que eso pasara, definitivamente moriría.
-¿Cómo podría querer a un monstruo como tú? –Susurró con tristeza- por más que lo intentes y por más que yo ceda, el resultado siempre será el mismo –agachaba la mirada, observando el piso blanco, frío, vacío como ellos- nunca podría creerte... -Sasuke siguió su camino de regreso a su habitación para acostarse otro rato. Ya sería otro día y al menos sus tormentos de momento ya los había superado. Además otra idea estaba fluyendo en sus hemisferios cerebrales para poder echar a Minato de su vida o tranquilizarlo en lo que decidía como resolver la situación. Dado que por supuesto, ya tenía algo de ventaja. Sus lentes de sol; como buen ladrón que es, ya estaban posando en la bolsa trasera de su mochila. Por lo menos dormiría un poco más tranquilo.
En cuanto pudiera, usaría a Naruto para darle en donde más le doliera a ese imbécil. Puede ser el enfermo sádico-psicópata más temible que quiera, pero el hecho de ser padre, era completamente irrefutable, ¿hasta dónde sería capaz de llegar para que no dañen a su niño?
Lo que nadie tomó en cuenta fue que esos días resultarían trascendentales para Sasuke. Marcarían su futuro más próximo y la finalización de su plan ya realizado durante todos esos años. Solo estuvo esperando la señal; a pesar de que él mismo sabía que era muy difícil de identificar, también sabía que cuando esta llegara, lo sabría. Y al fin había llegado-
-"Al cabo de unos días, me di cuenta de que probablemente, él era la pieza que tanto había estado buscando. Uzumaki Naruto."
Mister catatonic, pequeño ser pulcro, simplemente harmonioso, lábil, educado y elegante; perfecto para ensuciar con la mejor salsa mal hecha. Entre más pervertido se vuelve, su alma más inocente y frágil se enciende. Mister catatonic, banalidad por fuera, magia por dentro, sadismo en su más puro firmamento, fiebre alterada por un momento. Desalineado, burdo, vulgar y reluciente cuerpecillo que baila al compás de cualquier firmamento.
Mister catatonic, calor en hielo.
Mister catatonic, infierno en el cielo eterno.
Mister catatonic, víctima y victimario de cualquier veneno.
ESTÁS LEYENDO
Mister catatonic
Fanfiction¿Qué es Mister catatonic? ¿Quién puede ser capaz de convertirse en Mister catatonic? Belleza y destrucción lascivamente vulgar. Por Mister catatonic el mundo arderá. Siempre habrá un roto para un descosido. ¿Qué pasará al mezclar a Mister catatonic...