8. Un angel quiere ser nuestro amigo en facebook

33 1 0
                                    

DAVID

No comimos mucho mientras llegábamos.

Saqué un par de barras nutritivas de mi mochila y comimos una cada uno, tomamos unos tragos de agua de mi botella.

Intenté darle de comer a Derek, pero seguía totalmente inconsciente. Aún así lo dejé sobre la alfombra y le deslice un poco de agua en su garganta.

Remontamos las corrientes del aire, el viento me daba en la cara y me hacía volar el pelo.

Kate seguía al frente, sus dos manos estaban pegadas a la alfombra, y miraba fijamente el horizonte.

Me acerqué.

-Dónde está este gran ángel vudú del aire?

Ella me miró.

-En cualquier lado realmente, pero hay más posibilidades de invocarlo en un lugar. Debemos estar lo más cerca del Cielo que podamos.

Íbamos subiendo cada vez más, tanto que a cada segundo estaba más helado aquí, mis dientes castañeaban y sentía frías gotas de agua bombardeando mi cabello.

Me senté, pero también me sentía más ligero, como sí estuviera en mitad de mi hábitat natural, mi vista y mi oído se agudizaron.

Mi mente en cambio no dejaba de pensar ¿Los demás habrán logrado llegar a salvo a Belén? ¿Se habrán dado cuenta que no llegamos y volvieron al aeropuerto? ¿Habrán sido capturados?

Basta me dije.

Debía dejar de pensar, pero no podía. Mientras volabamos no dejaba de pensar en Marissa, en Lee y en todos, pero sabía que no podía hacer mucho por ellos aquí. Ni siquiera teníamos teléfonos todavía, los habíamos dejado en la habitación del Ángel.

Derek es la prioridad, me dije.

Él seguía acostado, lo habíamos cubierto de mantas y con un paño humedecido en la frente, con solo verlo la culpa me atacó.

Por mi culpa mi mejor amigo estaba a punto de morirse, nos habíamos separado del resto y ni siquiera había empezado la verdadera misión.

-¿Cuánto falta? -pregunté.

-Unas horas, deberías dormir.

Estaba a punto de protestar, pero mis ojos se estaban cerrando.

Me acosté junto a Derek y me sumergí en la tierra de los sueños.

Parecía que hubieran pasado solo unos minutos, pero cuando Kate me despertó ya era media tarde.

Me levanté, mi cuerpo por primera vez se sentía descansado y con nueva energía.

-Ya estamos llegando, prepárate.

Volabamos a unos 30 km por hora, y a unos 1000 pies de altura, el aire estaba impregnado de gotas frías de agua y por debajo de nosotros una nube relampagueaba y se tornaba color gris.

Kate se mordió el labio.

-Estás listo? -preguntó.

-No -respondí.

Más allá un embudo de nubes formaba un tupido torbellino esponjoso, de no ser por los rayos, podría ser el algodón de azúcar más grande de la historia.

Kate dirigió nuestro accesorio flotante justo hacía allí, el viento empezó a volverse más fuerte, como si no quisiera que nos acercaramos.

-Porque no quiere que nos acerquemos. -dijo la conductora, como si me hubiera leído la mente.

El Báculo De LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora