Los misterios son bonitos mientras son sólo eso: misterios. Las criaturas fantásticas eran un misterio en la sociedad, una X en el mundo. Ni siquiera el diez por ciento de la población sabía de ellos, pero los pocos que conocían sobre su paradero o existencia no dudaban en ir a cazarlos como si fuesen monstruos hostiles que algún día irían a pueblos humanos a matar por diversión. No eran más que monstruos de apariencia inofensiva asesinando ángeles que lucían como bestias, inalcanzablemente perfectos, y sobre todo: puros. Sin maldad en su interior. «No desean superarnos, sólo vivir en condiciones semejantes a las nuestras. Quieren vivir sin necesitar esconderse. Les debemos eso, al menos, después de tantos años de esclavitud, por decirlo de algún modo» E.