7. Derek comete una increible estupidez

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DAVID

Detesto tener que correr por mi vida.

Bueno, me gusta correr pero es mejor contra otros, no contra unos malditos hechiceros con una criatura que ordenaron matarte.

Allí estábamos todos, Gabriel corría directo al aeropuerto, nosotros lo seguíamos. Más atrás nuestros enemigos se acercaban con una mascota monstruo, dispuestos a usarnos como su hueso.

Gabriel nos guió y desvió para confundir a nuestros perseguidores, después de unos 10 desvíos y vueltas, logramos perderlos.

-Por qué no usamos un auto? -preguntó Derek.

-Mala idea -Gabriel se secó el sudor de la frente.

-Has usado mucha magia -respondí -Si lo haces...

¡Crash!

Un Audi se estrelló a un lado y fue arrojado hacia nosotros, nos detuvimos y por los pelos salimos vivos de esa.

Las personas nos ganaban terreno, aceleramos el paso.

La espalda me dolía, no había logrado dormir bien y mi ánimo estaba por los suelos. Habían capturado al único que podía controlar la muerte, el Ángel nos buscaba y los puñeteros demonios querían encontrarnos, no paré solo porque sabía que si lo hacia, nunca volvería a levantarme. No sabía el por qué, pero nosotros éramos los únicos que sabían la verdad, por lo que solo nosotros teníamos una oportunidad de parar todo esto.

Corrimos durante no sé cuanto tiempo, hasta que llegamos a unas diez calles lejos del aeropuerto. Gabriel se detuvo.

-Me reuniré con ustedes, abran un portal y los veré allá.

-¡No! -gritó Derek -¡Si vamos, vamos todos!

-Además necesitas ayuda -dijo Lee, sacó su lanza.

Los hombres estaban a unos tres metros, la bestia estaba a solo unos dos metros.

Liz se puso en frente. Sacó su arco.

La bestia atacó y entonces dijo unas palabras, las mismas que Derek había dicho en el duelo con Marcus:

-Yo, llamo a Dios el primero. Pido su ayuda y su poder, su sabiduría y su corazon. Llamo a la senda olvidada, a prestarme su poder, yo la convocó en nombre del bien.

En su pecho brilló algo plateado, un rosario. Un aura dorada la envolvió y por un instante no la ví a ella, sino a un guerreo de pelo castaño y rizado, armadura dorada y un papiro en llamas en su mano. Luego volvió a ser ella.

-¡Hariq! -gritó.

<<Fuego>>

No sé como lo traduje, pero supe que si eran esas palabras.

Cuando la bestia nos alcanzó una inmensa ola de llamas doradas la envolvió y lo levantó por los aires. Calló justo donde estaban nuestros perseguidores, todos ellos envueltos en llamas.

Nos dimos la vuelta y huimos.

No eran vacaciones regulares, osea no todos descansaban por lo que no había mucha congestión de personas en el aeropuerto. Pasamos el control de seguridad (no entiendo como las armas no fueron detectadas por el detector de metales) y luego volvimos por nuestra ropa. Estaba poniendo mis zapatos cuando alguien gritó:

-¡León!

Las personas se apartaron y dejaron pasar al supuesto león, que claro no lo era.

Era una de las criaturas mas grandes que había visto, era del tamaño de una minivan, pero tan largo como una camioneta de carga extragrande. Tenía el pelaje dorado, pero eso solo sirvió para darme más miedo. Tenía un largo hocico de perro y dientes de tiburón, ojos rojos y nariz alargada. Cuando olisqueo, el olor de su aliento me llegó (no, no fue para nada agradable)

El Báculo De LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora