Cinderella {Adaptación Camren}

Capítulo 75

Sin decir una palabra por el momento, y aun conteniéndose las ganas de gritar, sostuvo también una galleta, la untó en helado y la chocó con cuidado contra la galleta que Camila sostenía. Un nudo se formó en su garganta. ¿Es que ella era cruel y disfrutaba haciéndolo? ¿Por qué le estaba haciendo caso?

Flashback 

Sorprendentemente la morena sacó su pote de helado, sacó una cuchara de plástico que traía en el bolsillo y se la tendió para que la cogiera con la mano izquierda. Tomó la suya que ya estaba usando y untó un poco de helado.

Camila: Saca un poco. –Extrañada, Lauren lo hizo- ¿Te acuerdas del brindis de la galleta? –La forma en la que la miraba le pareció muy dulce- Hagamos una con helado, porque sé que se vendrán cosas nuevas. Sin importar nuestra situación económica, dejemos que las cosas sigan con naturalidad. ¿Estás de acuerdo?

Lauren: -Se rió a su manera, meneó la cabeza sin creer que estaba haciendo esto- "Sí, estoy de acuerdo." –Ambas chocaron sus cucharas y se comieron el helado. Parecían dos niñas sonrojadas consigo mismas por lo que hacían.

Fin flashback

Cerró los ojos con ese recuerdo y optó por comerse la galleta, pero la dulzura de esta no le llegaba a la boca. Esa navidad, esa maldita noche diciembre, ella había planeado una sorpresa para Camila. Le había comprado una cadena de oro con un dije de galleta y un helado, porque eran dos símbolos que las unían. Esa noche cuando ambas estuvieran apartadas, pensaba colocársela susurrando una frase que había practicado mucho tiempo. Iba a decirle Te amo con su propia voz, no más modulaciones, no más contenciones, podría decirle aquello, porque su esfuerzo mental también cooperó en ello. Diez años después se encontraban ahí, eran dos adultas que se despedían después de finalizar el contrato que las mantuvo unidas prácticamente por tres semanas.

Lauren: ¿Así de simple te vas a despedir? Vaya Camila, mostraste tanta insistencia y entusiasmo por trabajar conmigo, y ahora aquí, –indicó a su alrededor- en una simple cafetería, es donde pretendes hacerlo, como si fuera algo simple. 

Camila: Sabes perfectamente lo del helado y la galleta, quería recordarte que aun habiendo odio entre nosotras, podemos tener un momento para reflexionar y dejar nuestras diferencias de lado.

Lauren: ¿Quién te dice que lo estoy haciendo? –Gruñó- ¿Quién te dice que no te sigo detestando? Espera, espera. -Hizo una mueca- ¿Piensas que voy a perdonarte?

Camila: -Aun cuando sus palabras le dolieron bastante, sonrió lentamente- Y ahí está Lauren Jauregui, cuando todo finaliza, aprovechas para sacar tu artillería más pesada, justo el último día. Lo único que sabes decir es eso, como si estuviera pensando en tu perdón, o en que no me odies. –Por supuesto que lo hacía, sobretodo desde que se había dado cuenta que aún poseía sentimientos muy fuertes hacia ella- Te has vuelto una persona tan oscura, y tan llena de resentimiento, que no sabe mirar más allá de su ombligo.

Lauren: ¡Y supongo que tú eres la madre Teresa! –Lanzó un bufido burlona- No me conoces en lo absoluto Camila. ¡En nada! –Sus puños le temblaban, sus piernas querían separarse de la silla donde estaba, pero seguía allí, mirándola con toda la ira brotando de su boca.

Camila: -"No pierdas la compostura, Camila, no lo hagas". Respiraba profundamente para no caer en el juego- Me da tristeza que una mujer tan inteligente, siempre caiga en lo mismo, llevamos un trabajo relativamente tranquilo estos días, pero cuando te das cuenta de que me voy, aprovechas para mostrarte cómo eres. Y no, ¿sabes algo? Tienes razón, no conozco a la Reina del Universo, yo sólo conocí a quién fue la mujer a la que quise tanto cuando era adolescente, a mi Cenicienta. –Cuando dijo esa palabra, Jauregui quiso llorar y no entendía por qué- Mi novia, a la que herí por culpa de una manipulación sentimental. Yo ya me perdoné y dejé de castigarme por el error que cometí, por eso creo que puedo seguir adelante. En cambio, tú, Lauren, tú seguirás estancada tratando de odiarme y teniéndole rencor a mi familia, y si es así, lo siento mucho, pero nadie más que tú misma puede sacarte de ese círculo. –Se paró dejando un billete generoso sobre la mesa- Sin embargo, –enarcó una ceja, estaba aparentemente serena- si es así como te gusta ser, está claro que no hay nada más que yo pueda hacer por ti.