Cuando me adentré al interior de la camioneta que nos llevaría a la universidad, nunca pensé que el ambiente se convertiría en uno muy incómodo. Sabía que muchos aspectos cambiarían a partir de ahora, todo desde la llegada de Ashley y Fletcher. Sin embargo, nunca pensé que los problemas entre Ashley y Nathan podría ponerme tan incomoda.
El lunes se realizó la firma del contrato. No estuve presente —por supuesto—, pero escuché que, como bien dijo Dimitri en la reunión anterior, los contratos fueron firmados y jurados con sangre, la sangre de Ashley y Fletcher que renunciaban a sus antiguos cargos como reclutados de los edificios Maxwell. Un día se encargaban de proteger a la ciudad, y al otro formaban parte de la mafia.
London me contó que Ashley estuvo en completo desacuerdo, pero que cuando Fletcher habló con ella, no tuvo otra opción más que aceptar. El martes no fue gran diferencia, ya que prácticamente a los nuevos Blacks se les otorgaron las habitaciones que ocuparían el resto de sus vidas. Gracias al cielo, Ashley y Fletcher fueron colocados al otro lado de nuestras habitaciones, por lo que no habría problemas en cuanto a reencuentros inesperados por los pasillos de la mansión. Con suerte, hoy era miércoles, y Fletcher no vendría con nosotros a la universidad por el momento; Dimitri aún tenía asuntos que establecer con él. Sin embargo, Ashley no corrió con la misma suerte, ya que fue reinscrita en nuestra universidad desde el lunes. Hoy era el primer día en el que se presentaría como alumna del campus.
Todo se sentía tan extraño, y el tiempo parecía casi correr.
Miré a través de la ventana donde Ashley se deslizó por las escaleras de la entrada principal, con guardias Black posicionados por detrás de ella, asegurándose de que no escapara. Poco después, la puerta se abrió y de inmediato cabello castaño oscuro apareció a la vista. Ashley tomó lugar a un costado de mí.
Su mirada enseguida se profundizo con interés, observando el interior de la camioneta, y luego a mí, observándome con los ojos entrecerrados.
—Yo te conozco —puntualizó.
Mis labios apretados se torcieron hacia abajo con desdén.
—Y yo a ti —sonreí—. Tu padre me arruinó.
Extrañamente, me tomó por sorpresa cuando se encogió de hombros.
—Amo a mi padre, pero no es una sorpresa que él arruine a todos.
La curiosidad me invadió.
—¿Él te arruinó, Ashley Fitz? —le pregunté.
Ashley miró hacia la mansión Black, y luego de vuelta hacia a mí. Sus ojos se obscurecieron de manera extraña, casi como si ocultará algo.
—Lo hizo —susurró.
Ashley y yo nos tomamos nuestro tiempo para acostúmbranos a estar en el mismo espacio. Seguía sin comprender como de un tiempo atrás, había sido una reclutada de los planteles Maxwell, y ahora, eso ya no existía. Incluso Fletcher había dejado su puesto. Supuse que no había sido fácil para él. También analicé lo que había dicho London con respecto al BLK-14, ya que era imposible que no tuviera un efecto en mí. Lo tenía. Había acabado con la vida de varias personas, y el remordimiento solo había venido en pocas ocasiones.
—¿Qué se supone que haré cuando esté en la escuela? —Ashley preguntó de repente—. Si te soy sincera, no sé qué pensar y hacer en estos momentos. Aun no puedo creer que esté con la familia Black, dentro de uno de sus autos y preparándome para ir a la escuela como si fuera rutinario. ¿Es acaso esto real?
—Cien por cierto real —le confirmé—. Pero no tan real como lo es Nathan.
Su cuerpo se inmediato se tensó y se volvió hacia a mí, con un extraño brillo en los ojos. Había una confusión que albergaba dentro de ella.