Sus dedos temblaban en su regazo, su espalda recta pegada en el marco de la cama sólo significaba que no había podido dormir toda la noche pensando en que mañana les darían los resultados, por fin esos inútiles medimagos como él solía llamarlos, tenían una pequeña idea de que le pasaba a ella.
Él no podía hacer mucho, sin saber que tenía no podía preparar una poción, lo haría a ciegas. Trataba de que no tuviera preocupaciones, era lo mínimo que podía hacer.
La desesperación de que le llegara a pasar algo malo lo carcomía.
No quería perderla.
Era su mundo. La amaba. Le encontró el sentido a la vida de nuevo, sólo por ella, ella era su vida.
Tenía miedo.
Pero no lo demostraba, no debía, tenía que ser fuerte, ella no lo podía ver llorando, no porque le diera pena, ella ya lo había visto hacerlo y otras tantas cosas que no se permitía en frente te nadie.
No podía ser débil ahora, sino ella se pondría más nerviosa y ansiosa, debía ser su fortaleza y no dejar que cayera, si lo veía débil todo se desmoronaría.No lo permitiría.
Así como no permitiría que ella se fuera.
Él era mayor, tenía que morir primero, ya de viejitos, aguantando hasta su último aliento para estar con ella. Si fuera por él, jamás la dejaría, pero eso estaba fuera de su alcance, eso es la vida. Pero lo de ella se podía prevenir. Era joven. No la dejaría.
Habían ido con infinidad de medimagos, incluso con doctores muggles, pero nadie sabía que tenía.
Todo empezó desde hace unos meses. Se sentía débil, sin ganas de hacer nada, siempre tenía mucho sueño, luego comenzaron los mareos, la aparición de moretones en su cuerpo, temblores, nauseas. Primero creían que ella estaba embarazada, eso esperaban pues no querían que fuera algo grave, además ella siempre había querido un bebé.Ese fue el inicio de todo, les habían comunicado que no estaba embarazada pero querían que se presentará para otros exámenes. Habían detectado algo pero no sabían que era hasta que hicieran más pruebas.
Desde ese día entraban y salían de san mungo y demás establecimientos pero nadie daba con lo que tenía, su salud se deterioraba más cada día.
La veía dormir tranquila. Había noches en las que no podía, le daba insomnio, él se quedaba despierto con ella hasta que se durmiera, a veces veían una película hasta tarde, leían juntos un libro, jugaban ajedrez, cualquier cosa, terminaban durmiendo algunas horas, en el caso de Snape, le era costumbre tener insomnio y pasar días sin dormir por lo que no era problema, pero ella debía dormir, más en ese estado. Para suerte de ambos era raro que pasara eso, normalmente podía dormir bien. Lo que le espantaba era cuando dormía de más. Decía que están muy cansada y eso tampoco era bueno, había veces en las que la sacaba prácticamente de la cama cargándola, se bañaban juntos, desayunaban, salían a caminar, todo con tal de que se le olvidara el cansancio. El dinero no era problema, él había creado una poción muy útil para diversas cosas, una joyita, ganaba dinero a montones, a parte tenía una botica donde se vendía todo lo que preparaba, y ella trabajaba en el ministerio, era jefa de un departamento, o al menos lo hacía antes de enfermarse.
Pasó 3 horas viéndola antes de que abriera sus ojos.
Severus: buenos días- le sonrió, colocando su un mechón de cabello en su lugar. Ella le sonrió de vuelta aún acostada boca abajo y con sus ojos a medio abrir.-¿cómo te sientes?
Hermione: cansada- dijo antes de bostezar.
Él era muy bueno ocultando sus emociones, pero con ella en situaciones difíciles, a veces sus facciones reflejaban cómo se sentía, y quería evitar poner cara de preocupación, (ya hasta se sentía como las mamás cuando sus hijos enferman)

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Te salvaré
ФанфикHermione Granger tiene una rara enfermedad. Su esposo, Severus Snape, busca de todo para poder salvarla. ¿Podrán tener más años de vida juntos?