7° Ebrio.

702 84 29
                                    

Estoy con contigo cuando las luces se apagan.
Toma mi mano yo soy todo tuyo.

Only you're one —Lifehouse

—¿Hasta cuándo seguirás con esto? —Bufo sin intención alguna por ocultar el fastidio en mi voz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Hasta cuándo seguirás con esto? —Bufo sin intención alguna por ocultar el fastidio en mi voz.

—Hasta que pierda el conocimiento —balbucea—, o hasta que se me acabe el dinero que traigo conmigo... —duda antes de elevar su mirada nublosa al barman que nos ve genuinamente entretenido— ¿Aceptas tarjeta?

—No jodas, Otabek. Mañana volvemos a clases y no puedes presentarte apestando a alcohol y con una resaca pinchándote el cerebro. —Gruño, interrumpiendo lo que sea que Emil fuera a agregar sobre los muchos métodos de cobranza del bar.

—Planeaba no ir...

Soltando otro bufido me pregunto qué tan mal se verá que le dé un puñetazo a Beka si después de todo lo que él quiere es perder la conciencia...

Como si supiera de mis violentas intenciones para lograr que su tío deje de decir puras idioteces, Yuuri entra al lugar tan velozmente que casi se tropieza con sus propios pies al detenerse abruptamente, buscando a su tío con la mirada en medio del pequeño grupo de ebrios infelices del lugar.

Su expresión es de auténtica sorpresa al verme y sonríe antes de acercarse tranquilamente.

Por supuesto, yo debo poner mi mejor cara de matón para fulminar con la mirada a los malditos que se atreven a darle miradas –mucho más que interesadas –al bonito par de piernas torneadas que Yuuri deja ver gracias al corto vestido veraniego amarillo.

Si alguien se le acerca le rompo en la cara la botella casi vacía que Otabek se ha dedicado a dejar seca.

—Hola. —Saluda mi novia, sonrojo ligero y voz cantarina.

—Hey. —Tomando su cintura con ambas manos la acerco a mi cuerpo, encajando su esbelta figura entre mis piernas, buscando el sabor dulce de sus labios.

Yuuri se deja hacer entre mis brazos, correspondiendo al beso con el mismo fervor que marcan mis labios. Entregada al caluroso saludo.

Abro los ojos para darles una última mirada de advertencia a aquellos valientes suicidas que aún estén dispuestos a desnudarla con la mirada. Una caricia al borde de su falda con mis dedos basta para que los pobres incautos giren a cualquier otra dirección.

Podré ser el más joven del lugar, pero soy el más sobrio además de sacarles diez centímetros de altura a cada uno. No sería realmente un problema romper una o dos caras.

Rompo el beso al sentir los dientes de Yuuri aprisionando mi labio inferior y me alejo para recuperar aire.

—Yo también te extrañé... —jadea ella con el rostro sonrojado.

El vendedor de sueños y la ilusa que los compra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora