Estaba sentada en un parque. La brisa era suave, sentía como jugaba con mi cabello.
Mire el reloj de mi muñeca. 14:56.
Estaba esperando a mi padre.
Después que lloré por la ida de Eliot, desperté en mi cama. Mi tía me encontró y decidió llevarme a la fuerza a un centro de ayuda mental. Me diagnosticaron esquizofrenia, como a mí Abuela. Ya han pasado dos años desde que estuve en ese lugar, lo único que quería era salir del hospital psiquiátrico.
Mi padre, hoy, volvía por mí. Estaba muy feliz. Me sacaría de este lugar.
Empecé a entender que el mundo de los charcos debía ser un tema tabú para mí. No podía mencionarlo. Si no, otra vez al psiquiátrico.
Vi a lo lejos una figura de un hombre. Era él.
Me levanté rápidamente y caminé hacia haya.
Cuando llegue, en efectivo. Era mi padre.
—¡Papa!— grite fuerte y al mismo tiempo lo abracé.
—Sara, mi niña. He oído todo lo que has pasado. Tranquila. Ya estarás mejor.—
—Gracias. Este lugar es horrible.— sentia algo parecido a cuando pasas un examen difícil— quiero irme. Vámonos.
Mi padre tomo mi mano y nos fuimos caminando.
Padre, casi nunca había estado conmigo. Si acaso, lo había visto cinco veces en mi vida. Esta era la quinta.
Quien siempre estuvo conmigo fue mi madre, aunque ya hace un año se fue. Al parecer, ella estaba sufriendo de tuberculosis. Está, fue otra razón por la cual también caí en el centro de ayuda.
Pero, la más fuerte, fue el evento de los charcos.
Para mí, aún es un misterio. Sigo sin hayar la respuesta a eso, ya que después de tanto tiempo.. puede que todo haya Sido producto de mi imaginación.
De que yo conocí a un tal Eliot lo conocí, y fue hace mucho. Solo sé que ese chico murió al ser atropellado cuando buscaba una pelota en la calle.
Sigo pensando cómo le tome cariño algo proveniente de mi mente.
Tal vez, si estoy loca.
O no.—Sara, iremos a mi casa. Haya vivirás y terminaras el colegio. Por lo que sé, no terminaste la secundaria.—decía mi padre.
—Si.. debo terminarla. ¿Tu casa es grande?— pregunté.
—Mmm.. pues.. yo diría que sí. Tranquila. Ya nada ni nadie te perturbara ni maltratara.
Es cierto. Los maltratos de mi tía fueron tan severos que los policías se dieron cuenta en cuanto ingresé al centro de ayuda.
Mi tía fue arrestada por prostitución, ya que ella prostituía a sus hijas. Por dinero. Ah claro, y ella también lo hacía. Y por maltrato intrafamiliar, porque obviamente después de todo, soy su sobrina.
***
Llegamos a la casa de mi padre. Volví a sentir una paz. Arreglé las cosas en mi cuarto. Una foto de mamá. Mis libros. Comenzaría de nuevo.
—Sara, preparare la cena. Te aviso cuando debes bajar.—
—¡Si papá!— grite desde mi habitación.
Mientras arreglaba los libros, me encontré con uno muy especial.
"El diario de Alan: a través de los charcos"
Me fui a la ventana en deje que el viento soplará mientras apoyaba el libro en el marco de está.
Me fui a la última página.
"Es un misterio. Nunca se encuentra respuesta. ¿Como saber si en verdad estamos viviendo en una realidad concreta o solo es una sueño? Se darán cuenta que el sentimiento de ironía entre dos episodios se repite. Es incierto, un misterio. Pero aún, en mí, vive aquel mundo. Ahí, estoy yo. Y si esto sirve de algo, revisa aquel amuleto."
El sentimiento de ironía. Como pensar que esta mujer decía la verdad. O tal vez, solo somos dos locas en este mundo.
Mundo que tal vez, no exista.
Como no acordarme de aquel momento, fue ahí en ese momento en el que lloraba y sufría donde ahogue las penas en una fantasía. Pero también, ahora ese este momento en donde siento que su presencia está aquí.
La brisa movía mi cabello. Me sentía tan bien. Era ya un atardecer como nunca lo había visto. Era hermoso.
"Y así, como en el atardecer el solo cae así mismo tiene la oportunidad de levantarse en el amanecer. Nosotros tenemos una segunda oportunidad en esta vida."
Mire el amuleto. Mi pulsera.
La pulsera que me dió Eliot.
Sentia dolor y felicidad al verla. Era una de las cosas más preciadas que había visto.
Me despegue de la ventana y volví a mi cama. Cerré el libro y toque la pulsera.
La miraba. Estaba como hipnotizada con ella.
—Se que no estoy sola.. si tan solo lo pudiera ver otra vez. Sería suficiente para mí.—
—y te he dicho muchas veces, que no estás sola, sara.—
Mire rápidamente arriba. Quitando la vista de la pulsera.
En la ventana había una figura, era de color oscura por la sombra que hacía en el sol. Era él.
—Hola de nuevo, Sara.—
Si era misterio, o producto de mi imaginación no me importaba. Solo quería ver su presencia de nuevo.
Y ahí estaba él. A quien conocí a través de los charcos.
Fin.
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A Través de los charcos
FantasiA veces la imaginación suele ser más perversa de lo que creemos. La imaginación es un portal a lo maravilloso donde existe lo que más amas o lo que más aborrece, sólo que Sara no sabia eso, nunca imagino la parte mala de las cosas. Aunque imagines...