Soledad sin pena

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Reniego la lastima ajena o aferrar a mera mentira,
pongo al orgullo pues escogí o aceptaron en mi nombre,
ciertamente no entiendo qué sacia el hambre
al vacío de amor; es de tremenda sátira.

Yo sólo cierro mi corazón al vuestro
y no he de considérame misógino ni malo,
pues mermas al de un vulgar anómalo;
maltratando mi ser aún con parentesco nuestro

Amo con la sinceridad que repudia amar ese amor
que es muerte a la dignidad por mundana compañía:
no respondo más que con odio a vuestra tiranía

Y quién da lástima, es lo merecido:
y qué sorprenda que estés entre todo lo odiado,
nunca volviendo a vuestro puesto admirado.

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