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Las personas iban y venían, la fiesta parecía estar en su auge.
Eran las once de la noche y no me había movido del patio, el ruido parecía estrujarme la cabeza.
No había ocurrido nada interesante, no había vuelto a ver a Trent ni a Margo, aunque ella seguramente estaba con Kendall besuqueándose o quién sabe.

Una chica con media cabeza rapada caminó hasta estar enfrente de mí y me ofreció lo que llevaba en la mano: un porro.

—¿Quieres?
—Murmuró y me fijé en sus pupilas dilatadas y sonrisa tonta.

—¿Qué diablos? —Alcé una ceja— No quiero, quédatelo.

Se encogió de hombros y se fue, se notaba que ya la gente estaba más borracha y también drogada, el volumen de la música había subido y se escuchaba a más gente gritar y celebrar el sábado noche.

A través de uno de los cristales de las puertas francesas observé al chico pelirrojo de antes, me observaba curioso, la intensidad de su mirada seguía siendo la misma, maldita sea, llegaba a incomodarme más que Derek.

Se volteó y se perdió en la pista de baile, en donde, por cierto, había muchísima más gente.
Caminé y abrí una de las puertas para entrar e ir a la cocina, tenía los labios secos y la garganta fría del mal tiempo nocturno, deseé otro vaso.

Esta vez dejé a la cerveza de lado, decidí llenar mi vaso con Jack Daniels y bebérmelo de dos tragos, estaba sedienta y mi cabeza no parecía pensar lo suficiente como para llegar a la conclusión de que el alcohol me secaría más la garganta.
El caso es que me sentía bien, a pesar del calor. Quería a mi cerebro apagado y eso estaba consiguiendo, ya casi no escuchaba a las voces molestas de mi cabeza, desconectar era justo lo que necesitaba.

Comenzó a sonar Pull the trigger - ALIUS y la gente gritaba siguiendo con malos resultados la letra de la canción, dos chicos enchufaron una máquina de luces en la esquina y la sala de estar se llenó de colores fuertes y vivos.

—¿Cómo estás?
—Preguntó una voz a mis espaldas, su voz era gruesa y grave.
Un cosquilleo me recorrió de pies a cabeza y me volteé.

—Muy bien, ¿y tú, Trent?

Sonrió y sacudió un poco el líquido de su vaso.
—De maravilla, ¿te apetece bailar un rato? He visto que la pista está bastante interesante.

Asentí y dejé mi vaso de plástico en la encimera, aceptando que la mano del castaño me arrastrara hasta la pista.

La canción terminó y dio lugar a otra más lenta, la cual obligó a algunas personas a buscarse una pareja para bailar.
Pensaba que estas cosas solo ocurrían en las películas malas, pero no, podía darse la casualidad de que pasara en la vida real.

Trent acarició mi cadera con lentitud, pidiendo permiso para dejar la mano ahí.
Mis brazos se enredaron en su cuello, algo sudado pero aceptable.
Se me había caído el mito de que los chicos malos no sudaban.

Él nos dirigía a los dos, con movimientos lentos y algo divertidos, no sabía si era por hacer la gracia o porque no sabía bailar, no obstante, sus giros bruscos me sacaban una sonrisilla.

Me sentía en otro mundo, ahí, en una fiesta, con música y Trent cerca de mí.
Era demasiado perfecto como para ser real.

La voz del cantante se desvaneció dando paso al instrumental lento, muchos aprovecharon para besarse.

Y Trent y yo no íbamos a ser menos, sus labios rozaron los míos hasta aprisionarlos contra los suyos con unos movimientos lentos, disfrutando de cada segundo, recordando la cantidad de veces que había imaginado esta escena, claro que en la realidad era mucho más satisfactorio.

Llámame Derek [ANULADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora