#1: El doloroso acuerdo.

23.9K 1.4K 135
                                    

Andrew

Para ser franco, no sé por qué busco líos sin ninguna razón. Un ejemplo de eso, es lo me está pasando en este momento.

Yo me encuentro en mi casa -en mi despacho, para ser más precisos-, estoy sentado en una silla, con mi espalda encorvada debido al cansancio y aburrimiento. Mis brazos están apoyados en un escritorio de madera antigua que utilizo solo en alguna ocasiones, y desde hace ya media hora escucho la estúpida propuesta de un viejo Alfa llamado Greg Stevens, con el que he hecho negocios desde hace un par de años.

Él quiere que me case con su hija mayor y futura Alfa, para unir nuestras manadas y convertirnos en una sola, mucho más poderosa. Pero este insistente hombre no se ha detenido a pensar en los problemas que esto puede traer.

Debo admitir que Elizabeth, su hija, es una mujer muy hermosa. Ella es alta, pelirroja y tiene los ojos de un lindo tono de verde; también es una persona muy humilde, todo lo contrario a su prepotente padre, pero tiene solamente veintisiete años. Y estoy casi seguro de que no es consciente de nada de lo que este Alfa me propone en su nombre.

La conozco desde hace unos años desde que comencé las negociaciones con el Alfa Stevens, y me ha dado razones suficientes para ver la gran mujer que es. Por lo que temo lastimar a esa pobre chica, incluyéndola en algo de lo que no tienen la conciencia.

Y aunque nos casáramos, no es como si yo pudiera llegar amarla por completo. Puede que logre a apreciarla, tal vez incluso quererla, pero ella merece a alguien que la ame de verdad. Yo, por desgracia, no puedo hacer tal cosa.

-Greg, te lo he dicho una y mil veces: no pienso casarme con tu hija. Sabes que ni ella ni yo hemos encontrado a nuestros Compañeros -aclaré sin abandonar mi postura firme.

-Andrew, debes escucharme -insiste-, tú has estado buscando a tu compañera por casi quinientos años. Ni siquiera sabes si ella aún sigue con vida -expone. Cierro las manos con fuerza, su comentario hace que mi sangre hierva ante esa posibilidad-. Como los Alfas que somos, debemos buscar lo mejor para nuestra manada antes de cualquier otra cosa. Es más, si no me equivoco en este momento tienes un serio conflicto con el clan Becher. Una alianza conmigo no te vendría nada, ¿no crees?

Maldita sea. Él tiene razón, esa plaga no ha sido más que una jodida molestia, ya hemos tenido suficientes pérdidas por su culpa y no permitiré que mi manada sufra más por causa de ellos. Mi deber como Alfa está primero. Puede que me cueste aceptarlo, pero tal vez él esté en lo cierto y mi compañera ya esté muerta. Pensar en eso me hace sentir un sabor amargo en la boca y una punzada en mi pecho, pero debo cumplir con el deber que conlleva mi cargo.

-Tienes razón -acepto al fin, con un suspiro-, es lo mejor. Sin, embargo, aún me cuesta resignarme a no encontrarla.

Apoyo mi espalda en el respaldo de la silla, paso una mano por mi cabello y suelto un otro suspiro. Me dedico a observar a mi acompañante, quien me regala una mirada comprensiva. Ahora que lo recuerdo, él pasó por una situación parecida a la mía. Según sé, jamás encontró a su compañera, por lo que fue obligado a casarse con una mujer calificada para ser la Luna de su manada y que pudiera darle un heredero.

Por suerte, o desgracia, mi familia tiene la capacidad de vivir mucho más tiempo que otros de mi misma especie, y gracias a eso no me han forzado a lo mismo ni mucho menos a tener cachorros. Pero el tiempo corre y las personas comienzan a perder a paciencia.

-Yo mejor que nadie comprendo el conflicto que estas teniendo ahora, Andrew -afirma, mientras pellizca el puente de su nariz-, pero debes tomar en cuenta lo que es mejor.

-Lo sé, lo sé. Sé que estás en lo correcto. Solo quiero un poco de tiempo, ¿sí? Tengo algo una idea -le propongo.

-¿Qué tienes en mente? -pregunta él, más interesado.

Lo pienso un momento, ya que en realidad no tenía muy claro lo que iba a decir, pero luego de unos segundos se me ocurre algo que podría funcionar.

-¿Qué tal esto? Dame un año y si para entonces ni Elizabeth ni yo hemos encontrado a nuestros respectivos compañeros, aceptaré lo que ofreces -propongo. Me levanto de mi silla y camino hasta quedar frente a él-. Claro, siempre y cuando ella esté de acuerdo -finalizo y extiendo mi mano derecha.

Una sonrisa ladina se forma en su rostro y, al igual que yo, extiende su mano para estrecharla con la mía.

-Bien, me parece justo. Acepto -dice y suelta mi mano-. Nos vemos pronto, Alfa Dunne -se despide, luego comienza a caminar rumbo a la salida.

Pero antes de que continúe yéndose, coloco mi mano en su hombro para detenerlo. Aún tengo algo más que decirle.

-Greg, te voy a dar un consejo, no de Alfa a Alfa, sino de hombre a hombre, de lobo a lobo -aclaro. Él se voltea y me observa, sin comprender-. Otra razón por la que no había aceptado, es porque Elizabeth todavía es muy joven y tiene una vida por delante. Sabes que eso le da muchas posibilidades de encontrar a su pareja. Que ni tú ni yo lo hayamos logrado significa que ella tampoco lo logre. -Siento como el ambiente se torna un poco más tenso debido al tema que he tocado-. Sabes que no desearía que nadie pase por mismo que nosotros. Así que, por favor, no la fuerces si ella cree que no es lo correcto, ¿está bien? Sabes que yo lo hago por obligación y necesidad, pero tu hija aún tiene elección -opino, para luego agregar-: Si lo que te preocupa es el bienestar de tu manada, te aseguro que los tratados entre nosotros seguirán intactos sea cuál sea el resultado.

Él asiente y, sin nada más que decir, se retira en silencio del lugar con un semblante pensativo. Espero que me escuche, para un hombre lobo no es nada satisfactorio casarse con una personas no sea tu pareja destinada. Pero es mucho peor el hacerlo por obligación.

Recuerdo que hace unos años un viejo amigo, llamado Dereck, me contó que tuvo que pasar por esta circunstancia. Resulta que se casó con una mujer que no era su compañera al llegar a la fecha límite que le impusieron para encontrar una esposa, al parecer esas eran viejas costumbres de su manada. Me dijo que fue como si cientos de agujas atravesaran tu pecho, que sientes que has traicionado a tu alma gemela y que la culpa no te deja tranquilo, porque seguramente la hiciste sufrir mucho.

Lo irónico del asunto fue que encontró a su pareja destinada en, nada más y nada menos, que su Luna de Miel en un hotel en Puerto Rico. Ella era una de las camareras que atendían a los huéspedes del restaurante del hotel, por lo que la conoció apenas el primer día que estuvieron ahí.

Solo era una simple chica humana que tenía ese trabajo de medio tiempo para pagar sus estudios universitarios. La historia es más larga y complicada, pero en resumen, él logro encontrar a su compañera. Luego de varios problemas y reclamos -en especial por parte una muy histérica esposa- logró estar junto a la que es su pareja predestinada.

Él tuvo suerte, pero ese no es lo importante, el punto de la historia es que él se sintió miserable cuando paso por todo eso, y su pareja -que creo se llama Fernanda- mencionó que un par de días antes se sintió muy mal de forma repentina. Fue el día de la boda, para ser más específico; por lo que Dereck me contó, ella sintió un horrible dolor en el pecho que provocando que la llevaran a urgencias.

El solo pensar que por mi culpa mi pareja tenga que pasar por algo así, me hace querer golpearme, dicho de una forma muy literal. Antes de causarle algún dolor o verla sufrir, prefiero la muerte. Además de que si resultara ser una criatura sobrenatural, el dolor que podría llegar a sentir seria mucho peor y eso no me lo perdonaría.

Claro, esto en caso que siga con vida, y que el imbécil de Greg esté equivocado.

-Espero que te encuentres bien y que también quieras estar conmigo. Quisiera poder estar contigo pronto y también poder dejar de sentir este vacío en mi pecho que he tenido que soportar por tantos años -pienso en voz alta mientras regreso a mi posición anterior, sentado en la silla tras mi escritorio-. Tampoco soportaría lastimarte de algún modo, solo deseo que estés a mi lado -confieso sin muchos ánimos.

Espero que la diosa Luna se apiade de mí y que me deje estar a tu lado, Pareja. No sé nada de ti, pero hay una cosa de la que sí estoy seguro.

Te necesito.

--------------------

Andrew en multimedia

Espero que te haya gustado, gracias por leer ^^

Mi Pequeño VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora