EPÍLOGO

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Se podría decir que el funeral de Aria Moore fue bonito, y corto. También fue diferente a todos los demás. Se hizo de manera distinta, como dictaba la tradición de los Alpha. La manada se sentía algo culpable, ya que todos ellos sentían que debían protegerla, pero no lo habían hecho. Aria había muerto.

Hacía unos minutos que había terminado. Todos se habían marchado llorando, sobretodo Taira, desolada, porque ya no le quedaba nadie. Taira se quedaría en la manada Alpha, con Ethan, por el momento.

A los minutos apareció un vampiro de piel blanca y pelo negro. Con expresión de angustia y una mueca de dolor dibujada en el rostro.

-Hey – susurró poniéndose de cuclillas frente a Aria. Su cuerpo yacía inmóvil sobre una balsa de madera, adornada con flores de todos los colores y de todos los tipos – Te sienta bien el blanco – rió, y una lágrima cayó por su mejilla – Lo siento cielo, no debí haberme marchado. Si hubiera estado yo ahí, quizá no hubieras sido tú, quizá no hubiera sido nadie – se quedó callado por un minuto, observándola – Descansa en paz cielo, cuidaré de todos, te lo prometo – acarició su mejilla.

Thomas se levantó, derrotado. Por primera vez en mucho tiempo, la culpabilidad le inundaba.

Hubo un momento de sonido absoluto, un segundo en el que, ya fuera por coincidencia o no, los pájaros pararon de cantar, y el viento dejó de soplar.

En esa milésima de segundo, Thomas escuchó un latido.

-Tiene que ser una broma – susurró acercándose al cuerpo de Aria – Por favor dime que no estás muerta – Puso una mano sobre el pecho de la chica, esperó unos segundos, y volvió a sentir un latido – ¡Christina, Clarissa! ¡Venid todos! – gritó a todo pulmón.

Todos se encontraban en el salón de casa de Ethan, y todos salieron corriendo hasta donde estaba el vampiro, alarmados.

-¿Qué ocurre? – preguntó Eline, recuperando el aire por haber corrido. Ella también había ido hasta la manada Alpha para despedir a su mejor amiga.

-Shh – Los silenció Thomas, con la intención de que escucharan los latidos. Todos los murmullos que se oían alrededor de esa zona de la aldea se apagaron.

-¿Qué pasa? – Preguntó Taira desesperada. Ni ella ni Eline tenían la capacidad de escuchar los latidos de Aria.

-El corazón de Aria, sigue latiendo – Dijo Ray con los ojos vidriosos. Todos se sintieron aliviados, y parte de la culpa que les inundaba desapareció.

Ethan llegó alarmado.

-Ethan, está viva. Su corazón aún late – le dijo Taira con la voz temblando por la felicidad.

-No puede ser... - susurró acercándose - Apartaos todos – los echó hacia atrás – ¡RETROCEDED! – gritó.

-¿Pero se puede saber qué te pasa? – le gritó Eline.

-Los vampiros, fuera – señaló la puerta – Ya no sois bien recibidos. No sois dignos de su presencia – señaló a Aria, aun dormida.

-¿De qué estás hablando? – Drew frunció el ceño.

-Tendrás que matarme para que la deje sola – Ray lo enfrentó.

-¡LARGO! – Exclamó. Parecía cegado de ira, y nadie sabía por qué.

-No puede ser... - Yuma, Yetzel, Alanor y Talium aparecieron, todos susurrando y murmurando palabras de sorpresa.

-Por favor, marchaos – Yetzel se dirigió a los vampiros – Vuestra presencia ya no es bien recibida aquí.

ASCENDE: La Leyenda #Wattys2019 {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora