CAPÍTULO IV

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Desperté de maravillas, me sentía como nuevo, renovado y feliz de tener un sueño maravilloso. Agarré mi celular nuevo que me regaló mi padre y comencé a configurarlo para así lograr entretenerme un poco. Mi madre seguía durmiendo así que no hacía ni un poco de ruido, estaba tan cansada y merecía dormir un poco más.

-ya despertaste-

Por poco grité pero me contuve.

-Hay mamá me asustaste- me molesté un poco, ella solo rió y se disculpó.

-Tengo hambre, quiero desayunar, hace días que no como bien en este lugar, ya no veo la hora de irme.-

-Dentro de un rato te van a traer las enfermeras, no te preocupes-. Preocupación era lo que más me sobraba en ese momento, cada día que pasaba era peor que el anterior, cada vez con más malas noticias.

-Pero mamá la comida de hospital es horrible además quiero facturas, chocolatada o no se, algo que me alimente-. Necesitaba que cumplan mi capricho, insistir es parte de mi rutina diaria.

-Está bien, voy a preguntar al doctor si te deja, pero por ahora tendrás que comer lo que te dan.- Como ven mi madre siempre solucionando problemas, pero a veces se tarda un poco, asi que tendría que desayunar lo que me den, muy divertido.

Odiaba lo que me daban en el hospital porque o no tenía azúcar o le faltaba sal, si es que le ponen, eso no era alimento me decía en la mente, necesitaba algo rico y conforme a mi edad.

Pasó la hora y golpean la puerta, pensé que era mi padre pero no, era el doctor Wasewell o Wesewell, no me acuerdo, pero eso no viene al caso.

-Necesito hablar con usted y su esposo, los estudios que le hicimos a su hijo ya están listos asi que los veré en mi consultorio en una hora.- Y se fue. La piel se me erizó tanto que se podía notar a distancia, la voz temblorosa y preocupada de aquél doctor provocó ese sentimiento y otra vez mi mente volando por el aire pensando cualquier tipo de diagnostico posible y la mayoría eran negativos.

-Bien, por fin me darán el alta, ya no soporto más esto-. Me estaba mintiendo a mi mismo, sabía que algo andaba mal en mi, pero nunca está demás dejar una chispa prendida, aunque ya se estaba por apagar completamente.

Si salía del hospital iríamos a la casa de mls abuelos, la laguna es lo que más me gusta. Sentarme en la orilla y ver la belleza de aquél lugar, respirar el aire cálido, sentir el olor a humedad en los árboles y por sobre todo disfrutar de la calma y el sonido del silencio.

Mi madre llamó a papá y en pocos minutos él ya estaba ahí. La hora pasó volando, eran como las once de la mañana asi que mis padres fueron con el doctor mientras que yo aproveché ese momento para bañarme y despejar mi mente.

NARRA MI MADRE

Golpe de puerta*

-Adelante- dijo una voz del otro lado, nos invadió el miedo, a mi esposo y a mi nos latía muy rápido el corazón que hasta podíamos escuchar su sonido, teníamos temor de que nos fueran a decir, porque era raro que nos llamase a solas.

Respiramos profundamente, Julián me abrazó con mucha fuerza, acarició mi cabello como siempre lo hacia desde que nos conocimos, sabía que eso me tranquilizaba de todo pero en este caso no estaba funcionando.

-Todo estará bien, no te preocupes-, dijo en mi oído, besó mis labios y agarrando mis manos nos dispusimos a entrar.

-Pueden sentarse por favor-,

-bien, los estudios que le hicimos a Axel fueron examinados correctamente y varias veces para ver si no habían errores-.

La voz de Wasewell se entrecortaba de apoco, haciendo que nuestro alrededor se paralizara. El consultorio se hacía cada vez más frío, era como estar en un freezer. Wasewell continuó hablando:

CANCERBRALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora