Día 17: Dolor

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[En la noche anterior, en la casa de Kuroha]

-¡COMO TE ATREVES A ESCAPAR! ¡ERES UNA PERRA! ¡UNA IDIOTA!
-¡Lo siento amo! ¡Perdóneme!
-¡Es hora de tu castigo, zorrita!
-¡Por favor, no!

Gritaba pidiendo piedad, mientras era atada a una cama a la fuerza, con su cuerpo al desnudo, y su brazo roto a nada de quedar en un estado más crítico que antes.
Una gran sonrisa se veía en su compañero, el cual salía de la habitación y en unos minutos volvía con un maletín, del cual procedió a sacar unas herramientas algo extrañas, pero a la vez curiosas.

-Probemos estos nuevos juguetitos que compré~, suponía que en cualquier momento tú intentarías huir, así que decidí comprarlos para jugar un rato~, ¡comencemos por este!

Sacaba una especie de garras metálicas en tamaño pequeño, mientras reía de manera algo perversa.

-Tal vez no sean del tamaño querido... ¡Pero sirven!
-¿Qué hará?... Amo...
-Ya verás~

Comenzaba a reír mientras pasaba aquellas garras por la piel de la joven, causando tal presión que comenzaba a crearle heridas no muy profundas pero si largas.
Este método parecía gustarle, pero decidió tomar unas plaquetillas unidas con tornillos y las colocó en los pulgares de la joven, así apretando las tuercas y oyendo como lentamente se le partían las falanges y uñas de ambos pulgares de sus manos.
La joven gritaba en agonía, hasta que en determinado momento su amo se aburrió, y decidió parar con la tortura, para así ir hacia la cocina y prepararse comida.
La chica se encontraba llorando y chillando, hasta que perdió la consciencia, un paño cubría su nariz, haciendo que perdiera la consciencia por el aroma del cloroformo.

[En la habitación de Shintaro]

Con lágrimas en los ojos, aquel joven deprimido intentaba percibir mejor aquella silueta que le había detenido, silueta la cual le limpió las lágrimas, para luego acomodar su bufanda carmesí.

-¿Ayano?...
- Shintaro-kun, no deberías hacer eso.
-¿Enserio eres tú?...
-Deja esta tijera...

Decía la joven con una serena sonrisa en su rostro, mientras le quitaba la tijera y la guardaba dónde debía ir.
Su amigo se encontraba muy confuso, demasiado a decir verdad.

-¿Qué haces aquí?...
-Sólo intentaba salvarte, Shintaro-kun.
-No necesito tú ayuda...
-Lo sé... Pero... Olvidalo...
-¿Olvidar qué?
-Adiós, Shintaro-kun

Comenzaba a irse la joven, mientras perplejo le miraba su amigo.

-¡Ayano! ¡Espera! ¡No me dejes!
-Lo siento... Estoy muerta.

Dijo con una sonrisa, para luego salir por la puerta.
Shintaro fue detrás de ella, pero al cruzar la puerta, notó que ella ya no estaba, dejándolo muy confundido.

[Hoy en la mañana]

Abriendo los ojos, algo confundida miraba a su alrededor aquella joven virus, puesto que no reconocía el lugar donde se encontraba.
Hasta que algo le cubrió los ojos, no permitiéndole volver a ver su entorno.
Aquello era cálido y de aroma familiar, con una textura que había sentido antes.
Algo la estaba tomando del cuello de las ropas y acariciando su blanco cuello, y ese algo le inclinaba la cabeza hacia arriba.

Algo la estaba tomando del cuello de las ropas y acariciando su blanco cuello, y ese algo le inclinaba la cabeza hacia arriba

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