46: Jugamos a una versión peligrosa del veo veo con Eramth

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La gente nos miraba un poco raro.
Normal, cómo se iban a explicar que de repente habían aparecido cuatro chicas de la nada, vestidas raro y con cara de si-te-cojo-te-mato.

-Espera -me pidió Medusa, cogiéndome de un brazo y llevándome detrás de un puesto en el que vendían fruta.

Allí no había nadie, pero nos agachamos igual, intentando pasar más desapercibidas.

-No podemos ir así por la calle, no tardarán en fijarse en nosotras y no me apetece causar más polémica en esta época -me recordó Medusa, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie nos veía.

En el acto aparecieron desde el otro lado Esteno y Euríale con unas grandes telas blancas y cintas.

Me gustaría explicaros cómo nos vestimos, pero me resultó muy complicado aún con las explicaciones de las tres gorgonas y no me acuerdo bien.

Solo sé que acabamos llevando una vestimenta llamada chitón que era muy cómoda.
La tela blanca se ajustaba simplemente a mi cintura con una tira de cuero y cubría mis hombros y piernas. Sorprendentemente, no me iba larga.

-¿Qué hago con los cuchillos? -pregunté un poco incómoda. No había contado con que al viajar en el tiempo íbamos a estar rodeadas de otra cultura y otras costumbres... E igual ver a una adolescente armada como yo no era muy normal.

Esteno y Euríale me ataron los cuchillos a los muslos, de forma que quedaban tapados por la túnica.

Antes de salir de nuestro escondite, las tres hermanas rodearon sus cabellos de serpientes con unas telas blancas. Salvo por el tono de piel verdoso, parecían casi humanas.

No había visto hasta el momento a ninguna mujer con el pelo cubierto, pero supuse que llamaría menos la atención así que en su estado natural.

Volvimos al paseo principal del mercadillo. Esteno, Euríale y Medusa iban mirando el suelo para no petrificar a nadie por error.

Yo sabía que teníamos que encontrar allí a Eramth. Haber viajado en el tiempo usando su cueva y una presencia mágica tan fuerte tenían que atraerlo allí.

No fue hasta pasado un cuarto de hora cuando lo vi.

Estábamos pasando por quinta vez por delante del puesto de fruta cuando a lo lejos distinguí una cabeza con corto pelo rojizo. Supe en el acto que era él.

Aceleré el paso, intentando esquivar a la gente que había allí, pero al llegar al lugar donde se encontraba la pesadilla, se había esfumado.

Solté un taco por lo bajo y miré a mi alrededor, intentando encontrar algún rastro de él.
Nada.

Seguimos caminando hasta que me choqué contra un hombre que caminaba cabizbajo.
Al levantar la vista y conectar sus ojos con los míos me agarró el brazo con fuerza.

Al momento nos encontrábamos en otro lugar, a la entrada de un templo. Por los ornamentos supuse que se trataba de uno dedicado a Artemisa, diosa de la caza. ¡Qué oportuno!

Delante de mí estaba Eramth, con una sonrisa de superioridad impresa en su curtido rostro.

-Parece que vas mejorando, has conseguido arrastrarme en el tiempo -comentó la pesadilla, llevando una de sus manos a la espalda. Él estaba unos escalones por encima de mí.

Su gesto me puso alerta y empecé a levantar la túnica ligeramente.

-Una pena que tus nuevas aliadas se hayan quedado atrás -añadió, sacando una daga negra. Antes de que me diera tiempo a reaccionar se abalanzó sobre mí.

Eché la cabeza hacia atrás para esquivar su corta arma y por poco me caí del escalón.
Recibí de su otra mano un puñetazo en la cara que me tiró al suelo. Allí aproveché para sacar mis cuchillos.
Los crucé delante de mi cara justo a tiempo para detener la espada de Eramth. Porque en algún momento que yo no estaba mirando, su daga se había convertido en una espada.

Logré apartarlo a un lado y levantarme de un salto usando de impulso mis hombros.

-Exhibicionista -dijo con desprecio la pesadilla. Blandió su espada, intentando quitarme uno de los cuchillos de las manos pero lo agarré con fuerza.

Como yo estaba en esos momentos un escalón por encima de él, le di una patada en la cara, tirándolo hasta el suelo.

Bajé de un salto.

Tenía que ganar tiempo hasta que nos encontraran las gorgonas. Yo podía entretener a Eramth, pero necesitábamos petrificarlo para debilitarlo y romper la barrera de los jardines.

Puse un pie sobre su pecho y mis dos cuchillos apuntando a su garganta.
La espada de Eramth había caído lejos así que no me preocupaba.

-No puedes vencer a una pesadilla usando algo material, lo sabes, ¿verdad? -preguntó Eramth con tono burlón. Agarró mi tobillo y me tiró al suelo. Antes de caer pude hacerle un gran corte en el cuello.

Este empezó a sangrar... Más o menos.
Un líquido negro muy espeso salía de su herida, pero vi que esta se cerraba igual que las mías. Vaya.

Esteno, Euríale y Medusa llegaron justo a tiempo.

La segunda reaccionó rápido.
Clavó sus ojos en los de Eramth, quién había cometido el error de mirar. Su pelo de serpientes rojas liberándose del pañuelo y todas ellas siseando con furia.

El cuerpo de la pesadilla fue volviéndose gris poco a poco.

Yo esperaba que Sahar y Gabriel aprovecharan para empezar a romper la barrera.

La cobertura de piedra de Eramth no tardó mucho en quebrarse, liberando su cuerpo de nuevo.

-Buen intento, pero tendréis que hacerlo mejor -alardeó con una media sonrisa.
Dio un paso al frente, intentando alcanzarme pero Medusa se puso en medio y volvió a petrificar a Eramth.

Esta vez se liberó más rápido.

Apartó a la gorgona de un fuerte empujón y saltó sobre mí.

Rodamos por el suelo. Mis cuchillos cayeron lejos, junto a su espada.
Él terminó encima y me dio un fuerte golpe con la palma de la mano en el pecho, dejándome sin aire unos segundos.

De reojo vi a Esteno y Euríale ayudando a su hermana a levantarse y corriendo hacia nosotros.

Cuando volví a respirar bien nos hice rodar, clavando mis rodillas en las costillas de la pesadilla para que no se moviera.
Sentí la presencia de una de las gorgonas por encima de mí y cuando Eramth cerró los ojos supe qué tramaba.

-Ábreselos -pidió la voz de Esteno detrás de mí.

Llevé mis manos al rostro de Eramth y este agarró mis brazos, intentando detenerme. Parece que no contaba con mi fuerza sobrenatural.

Poco a poco separé sus párpados.
En los ojos azules de Eramth me vi reflejada. Por encima de mí asomaba Esteno, pero como su pelo de serpientes le cubría el rostro no me petrificó.

La gorgona hizo amago de retirarlo de sus ojos y aparté la mirada justo a tiempo.
El cuerpo de Eramth se puso rígido.

Me liberé de su agarre de piedra rompiéndole las manos y corrí hasta mis cuchillos. Cogí uno y le golpeé con fuerza en el pecho, haciendo pedazos la estatua de la pesadilla, que se estaba empezando a recuperar.

Las gorgonas y yo nos quedamos mirando los trocitos de piedra esparcidos por el suelo unos segundos, para asegurarnos que que no volvía a formarse. Con algo de suerte esto mantendría a Eramth ocupado el tiempo suficiente como para que Gabriel y Sahar rompieran la barrera que mantenía a los dioses atrapados.

-Ahora, ¿qué hacemos? -preguntó Medusa, dándole patadas a uno de los restos de Eramth.

Yo fui hasta mi otro cuchillo y lo cogí. Busqué con la mirada la espada cambiaformas de la pesadilla, pero había desaparecido. Una pena, habría podido ser de utilidad.

Fui de nuevo junto a las tres hermanas y puse la punta de una de mis armas en mi pecho.

-Ahora despertamos -dije antes de hundirla en mi pecho.

Flecha Temporal [CS#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora