CAPÍTULO I

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Estoy sentado mirando mi alrededor, junto con Esteban mi mejor amigo. Soy de Tigre, una hermosa ciudad de Buenos Aires, puede que sea una de mis preferidas, pero eso no viene al caso de lo que les quería contar ya que lo demás viene más adelante, pero en una verdadera historia se tienen que presentar los personajes o así aprendí de la gran profesora Pirl, que ya era de avanzada edad pero seguía siendo muy buena. Me llamo Axel, como el cantante pero sin esa gran voz por cierto. Tengo 17 años e iba al colegio San Martín, uno de los más grandes de la ciudad, y por cierto donde empezó mi pesadilla. Todavía no dejo de pensar como un dolor tan insignificante puede convertirse en una tragedia diría yo pero bueno, nunca se sabe que te depara el destino, y si, a mi me trajo una tragedia que desordenó mi vida y la de mi familia, pero no quiero adelantar mucho porque si no terminaría muy pronto con esto.

Todo comenzó un 15 de octubre de 2014 a los quince años. Me había levantado algo mareado, pero no le di importancia porque una vez vi en un documental que si te pones de pie muy rápido después de haber estado acostado, sentado o algo, la sangre baja de golpe y te produce un mareo, y eso fue lo que pensé y solo atiné a permanecer sentado en mi cama hasta que me pase.

Seguí todo normal, me bañé para sacarme el sueño ya que eran las seis y media de la mañana y la cara de dormido había que disimular. Tardé media hora en el baño, el agua tibia caía por mi cuerpo mientras que escuchaba la melodía que producía al tocar el suelo, era relajante. Me alisté rápidamente y bajé corriendo las escaleras para ir a desayunar. Mamá es buena con la cocina y mucho más con el café y las tostadas, dirían que es una pavada hacerlo pero no, ella encuentra el punto justo, lastima que sólo tomé hasta la mitad porque se me hacía tarde y debía alcanzar a Esteban para ir juntos camino a la escuela.

Dije chau y la puerta se cerró de tras de mi. Mi amigo vivía a dos cuadras. Justo salía de su casa, con una gran cara de dormido, ya que odiaba levantarse temprano y la escuela también. Íbamos caminando, mientras charlamos un poco, mirando parte del amanecer entre otras cosas, ya que teníamos dos kilómetros hasta llegar a la puerta del colegio.

-Llegamos por fin- exclamó Esteban

-Si ya era hora- respondí, y entramos hasta llegar al curso y dejar la mochila para ir a la formación.

Saludamos a la bandera y toda esas cosas que se hacen en un ingreso a otro día de clases, nada interesante y aburrido.

Volvimos al salón, teníamos matemáticas, -aburrimiento total- exclamé, era demasiado temprano para eso y no había dormido muy bien asi que tenía sueño. Esteban se durmió, no tenía vergüenza y tampoco miedo de que le llamen la atención, su sueño era más importante. Ese día dimos tema nuevo, no me acuerdo que era pero eso no interesa.

-Ring, ring-

Esperé con ansias el recreo. Desperté a mi amigo y nos fuimos al kiosco por comida, una gaseosa y varias golosinas más y nos sentamos en un cantero a conversar con nuestros compañeros.

Sentía frío pero no le di importancia, era una mañana agradable. El timbre volvió a sonar y regresamos al salón. Teníamos hora libre porque la profe de inglés no fue ese día. Esteban aprovechó para dormir durante esa hora y yo quedé con el celular mirando mis redes sociales. No habían nada interesante asi que me fui afuera a tomar aire. Fui al piso donde estaba ubicado el mástil aprovechando para recostarme un poco y descansar. Cerré mis ojos mientras dejaba que el viento acaricie mi mejilla, a lo que no pude tardar mucho en dormirme en ese lugar. Tuve un sueño muy raro, sólo me acordaba de partes como la figura de un monstruo que me perseguía, era lo único que podía ver por la total oscuridad, no había luna, estrellas, nada, absolutamente nada ni nadie, es solo con aquella cosa detrás de mi. Habrá pasado como media hora y desperté porque me empecé a sentir mal, tenía dolor de panza y la cabeza estaba matándome, pensé que era por el sándwich que había comido, quizás estaba pasado, nunca se sabe que te pueden llegar a vender. Del dolor cada vez se agudizaba más y más me olvidé del sueño, sentía que la cabeza me estallaba, era tan fuerte que quería llorar pero como hombre no lo hice, que error, pensamientos machistas. Comencé a sentir nauseas y fui al baño con gran dificultad porque las piernas me temblaban, me sentía débil no sabía que me pasaba. Levanté la tapa del inodoro y comencé a vomitar, pero algo me llamó la atención y no pude contener el susto, porque estaba vomitando... -¡Sangre!- grité. Me dolía la garganta, el estómago y la cabeza me explotaba, nunca me pasó algo así, parecía una pesadilla pero ojalá lo hubiera sido, aquello era real y demasiado doloroso. Me dirigí al lavatorio para mojarme la cara, las piernas me seguían temblando asi que me prendí por la mesada del baño. Me mojé un poco más y me enjuagué la boca tratando de recuperarme un poco y poder salir, pero no hubo caso. Decidí ir con la directora para que avise a mis padres y me fueran a buscar. Iba caminando apenas, con mucha dificultad, podía sentir la oscuridad recorriendo mi cuerpo, buscando por dónde salir y fue cuando recordé la pesadilla que tuve hacía unos instantes atrás.
La dirección estaba en la planta alta asi que tenía que subir las escaleras, en ese momento desee un ascensor ya que las piernas no me daban para subir.

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