Capítulo 3: Aquí no.

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Nathan.

Londres es taaaaan aburrida, siempre llueve, siempre está nublado, la gente de aquí parece aburrida todo el tiempo, sus caras largas lucen tristes todo el tiempo y tienen un acento bastante frustrante.

—Aquí es—anuncia el conductor. Tengo que admitir que Niall sabe como vivir. El complejo de departamentos es simplemente elegante, todo es blanco con toques color negro y ventanas de cristal, definitivamente aquí no vive ningún niño, ya que no hay ruidos ni juguetes por ningún lado.

—Gracias—digo sacando el dinero de mi bolsillo. Bajamos del vehículo para encaminarnos a la entrada, llegamos frente a unas puertas de cristal, intente abrirlas pero me fue imposible.

—¿Aquí es donde vive papá?—pregunta Isabella mirando al cielo.

—Si, bueno... Se supone—duda Irlanda.

—¿Papá es millonario?—cuestiona Meredith viendo al interior del edificio.

—Si—le responde Christina.

Una pareja joven sale del edificio y en ese momento aprovecho para detener la puerta y entrar. Una vez dentro del edificio la calefacción nos da la bienvenida, si bien afuera no hace tanto frío el clima cálido del interior es abrazadador.

—Ahí está el elevador—anuncia Isabella señalandolo con su dedo índice.

Subimos hasta el octavo piso y andamos por un amplio corredor forrado con un papel tapiz color crema, a lo largo del pasillo hay candelabros costosos colgando del techo. El hijo de puta debe ser excesivamente rico como para poder vivir aquí, ¿ Por que nosotros vivimos en una casa tan pequeña? ¿Por que no tengo un auto? ¿Por que Irlanda no puede ir a su campamento de modas en Madrid? ¿Por que mi mamá tiene que trabajar?

—Bueno—dice Irlanda sacandome de mis pensamientos.—Aquí es—añade cuando nos detenemos frente a una puerta de madera negra, en ella se lee el número 1305.

—¡Ya quiero verlo!—chilla Isa emocionada y apresurada a tocar la puerta. Esperamos unos segundos antes de que una mujer rubia y de ojos verdes nos abriera. La sonrisa de mis hermanas se borró de su rostro en cuanto se dieron cuenta de que esa mujer es la nueva novia de nuestro padre.

—¿Puedo ayudarles?—cuestiona cerrando su albornoz.

—Estamos buscando al señor Horan.

—¿Niall Horan?—cuestiona. Todos asentimos al mismo tiempo.—¡Oh, no! Niall se cambió de casa hace unos ocho meses.—examina nuestros rostros con detenimiento.—¿Ustedes son sus...?

—Hijos—completo.

—¿Hijos?—pregunto sorprendida.—¿Su madre es ______ Treviño?

—Si—responde Irlanda.

—¡No puedo creerlo!—chilla llevándonos al interior del apartamento.—Su madre y yo éramos buenas amigas en la escuela, que digo buenas, éramos mejores amigas.—añade buscando entre su bolsa.—Por cierto, me llamó Rylie.—dice sacando una agenda, pasa varias páginas sin siquiera verlas, se detiene en una y la analiza con precaución—¡Aquí está!—grita tomando el teléfono, comienza a marcar, lleva el auricular a su oído y sonríe impaciente.—Esta sonando—anuncia.—No contesta—anuncia borrando la sonrisa de su rostro.—Puedo llevarlos con él, claro, si quieren.

—Si, por favor—dice Meredith.

—No—respondo de inmediato.—Lo siento, es que no la conocemos lo suficente como para subir a su auto.

—Eso debiste haberlo pensado antes de hacer que tus hermanas entrarán a mi apartamento—se defiende, pero si mal no recuerdo, ella nos arrastró al interior de este.

—Está bien—digo vencido.—Sólo porque no quiero pasar la noche bajo un puente.

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Anduvimos por Londres al rededor de unos cuarenta minutos y sinceramente ya estaba mareado, esto de conducir por el lado derecho es estresante, además Rylie no deja de hablar y su acento me parece frustrante, ¡Odio Londres! ¡Odio el Reino Unido!

—Aquí es—anuncia una vez que estamos frente a una casa grande.

—Gracias—dije buscando en mis bolsillos.—Sólo tengo 20 libras.

—No es necesario—sonrie—Vayan, el desgraciado debe estar ahí.

—Muchas gracias, Rylie, te debemos una—agradece Irlanda.

—Deberías llamar a mi madre, seguro se alegrará de escucharte—asegura Christina.

Bajamos del automóvil y nos dirigimos a la gran puerta blanca, llamamos unas cuantas veces mientras éramos vigilados por Rylie, en cuanto se escucharon unos pasos dentro de la casa le hicimos señas para que se marchara. Pasamos unos segundos ahí antes de que la puerta fuera abierta por un hombre de cabellos castaños y rubios. Ese desaliñado hombre es nuestro padre.

—¿Papá?—pregunta Isabella antes de lanzarse a sus brazos.

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¡Hey!

Aquí está el tercer capítulo, diganme como me está quedando. Enserio me ayudan mucho sus comentarios.

P.D. Nathan Christopher Horan en la galería.

Something Great [1D] *En Edición*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora