Capítulo Once

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—Finalmente al fin llegó el día—canturreaba Plagg—Nos vamos hoy de aquí.

—¡Alto!—refunfuñó Tikki—No nos iremos hoy, el rey dijo que la lleváramos el día después de su cumpleaños.

—No, él dijo, en el día de su cumpleaños.

—¡Después!—reclamó Tikki.

—El día—afirmaba Plagg.

Los kwamis deseaban tanto tener la razón, que la pelea que se formó entre ellos seguía empeorando, hasta que terminaron por lanzarse comida el uno del otro y Wayzz al verlos, trataba de ser el intermediario para poder calmarlos, pero acabó ensuciándose con la comida que tiraban Tikki y Plagg al ponerse en medio de ellos dos para evitar que el vestido y el pastel que le habían hecho a Marinette no terminaran estropeados.

Desde que habían enviado a Marinette al bosque, dándole permiso para que fuera a darse un largo paseo, ellos le fueron preparando todo lo necesario para su fiesta de cumpleaños; Tikki había preparado el pastel, Wayzz había cocido un vestido nuevo para Marinette. Y Plagg, no hizo nada más que sentarse a comer queso mientras observaba el techo.

Y con la pelea que habían tenido Tikki y Plagg por el asunto del día en que se marcharían de la cabaña pudieron haber arruinado su arduo trabajo para celebrar los dieciséis años de Marinette. Ellos mantenían la esperanza de salvar a Marinette, por eso Tikki insistía que el rey había dicho que se la llevaran el día después de su cumpleaños, pero Plagg insistía en que era el día porque las ruecas fueron destruidas hace años y la princesa no corría peligro, sólo la habían ocultado para evitar que Malgreste buscara otra forma de hacer realidad su maldición.

—¡Es suficiente!—refunfuñó Wayzz—Estoy harto de ustedes dos, en serio, deseo más que ustedes terminar con esto y volver al Prado, yo recuerdo perfectamente que el rey dijo que la mantuviéramos segura dieciséis años y un día. Ahora ayúdenme a limpiar este desastre antes de que venga Marinette.

Tikki le sacó la lengua a Plagg en señal de victoria mientra que él simplemente refunfuñaba a regañadientes. Estaba muy ansioso por volver a ser kwami, ser humano era toda una molestia para él, sobre todo por las cosas que tenía que hacer y tuvo que soportar al lado de sus dos compañeros como humano por tanto tiempo, extrañaba ser kwami y extrañaba mucho el Prado.

Al final, tuvo que ser él con Tikki quienes tuvieran que limpiar el desastre que causaron, usando un poco de su magia para hacerlo más rápido, antes de que Marinette regresara.

En cuanto Wayzz se dio cuenta que Marinette se estaba acercando a la cabaña, les dijo que pararan de usar la magia una vez que terminaron de limpiar todo. Marinette entró y quedó muy sorprendida por la sorpresa que le habían dado sus tíos cuando gritaron:

—¡Feliz cumpleaños, Marinette!—.

Ella casi salta de la alegría al ver el pastel y el vestido que le habían dado de regalo, mas sabía que debía ahora reunir el valor suficiente para poder decirles lo de su plan que había ensayado en todo el camino. Ellos más que todo tenían que saber que en realidad había ido al Prado todos esos años y de la existencia de su Guardián Feérico.

—Me emociona esta sorpresa de cumpleaños. Y yo también les tengo una sorpresa. Me voy a mudar.—Promulgó Marinette.

Los tres kwamis al escucharla decir eso se quedaron atónitos, y Plagg que había cortado un pedazo de pastel para poder comérselo, terminó arrojándolo al piso paralizado del asombro por aquel anuncio de Marinette.

—¿Mudarte?—interrogó Tikki.

—¿Con quién?—replicó Plagg.

—Eso no viene al caso ¡Jovencita!—empezó a decir Wayzz—No pasamos dieciséis años cuidándote para eso. Vas a volver con tu padre y...

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