Mi zalamero

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¡Felicidades! Lo has conseguido al fin.
Si tu objetivo era envenenar mi mente con tu imagen
y envolver mi corazón al compás de tus mensajes:
¡Lo has logrado! Te lo he de reconocer.

Desconocido ante mí, con una mirada fue suficiente
en el vivaz momento de nuestro desfile;
cree la expectativa que al final fue la que me mató,
más para el tiempo que se malgastó.

Lentamente cuál parasito has sido;
penetrando en mi ser sin mi consentimiento
habitando en la calidez de él ¡Vil zalamero!
Porque ahora, no puedo sentir el palpitar sin sentir el dolor.

Pues has avivado las pasiones pecaminosas...
con todo lo carnal que me propusiste.
No más que un intento burdo, pero exitoso
¿Y ahora...? He de pagar las consecuencias a mis errores.

Si el ruego ha de ser para los débiles, y el silencio para los francos.
¿Dónde he de quedar yo?
Si todavía he de quererte aún sabiendo lo tóxico que eres,
pero ya no pienso en otra cosa que no sea poseerte: para mí sólo.

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