10. Marcus invita de paseo a dos angeles

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Lee

Esa fue la parte fácil.

Nico decidió ayudarnos, pero solo le contamos lo que paso con La Parca, por alguna razón el decirle que éramos drudai y screamers me parecía una idea terrible, una extraña voz mental me gritó que no lo hiciera, así que supongo que no debía.

Dentro abrimos un portal, nos lanzamos por él y terminamos en el Ángel.

Esta sede era diferente, tenía más temática de San Francisco que de la de Nueva York, altos edificios e inclusive una versión subterránea del Monte Diablo y Tamlpais se alzaba a lo lejos.

Estábamos con un no-buscado, por lo que solo dijimos que éramos nuevos. Con ello nos zambullimos en la ciudad.

-Por aquí -dijo Marcus -Debe estar en el refugio de armas.

Pasamos por varias esquinas, pasando de alto a los transeúntes (o serán drudaiuntes?) que nos lanzaban miradas curiosas, una me preguntó incluso como había hecho para tener el cabello tan largo y tan lindo a la vez.

Finalmente, tras una larga caminata, llegamos hasta el edificio central, una combinación borrosa de La Casa Presidencial, el Empire State y un alto templo hebreo.

Entramos y descendimos, a lo que Nico silbó.

-Esto es peor que el Tártaro -dijo, sacando su espada -Odio las cosas subterráneas.

Yo saqué mi lanza, Liz su arco. Los demás desplegaron sus báculos.

Finalmente, llegamos a lo que supuse era el subnivel 789, Marcus golpeó la puerta con su báculo.

-Yaftah

<<Abre>>

La puerta se abrió con un chasquido.

Dentro era un polvoriento almacén, con pilas y pilas de toda clase de armas, tanto que parecían montañas u olas gigantescas.

-Oigan, qué es eso? -dije, al ver un destello debajo de un montón de armas.

-¡No! -gritó Marcus.

Muy tarde, toqué la cosa y la arranqué de un tirón.

¡Zas!

La montaña se derrumbó y me barrió a mí y a los demás, y digamos que ser atacado por una ola de armas, bueno, no entiendo como salimos vivos de esa.

Terminé en algún lugar enterrado de pies a cabeza, pero excave hasta que logré salir, y desde entonces entiendo porque los topos tienes garras tan largas. Mis manos estaban llenas de cortes y sangre.

Marcus asomó su cabeza por la pila.

-Bien hecho, genio. Ahora tenemos que buscar entre un mar en vez de un valle.

-Que gran frase -dijo Nico, alzando su espada de la pila.

Nos levantamos y empezamos a buscar, pero digamos que no sirvió de mucho. Excavamos y excavamos durante años luz, o eso me pareció a mí. Aún así, no vimos ninguna súper Hoz-matapersonas hecha de huesos, o siquiera algo parecido.

Tras una eternidad, Marcus frunció el ceño.

-No lo entiendo -dijo -Todas las armas confiscadas terminan aquí. Piensa, Marcus, piensa.

El que se hubiera puesto el pelo rubio lo hacia ver como uno de esos elfos que ves en las caricaturas.

April se adelantó, su báculo estaba listo y ardiendo de un rojo intenso.

-¿Nadie la habrá sacado?

Marcus negó con la cabeza.

-Para sacar un arma confiscada, se necesita el permiso del Emperador, luego se buscan encantamientos en ella, y si está limpia, te la puedes llevar.

El Báculo De LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora