Carrera Final

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Siento como la anestesia de apodera de mi cuerpo cada segundo. Comienzo a ver nublado y lo único que puedo ver es una luz blanca que hala mi alma hacia ella.
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Narra Sofia
Mientras leía un poco en el jardín de mi casa, recibo un mensaje de Daniel que decía que quería verme en la pista. Mañana es el día de la carrera final y había estado practicando mucho, tal vez quiera que lo acompañe a practicar. Subo, me baño y me arreglo. Entonces conduzco, pongo algo de música y me distraigo pensando en la mejor noche de mi vida, cuando Daniel decidió comprometerme y aunque sé que no me queda mucho tiempo aquí, Daniel me ha enseñado a disfrutar cada momento y hacer que esta corta vida valga la pena.

Me estaciono y entro a la pista, bueno mas bien a los asientos y me siento a observarlo por unos minutos. Luego se detiene, baja del auto y me hace señas para que me acerque a él. Voy hacia el y una vez estamos de frente nos saludamos con un tierno beso.

-¿Y cómo está la prometida más hermosa de todas?

-Pues mejor ya que ella está en los brazos de su futuro esposo.

-La amo Sofia Brown.

-Y yo a usted Daniel Evans.

-Escucha, estaba algo nervioso por la carrera mañana y te pedí que vinieras para que me ayudarás, además para hacer este día especial.

-Entonces, ¿que puedo hacer por usted?

-¿Recuerdas la apuesta que hicimos el día de nuestra primera cita?

-Claro, si llorabas leerías el libro y si te aburrías iba a montarme en un auto de carreras.

-Bien pues yo pagué mi deuda pero siempre me quedé con la intriga de como hubiera sido si hubiese ganado la apuesta.

-Entonces, ¿que es lo que tratas de decirme?

-Quiero que seas mi copiloto.

-¿Quieres que vaya a tu lado mientras conduces a 500 millas por hora? ¿Recuerdas que estoy enferma del corazón cierto?

-Primeramente señorita no son 500 millas por hora, solo 250. Además estarás bien, te lo prometo.

-Muy bien pero si muero, será tu culpa y volveré en forma de fantasma para vengarme.

-Por mi esta bien.

Nos subimos al auto y Daniel comienza a correr. Comenzó algo lento y poco a poco iba subiendo la velocidad. Era increíble la adrenalina que se sentía, y la felicidad que observaba en sus ojos era incomparable. Quiero que siempre esté así.

-¿Quieres probar? Pregunta Daniel

-Ohh no Dan, estoy perfecta donde estoy gracias.

-Vamos será divertido. Comienza a bajar la velocidad

-¿Pretendes que nos cambiemos con el auto en movimiento?

-No nos cambiaremos, conducirás en mis piernas, no estoy tan loco para dejarte esta belleza de auto a su merced señorita.

-¿Ahh si? Ya verás.

Comienzo a moverme a sus piernas y tomo el volante mientras Daniel controlaba los pedales. Poco a poco iba mas rápido y yo me sentía como una niña pequeña montada en una de esas maquinas de los centros comerciales.

El mundo se paralizó en ese momento. Era como si todo el universo se reduciera a aquella pista y que los únicos habitantes en la tierra éramos nosotros dentro de este auto. Con el único propósito de conducir y conducir hasta que el combustible acabara o mejor dicho, hasta que la vida terminara conmigo. Pero eso ya no importa en este momento, ni siquiera las millas recorridas, lo importante era la marca que dejábamos en nuestra propia pista.

Paro CardiacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora