__ despertó ansiosa y emocionada. No dudaba ni un poco en ella misma, ¿Con que argumentos lo haría? Lo único que sabía, era que aquel arrogante y cínico chico terminaría humillándose al tener que ser su esclavo por 30 días enteros, sin excusas ni pretextos. Una sonrisa casi malévola cruzó su rostro, mientras pensaba ¿En qué gastaré mis 30 Días?
La chica se levantó con más energía de la que esperaba, y se vistió, colocándose encima un short de mezclilla, una blusa sencilla sin mangas blanca, y sobre de ésta, un suéter de lana café, así como sus tenis converse, sus favoritos, los naranjas.
Salió de su casa con su mochila y su guitarra en su estuche colgada de ambos hombros, la mochila por la izquierda, la guitarra por la derecha. Tomó un taxi, y – como siempre – en menos de diez minutos estaba en la Academia de Artes Dreams. “Lindo Nombre” pensaba siempre que lo escuchaba.
El taxi la dejó en la glorieta frente del instituto de artes superiores, y ella antes de efectuar cualquier paso, echó un vistazo al frente. Sin duda, era majestuosa… cualquier persona – joven o ya mayor – desearía tener la oportunidad de formar parte de un proyecto como el que aquella academia representaba, tan poderosa ante la sociedad, tan increíble y de ensueño. “Lindas Vistas” pensó, para luego mirar hacia las paredes, y darse cuenta de que los posters donde se anunciaba la competencia entre ella y aquel arrogante chico – del cual no valía la pena mencionar el nombre, ya que ella lo aborrecía – seguían allí. Había llegado la hora.
__ entró vacilante al edificio, siendo observada por todos. En la noche anterior, lo había meditado, y pensaba que quizás un poco de atención no sería malo, menos aun cuando se trataba de humillar al rey narcisista. Aun así, no se sentía muy… Ella. Le costaba trabajo ser el centro de atención, pero sabía que apenas terminando la competencia, toda esa atención se disolvería convirtiéndose en polvo, y jamás volvería. Era fácil y sencillo.
Caminó por todo el instituto, hasta llegar al patio, el cual estaba justo al centro de la escuela. Allí sería su competencia con el cretino de ojos lindos.Al parecer, la noticia había sido grande a tal grado, que los estudiantes – y hasta algunos maestros – ya estaban más que puestos, algunos en la planta baja, y otros en el segundo piso, que teniendo solamente un barandal de fierro forjado negro, en resalte con las paredes color crema, y las grandes vistas griegas en las esquinas de aquel “cuadrado” que formaba el patio y su perímetro, la hacían ver un tanto formal. Todos estaban emocionados, y __ había sacado ya su guitarra. Con ella, definitivamente no podía fallar.
Aquella vieja guitarra había sido toda una historia. A sus cortos 7 años la había encontrado en un basurero, arrumbada y sin realmente nada de posibilidades. Pero siendo tan curiosa, ella la tomó y se la llevó a mostrar a su mamá, la cual le enseño unas cuantas notas esa misma noche. Y en unas horas, __ ya había inventado una melodía, de una canción que jamás había sido escuchada por nadie aparte de su subconsciente. Su madre, fascinada por el rápido aprendizaje de su pequeña, la llevó rápidamente a clases, y así es como explotó su talento. La cambiaron varias veces de salón, ya que alcanzaba con extrema facilidad el nivel de dificultad que cada grupo tenía, hasta que llegó al último grado, teniendo apenas nueve, cuando regularmente se salía a los doce. Así fue como __ Tried hiso historia en aquella escuela de música para niños.
Una vez que __ entró a secundaria, Quiso enfocarse más en sus estudios, dejando la música como un solo hobbie. Y ahora para la universidad, se encontraba en Dreams… ¿Historia más mágica? Imposible.
La noche en que encontró la guitarra, la arregló, pulió, pintó otra vez, hasta dejarla como nueva. Su mamá le cambió las cuerdas, y quedó como nueva. Agradecía eternamente al perezoso que la hubiera tirado aquella noche por no querer arreglarla y preferir comprar una nueva.