Capítulo 7

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Una capa de sudor descansaba en mi frente, mi respiración era errática y mi cuerpo estaba ardiendo, pero tenía que ganar, tenía que ser mejor esta vez. Visualicé rápidamente mi siguiente movimiento y me coloqué en posición. Nathan fue el primero en atacar, lanzando toda su fuerza en un puño directo hacia mi rostro. Sin pensarlo, mi mano actuó en reflejo cubriendo su puño y después lancé mi pie al frente, golpeando directamente en su abdomen en una rápida patada.

Fui consiente de como Nathan se dobló hacia al frente, masajeándose en el área donde mi pie había atacado. Sentí un poco de lastima, pero esta vez no me detendría como lo hice en el último entrenamiento. London había sido clara cuando dijo:

—Sí la victima está a tus pies, no te detengas. Probablemente le darás tiempo de recuperarse y saltará de regreso a ti.

Recordando lo anterior, me acerqué a Nathan, pasando mis dedos por las sedosas hebras de su cabello y atrapándolas en un puño. Un quejido de dolor brotó de su garganta al igual que un rastro de sangre se deslizó por su nariz cuando estampé mi rodilla en su cara. Entonces cayó de lleno contra la duela.

No dijo nada al respecto, este solo alzó la mirada con sus ojos azules ardiendo y emitiendo un sonido ronco desde garganta. Yo por otro lado me encogí de hombros.

—Ay.

Se levantó del suelo y luego se limpió la sangre con el dorso de la mano.

—Pudiste haberme roto la nariz —dijo sin mucha importancia, como si romperle la nariz fuera una buena noticia—. Lo has hecho bastante bien.

No le contesté lo que lució como un cumplido, porque era obvio que había mejorado. Al día siguiente después de escuchar la conversación que habían tenido los Black en una de las habitaciones, London se presentó en mi cuarto, presentándome una noticia que puso cada parte de mi cuerpo entusiasmada. Dijo que comenzaría a entrenar porque no podía ser un Black y no saber pelear. También agregó lo de haber sido muy patética en el pasado, pues al parecer ella había logrado registrar mis movimientos en algunas de las batallas, en especial en donde había recibido un disparo de bala. Y como recordatorio, una cicatriz descansaba en mi pierna.

Entrené durante las siguientes tres semanas, dos veces al día y sin ningún tipo de interrupción. Golpee y fui golpeada, obtuve numerosos moretones hasta que estos de repente comenzaron a reducirse y luego simplemente fueron mínimos los que se presentaron. Así mismo, las capsulas estaban haciendo maravillas dentro de mí, acabando con cada rastro de dolor y cada sentimiento de nostalgia que quería llegar hasta la superficie. El sufrimiento había acabado para mí, siendo así remplazado por una sed de venganza.

Miré hacia Nathan y luego movió sus brazos a la altura de su pecho, listo para seguir luchando. Sonriendo, hice lo mismo y entonces esta vez yo lancé el primer golpe fallido. Continué con un golpe bajo, pero de igual manera fue cubierto. Analicé mis fallas, y opte por una rápida patada a un costado de su cuerpo, golpeándolo y logrando que se tambaleara.

Eso funciona, bien.

—Puedes hacerlo mucho mejor —me retó Nathan.

Me acerqué, preparando mi siguiente movimiento.

—Claro que puedo hacerlo mejor.

—Has estado muy distraída, no estas dado el máximo.

Resoplé y di un paso al frente, ambos sudorosos y mirándonos a los ojos mientras nos movíamos en círculos.

—Tal vez tengo cosas en mente.

El interés despertó en su mirada.

—¿Qué cosas?

Lazos de Sangre #2 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora