Malgreste

Capítulo Trece

La noche ya había caído en el cielo, Animan que se había vuelto a convertir en caballo llevaba sobre su lomo a Malgreste y a Marinette, Chat Noir iba transformado en gato en la parte de atrás del caballo y Nayura iba flotando a un lado de ellos. En cuanto ya estaban lo suficientemente cerca, Malgreste se bajó de Animan y luego tomó de la cintura a Marinette para depositarla con cuidado al suelo.

Y antes de que pudiera cruzar al Prado, unas bolas de fuego cayeron del cielo hasta llegar al muro de espinas que comenzaba a arder en llamas.  

Climatika desde arriba del muro hacia todo lo que estaba a su alcance por apagar el fuego con sus poderes que no paraba de esparcirse debido a que las bolas de fuego salían disparadas hasta el muro de forma continua. Tras varios intentos de apagar el fuego, acabó siendo capturada por una red hecha de hierro que le lanzaron los soldados del rey que fueron apareciendo en la frontera sin que Malgreste se hubiera percatado de su presencia.

Éste, a pesar de las protestas de Nayura, salió corriendo hacia adelante para socorrer a Climatika y cuando estuvo por ayudarla, a él también le lanzaron una red de hierro que lo fue quemando. Los soldados se le acercaron y lo fueron golpeando con barras de hierro hasta que cayó al suelo. 

Animan, Chat Noir y Nayura iban en su ayuda, hasta que el gritó:

—¡Déjenme! ¡Llévense a Marinette al Prado y refugiense! ¡No es su batalla!

Animan se transformó en una pantera haciendo subir a Marinette en su lomo, para así alejarla del fuego del muro y entrar en donde las llamas todavía no lo consumían. Por su parte, Nayura lanzó su hechizo para dormir con el fin de evitar que los soldados que los seguían supieran a donde iban; antes de entrar al muro, Chat Noir dio una última mirada a su amo con tristeza antes de cruzar el muro a salvo antes de que las llamas siguieran consumiéndolo todo, hasta formar un muro de fuego.

Malgreste intentando levantarse recibió un golpe en la cabeza y regresó al suelo.

—¡Vas a pagar, Malgreste!—gritaba con furia el Rey Félix que se iba acercando a él vestido con una armadura de hierro—¡Me arrebataste la oportunidad de tener una familia unida y feliz, me humillaste como rey! Por tu culpa tuve que enviar a mi hija a ser criada por unos kwamis, me perdí grandes momentos de su vida, y mi esposa murió por la tristeza que le causó no estar con ella. Me has traído dolor a mi vida y ahora vas a morir.

Con su pie le golpeó la cara haciendo que Malgreste un alarido de dolor por sentir una gran quemadura en su rostro. El rey Félix quitó la red de hierro y con su espada le hizo un corte a uno de sus cuernos, uno que hizo que la criatura feérica diera un grito tan fuerte que se oía por todo el campo. No tenía muchas fuerzas para seguir consciente, cada vez su vista se ponía muy borrosa mientras que Félix lo agarraba por su cuello sin importar cuando le estaba quemando el cuello al Malgreste cada vez que se lo apretaba.

—¿Qué se siente ahora? La criatura feérica más poderosa ahora pronto será vencida, debí matarte cuando tuve la oportunidad.

Malgreste no podía articular palabra, su respiración se iba disminuyendo, su vista se estaba oscureciendo como para poder mirar al rey Félix teniendo una sonrisa maliciosa por la victoria que sentía al tener al fin que derrotaba a Malgreste. Con su muerte y el de las otras criaturas, el muro caería y todos los soldados podrían cruzar el Prado en búsqueda de sus riquezas y de la destrucción de las criaturas feéricas que considerasen peligrosas.

—Voy a tener un mejor trofeo que tus alas.

Elevó su mano con su espada para poder decapitarlo. Pero antes de que pudiera lanzar su ataque, unas llamaradas de fuego lo fueron rodeando a él y a todo su ejército que se fueron corriendo por pavor al ver aquella criatura que había lanzado el fuego; era un enorme dragón que salió del Prado, siendo montado por Chat Noir y Nayura.