2° Las bellezas.

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Tu corazón, y el patrón sin cambios de la vida.
La continuación del cuento y el punto de vista chirriante del mundo por las noches [...]
Date cuenta, baby, que no importa dónde esté, todavía estaría buscandote.
Por eso, baby, nunca podría decir que estoy asustado, aunque quisiera decirlo...

The Oral Cigarettes — Kizukeyo baby.

A esas horas de la mañana no había mucha gente en las instalaciones del Instituto

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A esas horas de la mañana no había mucha gente en las instalaciones del Instituto. Quizás los conserjes revisaban que no hubiese basura en el patio o los pasillos y algunos profesores, aquellos capaces de madrugadar porque su trabajo les gusta tanto como torturar a pobres adolescentes con clases eternas y exámenes tan sorpresivos como destructores de futuros, a penas acomodaban sus autos en los mejores lugares del estacionamiento.

Ningún estudiante que se respete llegaría a la escuela casi una hora antes de que el timbre, anunciando su encarcelamiento diario, sonara. Pero ahí va ella. Recorriendo los pasillos vacíos y silenciosos, siendo observada sólo por los rayos del recién despertado astro rey matutino.

Existen personas guapas con seguridad en sí mismas y luego está ella; se sabe atractiva y lo usa a su favor. Le gusta seducir, no como si fuera una pequeña zorra, no, tiene estándares y dignidad moral. O algo así.

Sabe que, de quererlo, podría tener comiendo de la palma de su mano a cuanto chico se le antojase, pero los hombres de su edad son... ineptos, inmaduros y unos completos burros que sólo pueden pensar en acostarse con una chica, hacerla uno más de sus trofeos y presumir con sus amigos como si romper el corazón de alguien fuese la cosa más enorgullecedora del mundo.

Y bueno, no todos son así, pero los pocos que pueden considerarse como caballeros y con mentalidad propia de un hombre y no un niño son sus amigos. Amigos enamorados de sus amigas. Chicos que no debe considerar dentro de su rango siquiera.

Y no los necesita tampoco, porque ya tiene a alguien ocupando su mente.

Conoció al dueño de sus pensamientos, y el protagonista de sus sesiones pecaminosas en la soledad de su habitación, una mañana de primavera cuando éste entró al Instituto como su nuevo profesor de educación física y ella comenzaba el segundo año.

No quiere sonar como el cliché de una ilusa enamorada de su profesor, porque no está muy segura de lo que siente por él, pero supo desde el inicio que era algo imposible y que su anhelo por el profesor extranjero debería quedarse en el fondo de sus pensamientos y escondido del conocimiento del mundo.

Convivía con su amor platónico gracias a una de sus mejores amigas, siendo tío de su compañera de clases tenía vía libre para acercarse a él de forma más profunda y cercana que como maestro—alumna. Convirtiéndose en amigos. Y las cosas se quedarían así.

O ese era el plan hasta que sus padres le informaron de su extradición a su país natal en cuanto terminara la escuela para que estudiase la Universidad allá. En la fría ciudad de San Petersburgo.

El vendedor de sueños y la ilusa que los compra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora