13. Si te mato... ¿Muero siete veces?

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Derek

Mientras conozcas a mi madre, nunca podrías estar triste.

Es muy difícil de describir, su nombre era Samantha Chase, y era una de las mejores personas del mundo. Tenía el pelo color caramelo, no exactamente rubio, pero tampoco castaño, solía cortárselo ella misma, aparte de contármelo a mí también, sus ojos eran del color del cielo en primavera. Azul celeste, iguales a los mios.

Irradiaba alegría, sonreía y me cuidaba como un pequeño bebé, a pesar de tener 7 ya, me servía mis comidas favoritas, jugaba conmigo siempre que podía, trabajaba de camarera, pero juntos podíamos salir adelante, nunca se quejó, ni siquiera cuando me contó que mi papá nos había abandonado, según ella, había tenido que irse, pero prometió volver, y aparte me tenía a mí.

-Te tengo a tí, angelito -me solía decir -Eres muy parecido a él, sabes? Tienes su cabello rubio, y eres tan amable como él, algún día lo conocerás, y seremos una familia feliz los tres.

Si, me decía angelito, algo lo cual siempre había amado, significaba que yo era su soporte.

Tenía 8 cuando íbamos juntos por la calle, acabábamos de ver una peli después de que le pagarán el sueldo, volvíamos a casa cuando toda la calle se vació de repente, el frío traspasó mi chaqueta, como fríos dedos recorriendo mi espalda.

-Quédate atrás -me dijo mamá, nuuuuu, no quería dejarla, mami no podía quedarse sola.

Del callejón apareció una figura encapuchada, envuelta en sombras, no podía ver nada de ella, lo que me asustó mucho.

-Querida Sam -dijo el hombre -y querido Derek... Bienvenidos.

Cuando levantó las manos, nos mostró unas cadenas de color morado, estaban desgastadas, pero no parecía capaz de quitárselas.

-Que quiere? -preguntó mi madre.

-Oh no, nada de ti. Quiero al niño.

Mami me puso atrás de su espalda.

-No, a él no. -mami se quedó rígida en su sitio -No se lo permitiré.

-Apartate -dijo el hombre -y te perdonaré la vida.

-No.

Mami se mostró firme, como siempre hacia cuando estaba decidida, nadie la haría cambiar de opinión.

El hombre alzó las manos, y en su mano apareció una lanza negra, la arrojó hacia mí.

Paso tan rápido que no supe que paso, mami gritó, su sombra se asomo frente a mí, mi visión se tiñó de rojo, caí al piso.

Mami estaba en el suelo, líquido rojo cubría su pecho, no se movía.

Lloré, no no no, mami no!!!!

El hombre se acercó con lentitud, yo lloraba y gritaba, llamaba y sacudía a mami, pero seguía son moverse.

El hombre se acercó hasta que estuvo por tocarme.

Y todo se iluminó.

Una luz lo envolvió, mientras gritaba lleno de ira, mi visión se volvió blanca, mis venas ardían como si tuviera lava ardiente en vez de sangre.

Y entonces me desmayé.

Recuerdo despertar en un hospital, yacer en una cama mientras una enfermera me ponía una vía intravenosa, me habló con tranquilidad, pero sabía lo que iba a decir. Me miró, mi mamá no lo había logrado, la policía seguía buscando al culpable, pero no habían encontrado nada, a mí ya no me importaba nada, mami ya no estaba, estaba solo, nadie vendría.

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⏰ Última actualización: Oct 23, 2017 ⏰

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