3. Una estatua nos enseña a pelear

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DEREK

El día siguiente levanté muy temprano, bajé a la cocina y empecé a prepararme algo para comer, diablos que hambre tenía.

Preparé tortillas con tocino, y miré las estatuas que se encontraban a un lado, puestas en cada esquina cada una, dos de ellas eran mujeres con un largo pelo rizado, ojos cerrados y por alguna razón alas de paloma saliendo de su espalda.

Los hombres eran iguales, solo que a color, uno de ellos tenía el pelo rubio, ojos verdes esmeralda y una mirada penetrante. Decía algo en Hebreo a sus pies pero solo podía descifrar una palabra: Gabriel.

El otro tenía el largo pelo oscuro y rizado, como un caballero de la edad media. Ojos grandes y oscuros, y un libro en una mano, en la otra cargaba un báculo. Siempre había visto algo familiar en esa imagen, pero no podía reconocerla.

Me serví en un plato y me senté a comer, saboreando cada bocado. Oí unos pasos y David apareció, llevaba el pelo revuelto y los ojos lagañosos, no traía camisa.

Me sonroje, pero él estaba tan dormido todavía que apuesto que ni me había visto.

Los músculos le estaban bajando, pero aun tenía sus profundos bíceps y su pecho abultado, hombros anchos y espalda gruesa.

Yo me sentí un poco mal en comparación, tenía unos cuantos músculos pero seguía siendo muy larguirucho, y además de que si bien se notaba un poco, mi pecho seguía viéndose plano.

Seguí comiendo, hasta que él se frotó los ojos y pareció reparar en mí.

-Buenos días.

-Buen cuer... Digo día.

Él se sirvió en un plato huevos y tocino, un vaso de jugo de naranja y se sentó a mi lado.

Yo evitaba desviar mi atención a su pecho. Así que mientras hablábamos me concentré en sus ojos brillan... ¡No mires ahí tampoco! Esta vez en su boca, sus labios... ¡Que no, mierda! Finalmente me decidí en su ceja izquierda, no había nada lindo en su ceja izquierda.

-Vamos a hacer algo hoy? -le pregunté.

-Ir al centro comercial, tal vez ir todos a ver una película.

Fuimos después de que todos desayunaran, la lista de películas no estaba muy buena así que compramos helado y un par de sodas, ls chicas decidieron irse de compras para el baile (que era hasta dentro de dos meses) en cambio Lee, David y yo recorrimos un par de tiendas hasta que dimos con una peluquería para hombres.

-Necesitas un corte -le dije a Lee.

-Mira quien habla -me respondió.

Me toqué el pelo, que estaba más enredado que nunca.

David bufó.

-O entramos o no?

Decidimos entrar. Una recepcionista rubia nos dió la bienvenida.

David entorno los ojos.

-Qué tal? -se arregló el pelo y la camisa, enseñando más los bíceps.

Estaba a punto de hablar (y seguramente coquetearle) pero yo los interrumpí.

-Mi amigo necesita un corte.

David me fulminó con la mirada, pero estaba tan acostumbrado que no le hice caso.

La rubia tomó a Lee del brazo y lo guió al área de corte, donde lo sentaron y le pusieron su delantal.

David empezó a regañarme.

-Por qué hiciste eso? Iba a preguntarle...

Rodé los ojos.

El Báculo De LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora