Capítulo trece.

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Llegué a un hospital. Aquel era rústico, blanco sin ningún atractivo.

Pero ahí, estaba mi madre. La segunda sucesora del diario.

Entre y ví pasar varias enfermeras. A una la de detuve.

—Disculpe, ¿me podría guíar hasta la sala de cuidados intensivos?—

—Si, jovencita.—

Caminamos, subimos escaleras.. y finalmente llegamos a la gran sala.

—¿Busca a alguien en específico?— dijo mientras sacaba un registro.

—Eh, si. A la señora Sam Spencer.— Miraba de reojo el registro de aquella mujer.

—Eh... Bueno... Aqui esta... Sam Spencer.. habitación 31.—con su dedo marcaba en donde estaba escrito el nombre en el registro. Sin alzar la vista.

—Oh, bueno. ¡Gracias! —

Camine rápidamente buscando la habitación, entre números.

29.. 30.. ¡31¡ pensaba.

Entre y solo había una cama con una mujer dormida.

La toque para despertarla...

—Mamá... Mamá.. soy.. soy Sara..— movía su ombro para despertarla.

Hubo silencio..

—¿S- Sara... ? — escuché de una voz apagada y desgastada..

—Mama.. ¡Mama!— dije abrazándola.

—¡Mi niña! Oh por Dios.. mi niña pequeña.. — dijo respondiendo a mi abrazo. Se sentía su cara húmeda en mi vestido.

—Oh Sara... ¿Como estás? ¿Como te ha ido? ¿Tu tía?—

—Una pregunta a la vez, mamá.—Dije sonriendo.

—No sabes lo preocupada que he estado por ti—lloraba—Pero, no he podido ir a verte porque mis doctores no me dejan salir hasta que termine mi terapia.—Luego mi mira y momento y agrega—¿Tienes quince no es así​í?—sonrió.

—Si.. aunque de hecho.. aún no—Decia un tanto nerviosa.—Aun no los he cumplido.— le ment

—La última vez que te ví eras una niña. Ya eres toda una mujercita.—sonreia—Creo qué si me muriera ahora, me iría feliz de ver cómo te está yendo.—

En mi momento tan feliz de ver a madre después de tanto tiempo, caí nuevamente en el propósito por el cual había venido en primer lugar.

Así que me puse un poco más seria.

—Mamá. Hay algo que necesito.—

—Sabes que no puedo levantarme de aq— la corte.

—No necesitas moverte. Solo necesito saber algo.

Mi mamá movió su cejas en señal de espera de mi interrogante.

—Es solo... Tu madre, o mi abuela.. Alan.. ella hizo un diario. El diario de Alan a través de los charcos. Según lo que sé tú eras las sucesora del diario.. lo de debes tener.. ¿No es así?—Dije un poco preocupada.

Mi madre abrió los ojos como platos.

—Si. Pero no creo que sea prudente decirte en donde se encuentra.. además. Todos estos años te he protegido de aquel mal. Es un mal. No debes saber nada de ese mundo ni entra en él. No sabes a lo que te enfrentas.

—¡¿Ah?! ¡Pero mamá!.. yo.. yo ya estuve en ese lugar y no es tan malo como dices. Hasta tengo un amigo. No puedo creer que digas todas esas-—

—¡Ellos no existen Sara! ¡Nunca existieron! Date cuenta que es solo algo imaginario... A tu abuela antes de morir la diagnosticaron con esquizofrenia. Ella solo veía alucinaciones. Nada de eso es real. Esta es la realidad. Acéptala.

Por un momento sentí un gran vacío en mi corazón. Como si me quitarán algo preciado. ¿Era cierto que nunca nadie existió? Y ¿Eliot? La princesa de los distritos.. todos ellos.. ¿Fue solo imaginación que viaje a través de los charcos?

—Sabes mamá.. en este poco tiempo en el que he estado lejos de casa he aprendido que no debo rendirme hasta conseguir lo que quiero y a tener confianza en mí misma. Sé con seguridad que lo que todos dicen de que murió mi abuela con esquizofrenia no puede ser cierto. Porque jamás alguien con esquizofrenia escribiría a personas tan maravillosas. Y sí, puede que no sea real.. pero... En este mundo ¿que más da? ¿Acaso se sabe que es real y que no? Yo encontraré ese diario. Si no me lo dices tú, lo encontraré de la manera que sea posible.— dije mirando al suelo. Me sentía horrible. Pero era necesario.

**

Salía fuera del hospital a la casa. Al final a mi madre no le pude decir gran cosa. Si quería que supiera lo de mi tía pero tenía otro objetivo. Llegué a casa. Después de tanto.

Abrí suavemente la puerta...

Y desastre por todas partes. Olía horrible, era un olor a suciedad.

Trate de caminar en silencio a mi habitación. Antes de subir las escaleras ví a mi tía, por la puerta entrecerrada de su cuarto, estaba desnuda y con un cigarrillo y unas botellas.

—¡Sara!— temblé al escuchar mi nombre.

Mire por el rabillo de mi ojo hacia la puerta entrecerrada.

—¡¡Sarita!! ¡Qué gusto me da! Sabía que volverías a casa... Después de todo aquí te damos amor y comida. Lo que necesitas.. —Se hecho a reír fuertemente y luego volvió a mirarme—Los animales viven a base de amor y comida. Como tú. Que triste.

Subí rápidamente a mi habitación ignorandola.

Cerré la puerta con llave. Mi habitación estaba igual. No había marcas de que alguien urgara en ella.

Estaba un tanto molesta. Por lo del diario. A lo de mi tía no le prestaba mucha atención. Ya he vivido más de diez años con ella diciendo lo mismo. Es como cuando te Cansas de escuchar una canción. Da igual.

Tomé mi celular. Estaba lleno de mensajes y poco batería.

Ví mi mochila, mis libros.. la escuela..
Si. La escuela.
—Supongo que ya perdí el año.—Dije para mi sonriendo.

Arregle las cosas. Limpié y dejé todo arreglado. Si tenía que irme, al menos dejar todo arreglado.

Camine hacia la puerta y tropecé con una brazalete. Era de mamá

—¿Que hace un brazalete aquí? Y de mamá...

Fui a la habitación que era la de mamá. Estaba cerrada. Tomé la llave. Y abrí la habitación. Hace mucho no entraba aquí.

Fui y dejé el brazalete en el escritorio de mamá. Después cuando iba llegando a la puerta choque accidentalmente con la silla. Eso hizo que se movieran unas cosas en el escritorio dando como resultado la caída de varios libros.

Y.. entre esos hubo uno que me llamo mucho la atención.

Decía: "El diario de Alan: A través de los charcos."





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