"Melancholic"

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Probablemente las plegarias rezadas hacia Dios lo ayudaron, al menos por ahora.

Se encontraba recargado en la pared de un callejón no muy lejano a su casa. Le faltaba el aire y necesitaba recomponerse lo más rápido posible.

Podía notar el sudor cayendo de su frente; probablemente parecía un loco, había corrido como nunca después de haber tomado un taxi que lo aproximara lo suficiente; si no pudo seguir, fue por el tremendo tráfico que había a esa hora por toda la ciudad. De no haberse bajado, seguro que no llegaba antes que su padre.

Naruto tenía ambas manos recargadas en sus piernas, inhalaba y exhalaba con brusquedad, tratando de captar el máximo aire que pudiera; lamentaba no ser ese chico atlético que pasaba mil horas en el gimnasio, al menos eso le habría dado las fuerzas para seguir.

Levantó la cabeza después de tenerla gacha por unos minutos y tomó su mochila, acomodándola bien, emprendió el camino hasta su casa, no sin antes, haber sacado el objeto que encontró en el cubículo de su padre.

Corrió lo más rápido que pudo. Solo pedía al viento que Minato no llegara al mismo tiempo que él. Era una tarde muy soleada, así que andar a toda velocidad era mucho más pesado. Por fin, a una distancia próxima, localizó su casa; por lo menos las calles de su vecindario estaban vacías. Rodeó su hogar para saltar la cerca trasera y entrar por el jardín que daba a su cuarto; inmediatamente, con el brazo derecho, agarró impulso y lanzó al techo tan curioso artilugio, dudando en que probablemente su padre fuera capaz de buscarlo entre sus cosas.

Ya seguro de que eso estaba en el techo, abrió su ventana y pasó a aventar todo. Como pudo, se desnudó, medio desordenó su habitación para finalmente, buscar ese asqueroso libro que efectivamente una amiga le había prestado desde el semestre antepasado; botándolo a mitad de su cama, corrió hasta el baño, abrió la llave y se metió a bañar. También se aseguró de meter su ropa a la lavadora que desde temprano la habían dejado lista para trabajar; con el agua y detergente, no se notarían sus mentiras.

Se colocó el shampoo y fue cuando escuchó la puerta abrirse.

-¿Naruto dónde estás? –Escuchó a lo lejos la voz tranquila de su padre-

-¡Estoy en el baño¡ -gritó. Así como medio se talló el cabello con una mano, así medio lo hizo con su cuerpo y el jabón. Su padre no tardó en abrir la puerta-

-¿Naruto? –Volvió a preguntar. Parecía alegre-

-¿Cómo estás pa? –Contestaba con felicidad, como si nada sucediera-

-¿Qué está pasando? –De nuevo ese tono extraño en su voz lo delataba- ¿Por qué te estás bañando ahora?

-Después de que hablé contigo, seguí leyendo. Pero la verdad es que no sé en qué momento me quedé dormido –sus mentiras intentaban ser sinceras. Si no le creía, podría ser una situación muy complicada; y con lo poco que había visto solo llegó a una conclusión. Puede que su padre ahora le diera, un poco de miedo- desperté hace un rato, vi la hora –suspiraba- desperté bien sudado así que quise bañarme rápido antes de que llegaras –se hacía el dramático- tenía la esperanza de estar listo antes de que cruzaras la puerta y poder irnos a cenar –hablaba con tristeza a lo que su padre, después de un inquietante silencio, contestó como si nada-

-Vamos hijo, no te preocupes –sonreía detrás de la cortina de la regadera- yo te espero

-Gracias pa –Naruto seguía con la misma seguridad del principio- ya me apuro

-Claro –Naruto vio a través de la cortina que Minato se había dado la vuelta para acercarse a la puerta; pero algo lo estancó. Notó que agachó la cabeza, dudaba un poco sobre algo. Tal vez no le creyó del todo. Y fue entonces cuando lo hizo-

Mister catatonicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora