En el momento en que puse un pie en el interior de la camioneta, pude darme cuenta de que las cosas serían tan tensas que mi respiración se quedaría atrapada en mi garganta. Lo pude sentir en el ambiente y lo pude sentir en cada célula de mi cuerpo.
En el pasado, cuando solía ser la chica torpe y que no sabía pelear, las palabras que salieron por mi boca en respuesta a Fletcher, solo hubiesen podido ser una ilusión. Sin embargo, sentí como si mundo fuera uno paralelo, donde me encontrará siendo parte de la mafia Black, teniendo al chico que un día quise tan cerca de lo pensando, tan solo a un costado de mi cuerpo y compartiendo el mismo oxígeno, el mismo ambiente.
Meses atrás lo hubiera considerado un chiste. Ahora... ahora era una realidad.
Cuando la Escalade entró al interior del territorio Black y se estacionó a unos cuantos metros de la mansión, mi cuerpo tembló de manera extraña, y una corriente de electricidad se alzó. Sabía lo que las palabras de Fletcher podrían llegar a significarse. Desee haber huido. No lo hice a tiempo.
Ashley y Nathan fueron los primeros en bajar por el mismo lado. Nathan avanzó unos cuantos pasos sin mirar hacia a los costados, pero Ashley no le dio importancia. En un segundo, aceleró su paso, rebasando por competo a Nathan. Ni siquiera miró hacia atrás cuando lo hizo. Eso nos dejó a Fletcher y a mí en el mismo espacio. Fletcher bajó de la camioneta por el lado contrario que Ashley y Nathan tomaron, y yo decidí bajar por el mismo lado en que Ashley lo hizo; eso para evitar salir con Fletcher. Sin embargo, olvidé que un líder se caracteriza por ser inteligente. Muy inteligente.
Tal y como Fletcher lo prometió, en cuanto puse un pie fuera de la camioneta, esté ya la había rodeado por la parte trasera y llegado hasta mi puerta, para luego tomarme del brazo y mirarme a los ojos. Ardieron como dos pequeños infiernos azules, y brillaron como dos farolas en medio de una obscuridad aterradora, tan cautivantes. Los ojos más hermosos que hubiera visto en toda mi vida. Eso solo logró aumentar mi frustración interior.
—Tiempo de hablar.
Su tono de voz autoritario solo logró emocionar a la antigua Annabeth. Respiré profundo, muy profundo y finalmente dejé que Fletcher me llevará a rastras hacia el interior de la mansión. Ignoramos a los guardias, a London que se quedó sorprendida por la repentina necesidad de Fletcher por llevarme a algún lugar privado. Solo desee que no me llevara a su habitación. Llegamos hasta el fondo de la construcción, donde se partía en dos largos corredores. Giramos hacia la derecha y caminamos por encima de la pulcra alfombra de hilos gruesos en color negro. Luego fui arrastrada hasta un pequeño estudio, una estancia privada. Fletcher cerró la puerta y se recargó sobre está. En cambio yo, marqué una clara distancia cuando me moví hasta uno de los sillones de piel individuales. Crucé una pierna sobre otra, y lo miré con expresión divertida.
Nos quedamos en silencio por lo que pareció una eternidad, visualizando el rostro de Fletcher analizarme de arriba abajo y devuelta. Eso lo hizo al menos unas tres veces.
—Cuando Dimitri dijo que habías cambiado, no le creí. Desee no hacerlo.
Me mordí el labio, provocándolo.
—¿Acaso eso te molesta, Drew? —Ni siquiera me preocupe en usar su apellido, con el que todos lo llamaban. El que yo como Annabeth había usado en el pasado.
Sus ojos se entrecerraron tan solo un poco, casi de manera molesta. Había dado en el blanco, y sonreí.
—A decir verdad, Annabeth... no, no me molesta. Es más, me encantó que me golpearas en la batalla. Te volviste fuerte, lo que yo siempre quise para ti.
La sonrisa se borró de mi rostro, siendo remplazada por clara seriedad. ¿Qué esperaba? No podía venir a decirme este tipo de cosas. Me había costado mucho levantar los muros para Dekhan, solo para que un segundo Fletcher los dejara caer. Tenía que esforzarme un poco más para no caer.