34: Hacemos la reunión de amigos del instituto más peligrosa del mundo

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El hotel se encontraba en la calle Cuesta Arriba.

¿A que no adivináis por qué se llamaba así la calle?
Efectivamente, porque estaba tan inclinada que no me sorprendería si en la parte de arriba hubiera un tienda de barritas energéticas para dinosaurios. ¡Subir eso era terrible!

Teníamos una habitación para Laia, Lara, Alice y yo. Era adorable. Las paredes estaban pintadas de blanco y morado. Teníamos literas, unos espejos pequeños y unas taquillas que servían de armario.

Oliver, Álex, Fin y Michael ocupaban la habitación de al lado, con la que conectábamos por un balcón. Era genial.

Ocupamos y organizamos todo en la habitaciones lo más rápido posible. Me cambié a ropa más cómoda que una camiseta manchada de sangre. El mayor de los gemelos robó un plano del pueblo en el hotel (chicos, vosotros id por la vía legal y compradlo) y nos dispusimos a buscar la famosa fábrica de cristal de San Ildefonso.

Estaba pegada a las antiguas puertas del pueblo y era enorme.
Al ser verano había turistas visitándola y logramos colarnos en un grupo numeroso.

No estábamos seguros de qué buscábamos allí en concreto, supongo que algo que se saliera de lo normal para nosotros.
La visita fue normal. Vimos la forma de fabricación del cristal, sus usos y las distintas formas que se le podía dar. Pero todo parecía tan calmado...

Al acabar la visita teníamos hambre. Era medio día.
Fuimos a un restaurante que había cerca de la zona de la fábrica por si acaso ocurría algo. Aquí empezaron las cosas raras.

Entramos al restaurante y lo primero que escuchamos fue una voz masculina familiar decir:

-¡Tala! ¡Oliver! ¡Lara! ¿Qué hacéis aquí?

En una mesa frente a la barra estaba sentado ni más ni menos que Gabriel Mainar, un compañero de instituto desde que tengo memoria.
Si hubiera sido cualquier otra persona no me habría alarmado, pero a pesar de su largo y brillante cabello rubio, sus ojos negros lo delataban como un descendiente de Hades. Problemas.

Además, no estaba solo.
De espaldas a nosotros estaba sentada una chica de largo cabello castaño claro. No podía verle el rostro, pero por su posición erguida no pude evitar pensar en un soldado.

Oliver fue el primero en acercarse a saludar.

-Podría preguntarte lo mismo -dijo dándole una palmada en el hombro.
De los cazadores presentes solo Lara, Oliver y yo le conocíamos por el instituto, así que los demás se mostraban más reacios a acercarse.

Conseguí convencerlos de que era amigo y unimos varias mesas para poder sentarnos todos juntos y comer.
Yo me puse al lado de Gabriel, de forma que por fin podía ver el rostro de la otra chica. Tenía le tez morena, con claros rasgos árabes y, lo más sorprendente de todo, unos hipnotizantes ojos morados.

-Tala Guerrero -la saludé, tendiéndole una mano que no aceptó.

-Ya lo sé -se limitó a responder. Su mirada era... hostil, como si no se alegrara precisamente de vernos. Daba un poco de miedo.

Gabriel rió entre dientes.

-Es Sahar Abdala -la presentó-, hija de Hécate, diosa de la magia, y nieta de Ares, dios de la guerra. No suele estar de buen humor -añadió, ganándose una mirada de odio por parte de su compañera. La chica desprendía un aura tan poderosa que resultaba abrumadora. La atribuí a su larga ascendencia de dioses.

-Pues como Alice -comentó Michael por lo bajo. La bruja rodó lo ojos a modo de respuesta.

Hicimos unas presentaciones rápidas antes de informarnos de la situación mutua.

Flecha Temporal [CS#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora