Tres golpes en la puerta fueron los que despertaron murmullos por toda la casa.
Tres golpes en la puerta fueron los que hicieron mirar la puerta a Eric de Thurso.
Y tres golpes en la puerta fueron los que alentaron a Julianne a continuar leyendo que más vehemencia que antes. Lo cual provocó que todo comenzase de nuevo, los sirvientes hablando de ella y su extraña manera de ignorar algunas cosas y Eric de Thurso moviendo su cabeza esta vez para mirarla a ella.
A nadie en la casa le gustaba su talante altivo, pero pensaba que al menos podían susurrar con un poco más de discreción, incluso el mismo pensamiento pareció recorrer la mente de su mentor, que escrutó con una dura mirada a sus compañeros.
Issidra Quilanora se plantó como una seta delante de Julianne, y con una voz seca y firme preguntó:
—¿Deberíamos ir a comprobar de quién se trata?
La joven bostezó y se tapó la boca, mostrando lo aburrido que le parecía todo. Issidra le lanzó cuchillas con los ojos, pero apenas se mostró afectada, y el rostro de la sirvienta se tornó arrebolado por la rabia.
—Habrá sido una rama que ha golpeado la puerta.
Retomó la lectura, y Eric no pudo evitar ponerse en pie de un salto y arrebatarle el libro de entre las manos con brusquedad, lo dejó sobre una estantería a la que ella no llegaba, y se cruzó de brazos captando toda su atención.
—Bien, señorita Kallaghan, creo que es hora de que mueva su vago trasero y vaya a la puerta a comprobar quién es. No creo que una rama golpee tres veces la puerta en un tiempo semejante.
—Mi padre podría despacharlo por hablarme de ese modo...
Eric la cortó con una sonrisa petulante antes de que pudiese terminar de hablar.
—Pero si me echase ¿quién le quedaría a usted? Hágame un favor y piénselo de camino.
Su mentor cogió el libro de encima de la estantería, se desplomó sobre el sofá e ignoró todo a su alrededor adentrándose en el nuevo mundo que estaba entre sus manos. Julianne por otra parte tensó la mandíbula y se quedó mirándolo con rabia bailando en sus ojos añiles. Tras dar un pisotón se marchó hacia la entrada con las palabras de Issidra clavadas en su mente.
«Gracias por plantarle cara, De Thurso, alguien debería hacerlo más a menudo»
La respuesta del joven rompió su corazón frígido.
«No se preocupe señorita Quilanora, tan sólo es una niñata a la que le pagan todo, hasta que deba contraer matrimonio con algún sapo seboso y ¿sabe qué? Aprenderá lo que es ser infeliz.»
¿Incluso él pensaba mal de ella? Una lágrima se deslizó por su mejilla, suspiró y cuando abrió la puerta se quedó impresionada.
Frente a ella se hallaba la mujer más divina de todo el mundo, tenía unos ojos azules grandes y atentos, piel blanca y delicada como la porcelana, labios rosados como la más dulce de las rosas, y largas ondas castañas que alcanzaban su espalda baja.
—¿Está bien, señorita?
—¿Qué? —Julianne rápidamente se retiró la lágrima solitaria de la piel con el dedo índice—, oh sí. No es nada, alguna esquirla acompañada por la ventolera.
—Juraría que lloraba...
Julianne se apresuró a recomponerse, cambió el peso con nerviosismo de una pierna a otra y terminó forzando una sonrisa agradable.
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De mitos y leyendas
FantasiaLos misterios son bonitos mientras son sólo eso: misterios. Las criaturas fantásticas eran un misterio en la sociedad, una X en el mundo. Ni siquiera el diez por ciento de la población sabía de ellos, pero los pocos que conocían sobre su paradero o...