5

15.9K 1.8K 46
                                    

Dedico este capitulo a LilianaEscoca, fabiolagarrido, SophiaVasquez6, MariaEnriquetaTapiaW,  Vallescarina, Keam18,  EvaMaria038  y  HilariYulizaMateusEu,  por tus comentarios en cada capitulo, ellos me motiva  a seguir, así no me siento sola.

¡Y muchas gracias a todos aquellos que votan!

La casa del rancho Villalobos se encontraba con una tensión en el ambiente que era tan perceptible que todos los miembros que estaban en la gran sala lo podían sentir.

Don Julio Cesar de pie en el quicio de la puerta del despacho acaba de asomarse y al escuchar a su hijo hablar del divorcio, reacciono de manera inmediata.

— ¡No te vas a divorciar! — dijo su padre que lo miro con el ceño fruncido— aun no le has dado una oportunidad al matrimonio que Dios unió. Y lo que Dios une no lo separa el hombre.

Julio solo se limitó a suspirar para poder reconvenir lo que sentía su dolido corazón.

— Dios no nos unió, nos uniste tú — reprochó de mala gana — nos forzaron a casarnos. Don Leonel y tú — camino hacia él y de manera fraternal le extendió la mano para saludarlo, no importaba cuanto ellos discutieran nunca se dejaban de hablar. Era algo que el pastor les enseñó a sus hijo. — ¿Cómo has estado, papá?

El padre lo miro, llevaba tiempo sin verlo.

— Bien, hijo— lo miro a los ojos y notó que estaba muy cambiado. Sus ojos y su rostro denotaban cansancio.

El hombre amaba a su hijo y le dolía no poder ayudarlo. Él mismo debía buscar su camino. Solo dejarías algunas migas para que él siguiera el rastro y así encontrar la felicidad que tanto su hijo merecía.

— Yo sé que ambos los presionamos— suspiro el padre algo compungido al mirar la mano de su hijo entre las de él, era algo que por primera vez Julio veía en su padre— pero ya estaba hecho el daño. Leonel quería proteger a su hija, y lo más correcto era que tú te casaras con ella.

Julio se separó de su padre y camino por la amplia sala.

— Si, y eso conllevo a que ella me odiara aún más — se sentó muy cansado de todo la situación y lo peor era que no había vuelta atrás — papá, ella no me perdona según por algo que yo dije y al día siguiente me abandonó. Menos mal que nadie se enteró de que nos habíamos casado, o esto se hubiese vuelto un polvorín. Ahora ella ya tendrá su vida organizada, a lo mejor ya soy más que pasado y comparte la vida con otro hombre y es feliz como ella se lo merece— dijo con amargura y con celos.

La madre de Julio abrió los ojos al oírlo y se molestó.

— Ella no se ha casado y además tiene a tu... — Yadira Helena quería que su hijo supiera la verdad de su esposa, pero debía guardar las promesas hechas, y apretó la boca al escuchar el frío grito de su esposo.

— ¡Helena! — grito el hombre viejo mirándola fijo.

El padre miro a su hijo y con ojos suplicantes le dijo.

— Tú tiene que buscarla y así arreglar el malentendido si es que lo hubo y si no logran arreglar nada, entonces yo mismo te apoyo para que te divorcies de ella — le dijo muy seriamente a su hijo.

Julio lo miro enfurruñado desde el sillón donde se había acomodado. Lo oía, pero no lo entendía, él jamás le permitiría que se divorciaran. Algo estaba pasando, y él no se había dado cuenta.

— ¿Me ayudaría a divorciarme? — Esas palabras lo tenían con mucha curiosidad.

El viejo resoplo molesto. Su hijo no era estúpido y debía tener cuidado para no romper el voto de silencio.

Amor Robado.  Serie Salamina Nº 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora