4. De compras con una extraña (no tan extraña)

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DEREK

No sé porque me afectó tanto.

Solo habíamos estado juntos una hora a lo mucho, pero al ver como una persona sacrificó su vida para salvarnos, algo dentro de mí se rompió, como cuando me dijeron lo de mi madre, la angustiosa voz de la enfermera, mis manos temblando al verla tan nerviosa, luego vino un abogado y me dijo... Me dijo...

Sacudí mi cabeza para alejar mis pensamientos, pero no sirvió se mucho. Mi madre había muerto y no pude hacer nada, Gabriel había muerto para salvarnos y tampoco pude hacer nada. Me sentía inútil, inservible, una rueda de sobra sin necesidad de ser usada...

(Perdón, me desvíe. Donde es que estábamos... Ah sí)

La chica me obligó a levantarme, pero yo forcejee, ya no quería que nadie más me dijera a donde ir hoy.

La chica me miró, sus ojos azules tenían un brillo familiar, su pelo castaño estaba recogido en una cola de caballo. Y entonces me dí cuenta de quien era.

-Tú... Eres la chica del despacho, la que me salvó.

Su cara se relajó.

-Pelear con espíritus no te quitó la memoria después de todo.

-Pero eso fue solo un...

-Sueño? No no lo fue, voy a explicarte todo, pero hay que irnos.

Lo que faltaba.

Aún así la seguí, donde estaban mis amigos y los otros aparecedores que llegaron hace un momento.

Eran todos diferentes, pelo, ojos, tez, lo único en común eran sus túnicas, todas de un mismo color marrón claro, como el polvo de la tierra.

Mis amigos estaban allí, siendo examinados por un alto hombre afroamericano, tenía una espesa barba oscura y un báculo en la mano, sus ojos dorados eran tan brillantes como el sol de verano.

David se levantó. Tenía un corte en la frente y la cara llena de polvo.

Marissa tenía el vestido rosa lleno de tierra y rasgado, y se veía a punto de llorar.

-Y ahora? -preguntó el afroamericano.

-Ir al cuartel general, hay demasiada energía demoníaca reunida. -respondió la chica.

El hombre movió su báculo, el aire parpadeó y apareció un inmenso vórtice giratorio color celeste.

Se lanzaron tras él, pero al entrar se esfumaron al instante.

La chica me tomó del brazo, tal vez mencioné que estaba cansado de que me dijeran a donde ir hoy, pero la chica no me habló lo que supongo salta esa regla.

Salté tras el vórtice, y... bueno no fue agradable.

Has nadado alguna vez en el mar cuando esta revuelto? Bueno si no, es básicamente ser arrastrado por una fuerza en todos lados, además de golpeado también.

Entrar al vórtice fue como estar en un mar tan ensortijado como mi estómago en ese momento. Di vueltas y vueltas en un espacio oscuro, incapaz de ver o dirigir mi cuerpo hacia algún lado, evitando vomitar. Cuando la velocidad cambió, mi cuerpo fue víctima de la gravedad de nuevo, y me estampe de culo contra el piso, una entrada un poco menos heroica de lo que pensaba.

Me levanté a duras penas, seguro que mi estómago se había quedado en el vórtice. Y wow.

Estaba en medio de una inmensa catedral, altas columnas blancas llegaban hasta un inmenso techo plateado a unos 11 metros del suelo, de las ventanas entraba una brillante luz que iluminaba todo. Si el cielo era real, esta debería ser la entrada.

El Báculo De LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora