CAPÍTULO II

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Íbamos por varios pasillos del hospital, la enfermera me llevaba en la silla de ruedas, no se por qué tenía que ir en eso si yo podía caminar, no me faltaba una pierna, estaba completo.

Aquel lugar era muy grande, parecía un laberinto de tantos pasillos que tenía, Sala de internación, terapia, sala de rayos, laboratorio, consultorio, entre muchas otras salas por las que pasábamos.

Era viernes y el hospital estaba con bastante gente, lo que más impresión daba eran las sirenas de las ambulancias.

Tomamos el ascensor para ir a la planta baja, para hacerme la ecografía. Al llegar abajo la puerta del hospital se abre tan fuerte, todavía recuerdo esos gritos, los llantos y toda esa sangre que veía, ver esa señora llorando con su hijo en brazos gritando -NO RESPIRA, NO RESPIRA- con toda su ropa manchada en sangre.

La enfermera me dijo ya vuelvo y trajo una camilla rápidamente para poner al niño de mas o menos doce años. No pasó ni un minuto que ya estuvieron diez doctores alrededor de la camilla, haciendo su trabajo.

-Llévenlo en aquella sala- dijo uno de los enfermeros, al ver toda la gente sobre exaltada, que se amontonaba a mirar lo que estaba ocurriendo.

Casi me descompuse cuando pasaron por mi lado, no podía creer toda la sangre que veía que era tan impresionante, aparentemente era de la cabeza, aunque estaba todo empapado.

-Señora no puede pasar, por favor espere afuera- dijo el doctor y le cerró la puerta en la cara. Por un momento pensé, que gente sin alma, cómo le puede pedir que espere afuera, pero también era necesario para poder hacer tranquilo su trabajo.

La madre del niño se sentó en una silla tratando de calmarse, pero las lágrimas fluían de sus ojos. Como no sabía que hacer fui a buscar agua del dispenser y se la llevé.

-Muchas gracias- dijo con sus ojos llorosos y me abrazó muy fuerte, como si yo fuera su hijo, su bebé y que nada pasó, que aquél momento era un espejismo de la vida, un mal sueño o una pesadilla.

-Tranquila- dije, - todo estará bien, piense en positivo- y así trataba de calmarla. Después de un rato de seguir con su llanto pudo calmarse, respiró profundo aspirando el olor horrendo a hospital.

-Soy Axel- fue lo único que atiné a decir.

Volvió a suspirar nuevamente pero aun más profundo tratando de no llorar.

-Soy Mirta, un gusto y gracias por lo de recién-.

Así estuvimos hablando un gran rato y me contó entre sollozos que Leandro, su hijo, fue chocado cuando andaba en bici, y que tenía miedo de que muera, si es que no lo estaba. Por un momento comencé a pensar que aquél niño era yo, esa señora era mi madre y toda esa sangre era mia. Por un momento me perdí en aquella situación, una lágrima se me escapó sin querer pero era inevitable pensar en eso.

Volví de aquella situación al percatarme de que Mirta me observaba como buscando consuelo en mi y entonces hablé simulando el nudo en la garganta y le dije -Piense en positivo, todo saldrá bien.- Quedamos en silencio, olvidando todo lo que pasaba a nuestro alrededor y la abracé, como si aquella mujer fuera mi madre.

Media hora después salió el doctor, dijo que pudieron estabilizarlo, cosieron su cabeza y tendrían que llevarlo a terapia ya que el niño no despertaba todavía pero que harían todo lo posible.

La enfermera volvió con su ropa ensangrentada, para decirme que se cambiaría y volvería para llevarme donde me harían el estudio.

Asentí con la cabeza.

Cuando volvió nuevamente, me despedí de Mirta con un abrazo, me volvió a agradecer nuevamente por todo lo que hice, le respondí con una sonrisa y nos dirigimos a la sala de ecografías.

Me sentí muy bien de poder ayudar a aquella señora, que ahora sería una amiga, que quizás no la vería nunca más o tal vez algún día me la encontraría en la calle, o quizás en un bar, junto con su hijo riendo felices, sin recordar todo ese momento.

-Gracias por ayudar- dijo la enfermera, -no fue nada, solo sentí que estaba bien y por eso lo hice.-

-Nos sorprendimos mucho al ver lo que hiciste, sin tu ayuda las cosas se podían dificultar, gracias nuevamente.-

-De nada dije y seguimos en silencio por aquél pasillo-.

Por fin llegamos a la sala, pero el ecógrafo no estaba, se fue al baño o a comer, no me acuerdo que era pero me hizo esperar al menos treinta minutos. Estaba cansado y eso que faltaban varias salas más para visitar, aquel día se hacia cada vez más infinito, aquél lugar apestaba al igual que cada minuto que pasaba ahí, todo era aburrimiento, pero bueno, tenía que soportarlo y aguantar más para poder ir a mi casa.

Nota mental: Has todo lo que te dicen los doctores, para no volver por un largo tiempo...

Solo quería irme, olvidar todo esto, estar en mi cama durmiendo y... No aquello que quería era imposible solo tenía que esperar no quedaba otra.

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