#4: La poca sensivilidad de Andrew.

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Andrew

Llevo toda la mañana sin salir de mi despacho, aún no he terminado de revisar todo el papeleo que corresponden para el día de hoy, y no tengo ni idea de cuándo logre poder acabar. Son asuntos sencillos -la mayoría son peticiones y quejas de las personas- pero los debo atender antes de que se conviertan en un problema más grande.

De hecho, no he salido de esta habitación en dos días. El trabajo me tiene hasta el cuello, apena tengo tiempo de comer y ducharme. Pero la realidad es que prefiero trabajar todo el día que no hacer nada de nada.

Leo una carta enviada por alguna persona del consejo educativo de la manada, sobre un problema que ha surgido debido al deterioro de las áreas recreativas de la escuela a la que asisten los cachorros. Es un problema más del que debo encargarme.

La puerta de la habitación es abierta por Evans -mi Beta principal-. Lo más probable es que haya venido solo para tratar de arrastrarme a algún bar de la ciudad. Según él, trabajo demasiado y necesito salir por un poco de diversión.

Yo me dedico a ignorarlo; mi vista permanece en la carta que está en mis manos.

-¿Te digo algo, Andrew? Estoy seguro de que si no te mata la edad, el trabajo va a terminar por hacerlo. -Se burla un poco, pero luego niega con la cabeza y toma asiento en una silla frente a mi escritorio.

Yo aparto la vista de lo que leía un momento y termino por poner atención. Mientras más rápido diga lo que tenga que decir, más rápido se irá.

-¿Qué quieres que haga? -pregunto. No entiendo por qué insiste tanto-. Tengo a más de mil hombres y a sus respectivas familias bajo mi cargo. No puedo olvidarme de todo sí como así, debo cuidar cada mínimo detalle o todo podría salirse de control -aclaro. Bajo mi vista de nuevo a las hojas en mi escritorio-. Con esa maldita plaga que amenaza con la seguridad de todos, las cosas se han vuelto más complicadas. Las personas están asustadas y piden una solución; trato de buscar una, pero todo es...

-¿Demasiado algunas veces? ?interrumpe y completa la frase que iba a decir.

-Sí -concuerdo.

Firmo un par de hojas que lo requieren. Tomo un tumulto de paginas, las ordeno y coloco a un lado.

Evans tiene razón esta vez, es demasiado alguna veces. El trabajo terminará por consumir todo de mí hasta no dejar nada. Lo peor de todo es que eso no me asusta en realidad.

-Comprendo -prosigue Evans-, pero creo que es otra cosa la que te tiene de esa manera. Y tal vez esté equivocado, no lo sé -dice en un suspiro y hace un gesto extraño con sus manos-, pero creo que es acerca del acuerdo que hiciste con el Alfa Stevens, acerca de su hija.

Él y su jodida intuición. Ya veo por qué lo elegí como mi segundo al mando. En verdad es eso lo que ha provocado que me estrese tanto los últimos días, al menos en parte.

Sé que no voy a encontrar a mi Compañera. Seamos realistas, si no la encontré en casi quinientos años, mucho menos lo haré en diez meses. Pero ese es el problema: tener una fecha límite. Saber que me casaré con alguien a quien no amo y rendirme por completo en mi búsqueda, es una mierda. Sin contar que puede que le haga daño a mi Compañera en el proceso, si es que aún sigue viva.

¿Qué hace Evans para poder seguir en pie? Él tampoco ha encontrado a su Compañera.

-¿Cómo lo haces? -pregunto. Espero que su respuesta me ayude un poco-. ¿Acaso no te molesta el no tener una esposa e hijos con lo cuales compartir?

-Uhmm. -Parece pensarlo un segundo, para luego decir-: Tu problema, mi querido Andrew, es que eres muy anticuado. Ya no somos niños ni vivimos en la misma época. ¡Es más! Creo que ni siquiera tienes una cuenta en Facebook -mencionó él algo dudoso.

Mi Pequeño VampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora