Prompt: 009. Insanidad
Rating: T
Extensión: 563 palabras
Disclaimer: Bleach le pertenece a Tite Kubo.
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Y su amor sombrío y secreto
consume tu vida.
William Blake
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Comenzó como la indolente atracción que fue. Morena, esmirriada, voz grave y audaz, ojos solitarios y abismales. Pies desnudos deslizándose sobre el pasto y el rocío la madrugada del viernes. Manos limpias y tiesas a la hora del té. Rostro espléndido, para amar y venerar, pero las rústicas maneras del Rukongai remanentes. Así era ella cuando la conoció.
Rukia. Una voz tosca que atraviesa las capas de su ser, la pronunciación horrible de la palabra hermano que hace temblar su núcleo. Rukia. Hakama y shihakushou de lunes a viernes, enlutada, fantasmal, le falta chispa para encender la vela que él se empeña en apagar. Llega a la casa a las siete, poco kimono y mucha piel, mucha inocencia, mucha mujer.
A veces tiene que tragarse su orgullo cuando desiste de pensar que sería una estupidez entrar en su habitación y ofrecerse a apagar la luz. Sólo apagar la luz, sin siquiera atreverse a mirarla después de haber pensado durante el día que debe ser hermosa cuando duerme.
Un año. Dos. Cinco. Diez.
La misma relación cadente, carente, indolente, y la misma atracción deprimente que trae insomnio y miseria a la humanidad. Rukia. La puerta de la habitación permanece cerrada y él la escucha, atento y siniestro, cuando ella respira o cojea al caminar. En invierno es un estornudo, en verano un suspiro, y él se mantiene alerta a cada movimiento de su cuerpo lejano, sacrílego, como un implacable centinela o como un enamorado obseso y secreto que él detestaría ser. La única vez que la tuvo contra su cuerpo, caliente y desgarradora, fue cuando la soñó. Despertó enfermo y demacrado, menesteroso, y ansió declararle sin cordura que estaba enfermamente, patéticamente enamorado de ella, hasta que recordó ser Byakuya Kuchiki y decidió no ceder a esa repetición inagotable.
Pero al otro día la volvió a soñar. Esta vez con otro rostro, con otra voz, con otras palabras en la boca, pero siendo ella, Rukia y hermosa, hermana y hermosa, hermana y prohibida, inasible, infernal. Rukia. Rukia lo despertó sin querer cuando lo llamó a gritos, anunciando que habían entrado a robar en la casa y que los guardias de la entrada habían sido atacados. Él le pasó por al lado sin decirle nada, sin mirarla, y en los años siguientes continuó ofreciéndole la misma actitud, la misma decrepitud impasible.
Persistió en la agonía de no poder hablarle y en el enfermo deseo de tocar su piel, de acercarse a ella y conocerla hasta que sus cuerpos estuviesen a un solo centímetro de distancia y ella deje de llamarlo hermano y comience a llamarlo por su nombre. Byakuya.
"Es mi hermana" le dice a nadie cuando no puede dormir. "Soy su hermano" intenta aceptarlo cuando no le importa. Luego se topa con ella en el corredor y finge que es invisible, sigue de largo y cree ser respetuoso. Rukia se inclina y le hace una reverencia, inventa una sonrisa donde no la hay, Byakuya inventa indiferencia donde sólo hay anhelo y desesperación.
Algunas veces cree ser capaz de decir algo sensato, no titubea, alza la barbilla. Sin embargo continúa callando, mirándola desde el palco que ella no alcanza ver, tratando de crear diálogos en el silencio para que el abismo que lo separa de ella contenga algo que la haga asequible. Y sigue mirándola, indolente por fuera, enfermo por dentro, y el deseo jamás termina.
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In bloom
FanfictionColección de drabbles sobre Byakuya y Rukia. XVIII. Pequeños detalles «No estaba al tanto de algunos detalles históricos, pero sí sabía cuándo se celebraba aquella tradición. Cuando llegó la fecha, Rukia no dudó en buscar la manera de preparar sus p...