CAPÍTULO III

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Después de una larga jornada de al menos cinco horas de ir de acá para allá viendo todo el hospital, haciéndome los estudio, entre otras cosas, pude volver a mi habitación por fin, me sentía cansado a pesar de que no hice nada pero no había dormido bastante bien los últimos días y necesitaba un descanso.

Cuando abrí la puerta de la habitación me llevé una gran sorpresa...

-PAPÁ- Grité

Había vuelto de su viaje de un mes a Brasil por cuestiones de trabajo y no se que más, pero tuvo que volver antes por lo que estaba pasando y obviamente estaba feliz porque me trajo regalos.

-Hijo, ¿cómo te sientes?-. Y me abrazó con mucha fuerza, pude sentir que su respiración era agitada y preocupada pero no dije y ni pregunté nada.

-Estoy un poco cansado, pero feliz por tu regreso y por este ¡Iphone 7!- grité de la alegría, no me lo esperaba, después de todo lo que me pasó algo bueno tendría que pasarme y llegó en el momento justo.

-Me alegro mucho que te halla gustado- dijo con una sonrisa y continuó diciendo, -ahora acuéstate y descansa, después podrás ocuparlo y podremos hablar de todo esto-. Me dio un beso en la frente y acarició mi cabello.

Asentí y me fui a la cama a dormir.

En pocos segundos quedé como mosca muerta. Pasó al menos unas dos horas y me empezó a doler la cabeza, un dolor indescriptible que me hizo despertar de golpe que sin pensarlo me tuve que sentar en la cama de tan agudo que era, sentía que estaba por estallar, quedé sordo y veía borroso. Mi madre estaba en el baño, al escuchar mis gritos sin pensarlo salió gritando de la habitación llamando al doctor. Papá volvía de la cafetería, al ver todo el alboroto entro donde estaba. Se percató que estaba por vomitar, acercó un balde y mientras vomitaba me sostenía la cabeza. Mi respiración se hacía muy tensa, se me dificultaba respira.

Mamá volvió con el doctor, este me examinó pero dijo que solo era producto del golpe y que si había algo, en los estudios saldrían.

Me recetó unos calmantes y una pastilla para el dolor de cabeza, pero no hicieron efecto alguno.

El ambiente se llenó de preocupación y de tensión, mis padres se miraban aterrados pero trataban de disimularlo, sabía que algo me pasaba y no era bueno. El doctor los llevó para hablar con ellos, no se de qué porque no me quisieron comentar, solo sus caras de vi un fantasma decían mucho pero estaba fuera de mi alcance descubrirlo, era mi salud y no estaba enterado.

Pasó la tarde, pasó el dolor, pasó todo o al menos por ahora. Recibí la visita de Esteban, trajo su play y nos pusimos a jugar como cuatro horas. Quedamos solos porque mis padres fueron a casa a comer algo, bañarse, cambiarse de ropa y descansar un poco. Hablamos con mi amigo, estaba muy preocupado por mi, dijo que no era normal todo aquello. Su miedo se notaba en sus ojos y su voz, dije que no se preocupara porque todo saldría bien, aunque yo no lo creía.

Se hizo la noche, Esteban me dijo que tenía que irse pero que volvería al otro día o si salía que me visitaría en casa. Asentí y sin decir más nada cerró la puerta y se fue.

Quedé solo, ese momento me hizo bien para pensar, -¿que tendré?- era mi pregunta que se pasó por mi cabeza todo aquel día. En ese momento sentí otro escalofrío, el mismo miedo me recorría todo el cuerpo, pero la curiosidad también era parte de mi porque quería saber que sucedía ya que veía la cara del doctor al examinarme, era cara de preocupación o algo así.

Aproveché para entrar a bañarme, me miré en el espejo del baño y veía a otra persona, aquél chico que se reflejaba no era yo, tenía su cara cansada. No le di importancia y fui a la ducha, la abrí y dejé que el agua recorriera todo mi cuerpo. Sentía debilidad al pararme, mis piernas temblaban pero no sentía que me iba a caer.

Media hora después de estar en el agua y pensar salí para secarme y vestirme. Volví al espejo y me detuve un rato más, cerré mis ojos y sentí una suave brisa que entró envolviéndome todo el cuerpo y se fue nuevamente dejándome solo. Un par de lágrimas cayeron escurriéndose por mis mejillas. Sentía un vacío en mi, un abismo horrible, no era yo.

Salí del baño y fui al balcón de la habitación, podía ver parte de las habitaciones del hospital y parte de la ciudad. Estaba bastante tranquilo el ambiente, pero en mi interior había un desastre que no sabía lo que era. Volví a mi cama a mirar tele y una hora después escuché la puerta que se habría...

-Volvimos-, si eran mis padres nuevamente y con comida, estaba muriendo de hambre. Comimos pizza y hamburguesa, mis comidas preferidas.

Olvidé todo lo que pasó, aquél día terminó mejor después del los dolores. Entre risas y anécdotas del viaje de mi padre y muchas cosas más me agarró sueño.

-Estoy exhausto- dije

-Nosotros también, es mejor descansar que mañana si Dios quiere te darán el alta y estarán los resultados de los estudios que te hicieron.

Papá me dio un abrazo muy fuerte y acercándose a mi oído dijo en voz baja -no te preocupes, todo saldrá bien-, reí con tensión y respondí -eso espero-.

Él se fue a casa, quedé con mi madre esa noche. Me hubiera gustado que los dos quedaran pero las normas del hospital eran esas, -malditas normas- dije en mi mente.

La enfermera entró a ponerme la medicación nuevamente para prevenir otro ataque de dolores. Tenía muchísimo sueño que sin más decirlo apagamos la luz de la habitación, todo quedó en pleno silencio

-Hasta mañana ma-,

-hasta mañana Axel-.

Nos dormimos inmediatamente, porque de seguro nos esperaba otro largo día.

CANCERBRALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora