Niño

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Aún puedes recordar mi yo...
cuándo por la ventana veíamos para sentirnos libres.
Sin embargo en el último piso de la torre vivíamos,
solo pudiendo disfrutar de los pájaros
que sus alas abrían al pasar por los jardines.

Aún puedes recordar mi yo...,
que alcanzar el techo, era de nuestros mayores retos
y para intentarlo nuestras puntas levantábamos,
nuestros ojos con asombro por tanta distancia,
pero ahora ni le damos alguna importancia.

Aún puedes recordar mi yo...,
que los brazos de mamá eran de los más acogedores,
pero ahora los sustituimos por cualquiera que nos apasionen
¡De verdad lo lamento! Pues al final. Todos ellos nos han traicionado
y mamá siempre nos ha consolado.

Espero que puedas recordar mi yo...,
que a pesar de nuestros errores,
siempre tendremos a alguien que nos apoye;
regalándonos su apoyo incondicional, su devota confianza,
así como lo hace mamá.

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